PADRES, ES DESDE CASA

Preocupa que esta generación de niños y adolescentes, esté creciendo con una idea torcida de lo que está bien; con, lo que llamamos, antivalores. Es realmente impresionante pero no los culpo; no tuvieron que vivir la peor época de Colombia y para colmo están viviendo este justo momento donde el crimen es constantemente premiado. Crecen viendo que un montón de criminales de lesa humanidad, asesinos hasta de la democracia, han sido premiados con plena impunidad, e incluso, con curules en el Congreso de la República. Es entonces aquí donde se requiere del trabajo más duro de los padres.

Gracias a las redes sociales, vemos imberbes que sin salir aún de la adolescencia dictan catedra sobre lo que no tuvieron que vivir, basados en lo que personajes siniestros les han contado (a su manera y con perversa intención) con el fin de desorientarlos y de adueñarse del pensamiento de las futuras generaciones. Es inaceptable, por ejemplo, que un joven crea que lo que está sucediendo en el Cauca tiene legitimidad alguna; y no hablo del derecho a la protesta que consagra nuestra Constitución Política en su Artículo 37, sino de los desmanes que está provocando ese, acaso concierto para delinquir (¿?) disfrazado de protesta.

El mencionado artículo 37 dice claramente: “Toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Sólo la ley podrá establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá limitar el ejercicio de este derecho”. Y destaco precisamente la palabra “pacíficamente”, porque a todas luces, es todo lo contrario lo que hoy sucede en el Cauca.  Muchachos, eso que está pasando y que no estamos sufriendo los que vivimos en otras partes de Colombia, no está bien. Es ilegítimo, inconstitucional e ilegal.

Me preocupa que la generación de marras crezca con unos extraños y desviados principios, o peor aún, creyendo que estos no existen. Que crean que se pueden saltar la ley porque son los tozudos hechos quienes se los está enseñando. Me preocupa que crean que las dificultades sociales y la evidente falta de oportunidades se pueden esgrimir como patente de corso para delinquir, para alzarse en armas y ejercer violencia contra el estado. Me preocupa su falta de visión, de ir más allá; preocupa esa manera altiva de ver la vida, de creer que merecen todo, que tienen derecho a todo sin el más mínimo esfuerzo. Que crean que está bien pasar por encima de las normas como si estas adornaran la Constitución y el Código Penal.

Padres; los exhorto a hacer el trabajo desde la casa. A enseñarles a sus hijos que violar la ley está mal, que no hay justificación alguna para el crimen, pero, sobre todo, enseñarlos a no dejarse mal influenciar y adoctrinar en las aulas; a darles argumentos para que se defiendan cuando los quieran manipular con el cuento trillado de ricos y pobres, con la perversa dicotomía de paz o guerra. Y con miras a prepararlos para lo que les espera, pero con un carácter sereno y reflexivo, los exhorto a interiorizar un concepto muy importante: “Duro con los argumentos y suave con las personas”.

Lina García Pinto

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