Llámelo como quiera: bloqueos, paros, marchas, protestas, manifestaciones, no importa la forma, porque lo claro es que ya la paciencia se está agotando, la gente está alzando la voz contra todas esas formas que día tras día paralizan las vías y afectan la movilidad en diferentes partes del departamento de La Guajira. La inconformidad está en su punto máximo y es hora de poner fin a esta espiral de caos que afecta a todos.
Los bloqueos, que surgen sin previo aviso a cualquier hora del día, han generado un calvario y las razones varían desde el agua hasta el transporte escolar, pasando por el mal estado de las vías y otras que parecen no tener fin. La vida de los guajiros se ha convertido en un laberinto de bloqueos constantes.
Lo que una vez pudo haber sido una herramienta legítima, una forma de protestar para expresar demandas justas, para reclamar la falta de atención de los gobiernos nacional, departamental y municipales, ahora se ha convertido en una táctica de presión que perjudica a todos, incluyendo empresarios y turistas que visitan al departamento.
Uno o dos bloqueos esperan a la gente en el camino cada semana, haciéndoles dudar de cada viaje que emprenden ¿y en tal sentido cómo se puede vivir bajo esta constante amenaza?
La verdadera dimensión del problema está en el impacto que generan los bloqueos porque la economía se resiente, el turismo se ve afectado, la competitividad se desvanece y, lo que es más preocupante, se compromete la movilidad en todo sentido, incluyendo personas que necesitan atención médica urgente. Porque no es un simple obstáculo temporal, es una crisis que afecta a la base misma de la sociedad guajira en lo económico y social.
Pero lo más indignante es descubrir que algunos están aprovechando las manifestaciones para su lucro personal, lo han vuelto un negocio, un modo de vida; y hasta candidatos están avivando ese remolino social. ¡Esto es inaceptable! ¿En serio, están dispuestos a sacrificar el bienestar de toda la comunidad en su búsqueda desesperada de poder?
Las redes sociales están llenas de voces e imágenes que, así como claman por una solución, también se ve que están pidiendo plata para dejar transitar. ¿Dónde está la autoridad? ¿Cómo es posible que solo unos pocos individuos sean capaces de paralizar a todo el departamento afectando la vida y la economía? El capricho de unos pocos no se puede imponer sobre las necesidades de todos.
Aunque algunos puedan considerar los bloqueos como la única forma de lograr resultados, es hora de abrir los ojos a la realidad para no seguir tolerando esta práctica que daña al departamento y a sus habitantes, un ejemplo triste de la forma como manipulan a la gente.
Las vías de hecho no pueden ser la única salida para resolver los problemas en La Guajira por la irresponsabilidad de unos pocos avivatos que se aprovechan de las circunstancias. Hay que buscar la solución urgente porque los bloqueos están afectando la movilidad, y la calidad de vida de todos los guajiros, de lo cual se aprovechan unos pocos para sacar beneficios personales.
Ya no más obstáculos en los caminos y una invitación a desarrollar la creatividad pacífica para lograr soluciones concretas a la problemática social que afecta a los guajiros.
No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras una minoría egoísta decide el rumbo de la vida de los demás. Es hora de unirse como comunidad y exigir que se ponga fin a esta práctica destructiva. Es que no se puede permitir que La Guajira se convierta en un campo de batalla donde los intereses personales se anteponen al bienestar general. Las vías públicas no deben ser una oficina de diálogo, sino un camino hacia un futuro mejor.
Cada día de bloqueo nos empuja más lejos de la prosperidad que merecemos. Es hora de decir ¡Basta! y exigir que se ponga fin a esta pesadilla. Nuestro departamento de La Guajira merece más, y es hora de luchar por un futuro libre de bloqueos y lleno de oportunidades.
PUNTOAPARTE. Hago un respetuoso llamado a los candidatos y equipos de trabajo para que civilicen sus procedimientos de campaña y eviten una tragedia; de igual manera a los alcaldes para que se dejen de estar politizando los festivales de los pueblos.
Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí…
Luís Alonso Colmenares Rodríguez