MERMELATÓN: ¡1, 2, 3 POR MÍ!

¿Quién no recuerda esa frase maravillosa del juego de las escondidas? ¿Me pregunto si los niños aún juegan este tipo de juegos?

Lo que si estoy seguro es que las escondidas todavía se juegan, y mucho, en nuestro Congreso de la República.

Dura más un helado en la entrada de un colegio que la dignidad de los parlamentarios de los partidos de la U, Liberal y Conservador.

A las escondidas, durante el receso y en el arranque de esta legislatura, la administración Petro, confiada en el apetito infinito de nuestros congresistas, empezó a repartir cuotas de burocracia y entidades a las bancadas de la U, Liberal y Conservador, como pago anticipado para la aprobación de las reformas siniestras que el gobierno de Gustavo Petro insiste en tramitar ante el congreso, como herramientas esenciales para avanzar en su plan de conquista del poder absoluto.

Sin asco, ya pasado el temblor por las posibles implicaciones electorales de las reformas, los congresistas de los partidos de la coalición de gobierno, han acudido prestos al llamado de sus operadores de mermelada.

Entidades completas entregadas sin ningún reato a un parlamentario o a pequeños grupos de parlamentarios están al orden del día.

Es un interesante y peligroso formato de compraventa masiva del voto parlamentario con pago por anticipado. Reciba ya y vote después cuando logremos comprar suficientes fondos.

Y ya empezó a funcionar. En mi visión de las cosas el voto positivo a la ponencia de la reforma a la salud representa la desconfianza total del gobierno Petro con estos oscuros congresistas, por lo cual, después de llenado el buche los puso a votar temprano sin atender la excusa de esperar a que pasaran las elecciones del 29 octubre.

¿Por qué los parlamentarios están dispuestos a asumir el costo político de apoyar las malas reformas antes de las elecciones regionales?

Varias razones ilustran el raciocinio de los parlamentarios vendidos al gobierno del Pacto Histórico. Primero ante la inoperancia electoral del Pacto Histórico, los políticos tradicionales no tienen competencia de la izquierda en sus regiones.

Segundo al cobrar por anticipado se logra obtener recursos por la vía rápida o se obtienen oscuros prestamos dejando a las entidades públicas como prenda en estas raterías de la política. Y con ello esos recursos irrigan campañas compensando la mala imagen que se da en gran parte del electorado por haber aprobado las reformas.

Tercero, en la cultura del 1,2,3 por mí, un sector grande del congreso piensa que puede lograr una verdadera moñona: ganar cuotas de poder en las territoriales, a pesar de la impopularidad de las reformas, y a la vez ordeñar a Petro con toda ante su empecinamiento en avanzar con estas.

Pan, arepa y pedazo debajo del brazo. La clase política intuía que en el bosque de escándalos de Petro y el recrudecimiento de la violencia, la opinión iba a perderle el hilo al tema de las reformas.

Además, gran parte de la prensa, con enorme ligereza, enterró anticipadamente las reformas. El empresariado y la opinión, ante estos mensajes, han bajado la guardia dando por sentado que la impopularidad de Petro y los tropiezos del primer semestre impedirán el avance de las reformas.

La credulidad y ligereza del sector productivo y de los inversionistas, incluso apoyó en parte, la revaluación del peso.

En estos días después del 7 de agosto, una procesión de ilusos, asumiendo la vocería del sector empresarial y político del país, anduvieron genuflexos buscando la señal del presidente para el cacareado e inexistente acuerdo nacional. Incluso se alcanzó a ver la fila de santistas gremiales en la Casa de Nariño ofreciéndose generosamente a Petro para “manejarle”, con su larga experiencia, un estado que desde el primer día le ha quedado grande a Petro, a su gabinete y a todos los fieles del Pacto Histórico y a los vendidos de todas las banderas que necesitan, a cualquier costa, mantenerse en la chanfa.

No habrá escases de mermelada… eso es seguro. Y por eso avanzará, pese a todo,

la agenda reformista del gobierno.

Pero si habrá escases de dignidad y, todavía más importante, escases de vergüenza entre los congresistas, mientras destruyen con su voto grandes logros y conquistas de la sociedad toda como la reforma a la salud.

Y mientras satisfacen sus apetitos burocráticos, se justificarán diciendo que les ofrecieron demasiado y que era imposible resistirse.

La crisis nacional de dignidad ha afectado también a los grandes grupos empresariales. La vergüenza vivida con la deleznable actitud del Grupo Empresarial Antioqueño de entregarle a Petro el poder sobre la Cámara de Comercio de Bogotá, demuestra que la mermelada también funciona con los grupos económicos.

El mermelatón apenas comienza y todos los factores de poder del país lo están jugando a las escondidas. 1, 2, 3 por mí y el país que se joda.

Enrique Gómez Martínez 

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