DOS HISTORIAS MAGNÍFICAS… ¿CUÁL ESCRIBO PRIMERO?

Llegué el 30 de abril de 2018 a la I. E. Luis Antonio Robles de camarones, por un hecho pensado por Dios. Yo, trabajaba en El Sena, como instructora. Mami cayó en cama el 21 de septiembre de 2017, Dios me habló y me dijo que me preparara para su muerte. Dese ese día organizaba mis cursos de tal forma que, pudiera estar en San Juan el viernes y salir desde allá el lunes. Llegadas las vacaciones, el 15 de diciembre ya tenia todo organizado para irme a estar con ella, lo que hice, hasta el 9 de enero, que me echó de su lado. “Andá a buscá tu contrato, que te vai a quedá sin trabajo”: me decía. Pero eran 25 días pegada a ella, día y noche, que no me quería despegar. Al fin el martes 9 de enero de 2018, mas empujada porque me había comprometido con Nibya Omara y José Ceferino, de oficiar la boda de nuestra amada Laura José con Roberto, el viernes 12, que preocupada por el contrato; nos despedimos.

Fue un día bonito, aun estaba vital, aunque yo estaba preocupada porque no estaba orinando abundante como de costumbre, solicité al médico internista que trataran el asunto, la notaba hinchada, en vientre y pies llenándose de liquido. No obstante, ese día al despertarnos, declaró la magnificad y los salmos 23 y 91, se encomendó a Jesucristo, pidiéndole como cada dia, que le diera vida y salud. “Que lo demás lo resolvemos, nosotros nueve, que pa’ eso nos pari’te”: le completaba yo, haciendo alusión a sus nueve hijos y recordándole la frase celebre de su autor favorito, Diomedes Díaz, su llave. Desde el día anterior, Ladimiro Jimenez, (integrante de la familia, el papa de Natalia Rosa, mi sobrina), me había anunciado que le cumpliría el antojo de comer Bocachico asado.  Bien temprano, a eso de las seis y algo me llamó al teléfono.  “Aquí estoy cumpliendo las ordenes de su majestad, baje por el encargo”. Me dijo con su voz siempre alegre y festiva. Bajé con un bolso, le dije al portero que era para meter unas toallas que me traían, y mandar a lavar, la que estaba adentro; con la que cubriría, la mercancía de contrabando. Regresé a la habitación y le dije: “comerás Bocachico asado”.   La muy “Jesuita” (término que se usa para indicar “‘ira, quien te ve” o “¡mmhu! quien te oye, te cree” y que el diccionario bien define como, forma de actuar, astuta, ambigua y cautelosa); me dice: “¿como se te ocurre que voy a comer Bocachico en esta habitación? Va a quedar pestífera”.  “Usted no se preocupe por eso, yo me encargo”.

Abrí las ventanas de la habitación 307, que daban a un parqueadero, presioné varias veces el spray de su Splash y la senté en una silla, le di bocado a bocado un señor Bocachico como de un kilo, se masticó la cabeza, hasta hacerla morona, solo lo acompañó con medio plátano pintón cocido, porque la yuca la estaba “aventando” (su palabra para distendiendo”). “Ahora voy a comer yo”. Le dije.  Abrí el otro Bocachico, y antes de empezar a comer, me pidió la cabeza, la hizo morona. “Y el gordito te lo vai a comé?”. Me eche a reír y respondí: “Ya no! Con esos ojos de perrito velador, me toca dá’telo” y así se comió otro tanto de mi pescado favorito y el de ella.  En medio del desayuno mas delicioso que compartí a su lado en esos 25 días, me llamó, para ese entonces, mi poeta y escritor de cuentos favorito (todavía no había empezado a escribir novelas).  “Señora bonita: voy llegando de Maicao a Valledupar exclusivamente a conocer a La Marquesa, de La Comarca de La Peña y sus alrededores; ¿dígame en que Clínica las encuentro?”.  Le di el dato y corrí a alistarnos, antes que llegara el apuesto caballero de lenguaje florido, a verme, con la excusa de conocer a mi mama, suponiendo que así sumaba puntos, con la mujer que según el, lo traía loco, a pesar de la diferencia de edad, motivo por el que ella lo rechazaba enfáticamente. Ayudé a mami a bañarse y a vestirse, la maquillé, con sus labios rojos, la perfumé, la acosté y me metí a bañar. Estando en el baño, suena el teléfono que afortunadamente había llevado conmigo. “Mi Señora hermosa, estoy en la clínica pronto a ver a la mujer que parió a la criatura mas completa que he conocido jamás. Créame me ponen una reina de belleza y a usted y abrazo mi libro y me voy: usted es el libro, por supuesto. Indíqueme su habitación por favor”. Le indiqué el numero y le dije que estaba en el baño aún, que no lo podía recibir, que entrara y se presentara. Al instante escucho su voz cantando: “Ay yo tenia mi Lirio Rojo bien adorna’o, adornado con una rosita muy aparente…”, enseguida, ya no era una voz, sino dos; mi mamá se unió de inmediato a cantar su canción favorita. “Pero se metió el verano y lo ha marchitado, por eso vivo llorando mi mala suerte. (Bis)”. ¡Qué mujer tan “lisa”!!  Al oírlos me reí y me uní, saliendo del baño: “Se marchitó mi Lirio Rojo, pero fue culpa del verano, por eso estoy desconsolado, al ver que me dejó tan solo (bis)”.  El poeta cantor se presentó, abrazó a mi mamá, le entregó un perfume de Carolina Herrera tradicional y se la metió al bolsillo, inmediatamente. A mi me entrego un perfume 212 Rouse y un abrazo prolongado lleno de palabras lisonjeras, que si me descuido, me convence. Nada necesitaba yo mas en esos días que abrazos llenos de afecto sincero, que me recargara las pilas, que se van agotando ante el dolor de ver a la mujer mas fuerte y valiente desvanecer.  A pesar que el poeta me llamaba diariamente como si fuera su oración diaria. Verlo, sentirlo, oírle su fino lenguajes, aunque bien discernía la lisonja, reanimaba mi ser.

En este punto no se si girar hacia:

  1. Como terminé en una habitación de motel, gastándome las dos horas, con un apuesto joven que me hacia olvidar por un rato la pena de mi madre enferma, diciendo lo uras que me sacaban carcajadas (reír, al final la risa es la mejor medicina para el alma y el cuerpo) y hablando de literatura, de lo leído y de lo escrito por ambos. Ese día escuché por primera vez la historia de unos cimarrones, de la zona de Oreganal, de mujeres que nunca eligieron a quien amar, pues, las casaban con quien elegían sus padres; de una de esas uniones, nació Don Luis José, quien quebrantó la regla.  “Sucedió la historia de amor entre un guarda de la policía de aduanas (bautizados en La Guajira, como los “Chirrincheros”), oriundo de Oreganal, que prestaba sus servicios como el Comandante del Resguardo de Renta entre Urumita y La Jagua y la dama viajera.  Un día de un bus de Cosita Linda se bajó una Joven, con un vestido amarillo pollito, con mangas acampanadas, de sonrisa grande y mirada alegre; el comandante con sus gafas Ray-Ban, su sombrero pelo e’ guama; señalándola con el dedo, dijo a todos sus compañeros: he ahí la madre de mis próximos hijos”. Me dijo, como quien habla de yuca y papa, sin notar siquiera que en él hay un reservorio de historias familiares, de realismo mágico, que buscaban posarse como mariposas, en páginas que aún no se habían plasmado. Y digo habían porque hoy, cinco años después de aquel momento, está a punto de Lanzar su primera novela: ANAIRU, de la cual soy revista de estilo y prologuista, además lleva bien avanzada la segunda novela.  O
  2. Giro hacia, como la muerte de mami, su despedida bonita y llena de amor, el porqué perdí mi contrato en el Sena, y ese mismo día Dios tejió hilos de plata y me llevó directamente a trabajar con niños y adolescentes, para regalarme la maravillosa oportunidad de formarlos, no solo dándoles conocimiento, sino, seguridad y confianza en ellos mismos, elevando la capacidad de soñar e ir por sus sueños, a no abandonar hasta conquistarlos. Quiero, Contarles la historia de Mileidis, Maria José y Manuel, que se han empoderado y defienden su plan de vida, teniendo al frente una sola meta: Ser Profesional y en el corazón un propósito: sacar a sus familias de la pobreza. Ellos son mis hijos, aunque no los parí y no son los únicos, son 28 en mi curso, mas otras decenas que me dicen y me consideran madre y buscan mi consejo y apoyo. Con Mile, Mary y Mane, estamos incursionado en un Semillero Becario para La U, con la Fundación Color de Colombia y vemos muy clara la posiblidad de en unos años tener en nuestro haber a la Doctora Mileidis María Pushaina y a la Abogada Maria José Meza de la Etnia Wayúu, y al Arquitecto Manuel Enrique Conrado, Afro, Demostrándole a los demás jóvenes de la Institución que si es posible soñar y conquistar los sueños, siendo un ejemplo que estimule al resto y que cada año, sean más los wayúu y Afron que rompan la barrera de la educación superior, que solo existe en sus mentes.

Son dos historias magnificas, para ambas sirve el inicio o preámbulo, pero ustedes van a decidir, cual termino el próximo domingo.

Los leo en los comentarios…

Noralma Peralta Mendoza

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9 comentarios de “DOS HISTORIAS MAGNÍFICAS… ¿CUÁL ESCRIBO PRIMERO?

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