¡Y ASÍ SON LOS POPULISTAS!!

-Estamos aquí para derrotar a la naturaleza – empezó, contra todas sus convicciones-. Ya no seremos más los expósitos de la patria, los huérfanos de Dios en el reino de la sed y la intemperie, los exilados en nuestra propia tierra. Seremos otros, señoras señores, seremos grandes y felices.

 Eran las fórmulas de su circo. Mientras hablaba, sus ayudantes echaban al aire puñados de pajaritos de papel, y los falsos animales cobraban vida, revoloteaban sobre la tribuna de tablas y se iban por el mar. Al mismo tiempo, otros sacaban de los furgones unos árboles de teatro con hojas de fieltro y los sembraban a espaldas de la multitud en el suelo de salitre. Por último, armaron una fachada de cartón con casas fingidas de ladrillos rojos y ventanas de y taparon con ella los ranchos miserables de la vida real.

Fragmento del cuento: Muerte constante más allá del Amor

Gabriel García Márquez

Tanta indignación causa ver a un “líder” aprovecharse del dolor ajeno para encubrir sus propias faltas y lavar su pésima imagen. Es una de las situaciones más aberrantes que en la política podemos ver. Como convierten el sufrimiento del prójimo en una estrategia electoral, definitivamente solo puede compararse con los cuentos de García Márquez. A sabiendas de las dolorosas consecuencias, este método indolente, es y será siendo el arma favorita que los populistas escogen para catapultarse, mantenerse y eternizarse, con la doble intención de ocultar la desfachatez de sus excentricidades, la megalomanía en su conducta y su poca capacidad para dirigir siquiera su hogar. Estos desalmados personajes existen con diversas ideologías, en Latinoamérica sectores políticos de izquierda han privilegiado esas prácticas, mientras que en Europa se han extendido a través de grupos populistas conservadores o de derecha.

La mecánica de estas tendencias de uno y otro lado ha trascendido en la contemporaneidad afectando no solo las dinámicas políticas, sino también en los aspectos económicos y sociales. Las decisiones basadas en estas ideologías han generado mutaciones peligrosas en los programas y proyectos estatales expandiendo los círculos de miseria, el desabastecimiento de bienes esenciales y produciendo altas tasas inflacionarias con medidas sin planeación macroeconómica; como diría uno de ellos, impriman billetes.

Los regímenes que han logrado instalarse se deben a los súbditos leales y adoctrinados, por lo que focalizan y restringen los beneficiarios de las asistencias sociales, las cuales pasan de ser abstractas y generales a ser “exclusivas” del sector adulador de los líderes populistas como pago por el respaldo. Las consecuencias directas han sido violencia, guerras civiles, y en otros casos grandes migraciones de personas. Actualmente se pueden encasillar como resultado de este modelo, el éxodo masivo de venezolanos que se están dispersando a lo largo del continente. Así mismo, la “caravana migrante”, que partió de Honduras con rumbo a los Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida. Los grupos nacionalistas y neo nazis en Europa. Eso porque en sus países de origen el populismo, ¡ganó!

Colombia como ya lo he mencionado en otros escritos, es un laboratorio que tiende a copiar e implementar todos los modelos que se conciban en otros lugares del globo terráqueo, porque aquí todo cabe hasta alabar meteoritos. Esos modelos populistas no son la excepción, se han regado como verdolaga en playa a todos los niveles políticos, desde líderes de las Juntas Administradoras Locales hasta candidatos a la Presidencia de la República, pasando por alcaldes, gobernadores y parlamentarios. Creo que merecemos entender cómo funciona y cuáles son las características para evitar que se arraigue por estos lares, por lo menos la Tropa Manja, no lo quiere.

La mejor aproximación conceptual que a mi juicio resume la finalidad y las maneras de implementar el populismo es la desarrollada por el intelectual de centro izquierda italiano Enzo Traverso quien señala: “El populismo es una cáscara vacía que puede llenarse con distintos contenidos. Es un arma de combate político que apunta a estigmatizar al adversario”. Partiendo de allí, adicionando otras lecturas puedo concluir que “el populismo es la manera de conquistar el poder a través del ejercicio democrático, para luego convertir al líder en un autócrata que se victimiza a fin de manipular la psicología de las masas, generando división social a costa de la necesidad y que nunca resuelve nada”. Me quedó larga la jugada, pero es que son tantas cosas que estos personajes maquinan que no se pueden dejar pasar inadvertidas.

Ahora bien, el buen juicio no es precisamente una virtud de quienes se apegan a estos métodos, por cuanto tienen como finalidad generar la polarización de la sociedad afectando las bases de la convivencia política y social con el claro objetivo de lograr mantener su régimen autoritario. Apuntan a eternizar la confrontación maniquea entre el bien y el mal; bautizando a los presuntos representantes de la calamidad como las “élites o clanes” y al bien “su propuesta y liderazgo” a manera de salvación. Todo esto contrario de la política pluralista, la cual tiende puentes de aceptación frente a las diferencias entre los ciudadanos.

Hasta ahora muchos lectores pensarán que las características se parecen a algún líder que conoce o que estas líneas son dedicadas a Tal o Pascual; me temo que los decepcionaré porque este escrito es abierto, simplemente porque el populismo es un fenómeno mundial. Estas líneas son apenas ejemplos ilustrativos y conceptuales, para quienes han sido manipulados por desconocimiento puedan reconocer su condición y tomar la decisión de continuar o cambiar los conceptos políticos frente a fenómenos que afectan su cotidianidad. Otra cosa es que, si encontró algún político que tenga algunas de las cualidades que he compartido, póngase pilas.

Encadeno la columna argumentativa de este escrito con la aproximación conceptual y características del populismo de derecha, el cual tiende a estigmatizar a los conjuntos de personas que califican potencialmente amenazantes para el estado o la sociedad, casi siempre se enfocan en posturas contra extranjeros y creyentes de religiones distintas a la de la cultura mayoritaria del país. Se tiende asociar a estos con la criminalidad y los problemas de seguridad ciudadana. En las últimas décadas se pueden categorizar en esta línea a Donald Trump en Estados Unidos, Silvio Berlusconi en Italia y Petró Poroshenko en Ucrania. Ejemplos más cercanos vemos a Alberto Fujimori en Perú, Mauricio Macri en Argentina, ​ y los​ políticos mexicanos como Felipe Calderón y Vicente Fox.

Respecto al populismo de izquierda se identifican porque llegan a gobernar a consecuencia de administraciones gubernamentales que ocasionaron complejas crisis políticas y sociales; se hicieron victoriosos por vía democrática gracias a que generaron empatía con el pueblo, diciendo lo que la gente en la calle quería escuchar, aunque fuesen propuestas pragmáticamente imposibles de cumplir. Como salida para minimizar las críticas y ocultar su odio, se maquinan persecuciones por periodistas, gremios o se inventan enemigos con trágicas consecuencias para su integridad. Eso tiene ejemplos claros en Latinoamérica donde se ha hecho bastante popular desde el siglo pasado hasta el presente con representantes como Lázaro Cárdenas y López Obrador en México, Getulio Vargas y Lula en Brasil, Juan Domingo Perón, Eva Duarte y Carlos Menem en Argentina; En Venezuela Hugo Chávez y Nicolás Maduro; Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y Fernando Lugo en Paraguay.

Ahora vamos a la práctica. Si llegaste hasta este punto con la lectura, date la oportunidad para identificar a un sátrapa de este calibre cerca a tu comunidad; reconocerlos es fácil puesto que estos personajes tienen casi las mismas características, ya que comparten sus bases. Manos a la obra.

En primera medida, el populista alienta el odio de clases, aunque no busca eliminar esa clase social que aparentemente odia, lo que pretende es someterlos y los manipularlos a su favor. Solo “nosotros” somos los auténticos representantes del pueblo. Los “otros” son los enemigos del pueblo. Convierten a su representante en el “salvador”; lo canonizan como la persona que renunció a su sueño individual, a su vida o su seguridad por ayudarlos a resolver los problemas.

Por otro lado, el populismo fabrica la verdad. Para ellos solo existe su versión de los hechos como la verdad oficial. Aunado a lo anterior, su exaltación es casi religiosa al líder carismático. La demagogia es el rasgo principal del discurso, el líder promete, pero incorpora pocos datos empíricos sobre su factibilidad y menos rendición de cuentas.

Promueven la entronización de un estado paternalista fundamentado en que presuntamente hay recursos disponibles para solucionar todo sin límite de cuantía, por ende, cada persona tiene derecho natural de participar en la torta. Con este argumento convierten al pueblo en dependientes de los subsidios; generan una política de estómago, lo que traduce en obediencia al gobernante que les da de comer y acaban por constituir su base de apoyo.

Otro aspecto importante a develar, del populista es que moviliza permanentemente a los grupos sociales. Siempre está en campaña, está alerta y haciendo eventos para no dejar apagar la llama del entusiasmo, aunque nunca resuelva los temas para lo que fue escogido. Se aprovecha de todas las situaciones para sacar ventaja movilizando sus batallones de adeptos.

El populista utiliza de modo discrecional los fondos públicos. Los recursos dejan de ser públicos para convertirse en la billetera privada, que puede utilizar para enriquecerse o para embarcarse en proyectos que considere importantes o gloriosos, o para ambas cosas, sin tomar en cuenta los costos. ¿Encontró a alguien así cerca de su comunidad? Son apenas algunos rasgos que he podido encontrar en algunos personajes de talla nacional que han presentado su intención de participar en las próximas justas electorales.

Es oportuno, además de conveniente pensar más en las oportunidades de crecimiento económico y social que se pueden presentar cuando aprovechamos la diversidad ideológica, política, social y económica que seguir alimentando a los populistas. Es momento que rechacemos las propuestas divisorias que solo hacen daño, remplazándolas por propuestas de gobierno para todos los miembros de la sociedad. Hay personas preparadas para ello y que están en lista de espera. CPC.

Adaulfo Manjarrés Mejía

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