SE QUEBRO LA OLLETA… CONTINUA LA PASION

“A veces yo no duermo pensando en esos momentos pa cuando vuelvan, y yo me pinto allá parrandeando junto a mi gente que es gente buena con mis hermanos con mis amigos con todos aquellos con quienes he crecido, quiero volver a mi pueblo visitar mis amigos quedarme junto a ellos, sentir que yo estoy vivo”

Nostalgia de mi pueblo es una canción de la autoría de Jorge Fernández De Castro    que Los Hermanos Zuleta incluyeron en el LP “Hermanos Zuleta 95” que salió en el mes de noviembre de 1994 la cual hemos recordado en este momento cuando saboreamos paso a paso, sorbo a sorbo las ultimas cucharadas de las mazamorras de la Semana Santa que concluye.

Evidentemente ya con la resurrección de Jesús  en el corazón de quienes  mantenemos intacta la fe cristiana inculcada desde nuestros primeros años de circulación en esta  vida, se ha roto la olla para celebrar el reinado de la vida sobre la parca, vencida por el poder de Dios la muerte dejo de tener la última palabra porque lo han sentenciado las Santas Escrituras que quien cree en el no morirá para siempre y de allí que después de la Vigilia pascual lo que sigue es la entusiasta celebración por la vida eterna  del hijo de María y José, las campanas han hecho saber de su alegría y todo lo escrito que escrito esta se ha cumplido para complacencia del altísimo.

Termino ya una Semana Santa que para la familia tuvo motivos para la alegría y el fortalecimiento espiritual, primero al iniciar el Domingo de Ramos con la bellísima Eucaristía presidida por Evaristo nuestro hermano en Acción de Gracias por la vida de Elida Camargo una mujer abnegada y resiliente con motivos de sus primeros 90 años cumplidos  madre de mis primas las hijas del Tío Tomas Acosta quien desde el cielo seguramente vio con gozo después de mucho tiempo a la familia reunida sin que lo hiciéramos para llorar nuestros muertos como sucedió brutalmente durante los últimos tres años, allí reunidos en el restaurado  kiosco en el patio de su casa lugar que evoca mis gratos recuerdos de aquella vez  cuando recién cumplidos mis primeros nueve añitos vi acostado en un chinchorro en medio de la parranda al Pollo Vallenato Luis Enrique Martínez, se celebraban entonces los 50 años de vida del Tío Tomas lo que se constituyó en la primera gran fiesta de la Región después de “La cumbiambona” el festejo realizado en 1920 en El Tablazo por haber finalizado la pandemia de Gripe Española durante cinco días con sus noches amenizada por Francisco El Hombre y  José Antonio Ibarra.

Más que una fiesta fue un día para el reencuentro,  para el recuerdo y para manifestarle a Elida nuestro respeto, el cariño y aprecio al cual se ha hecho acreedora de su gente por ser un ser humano, de aquellas amigas de mi vieja que no han muerto que nunca ha cambiado con migo, que es siempre igual y con el mérito de haber traído al mundo a Tomachi mi primo que fue como mi hermano, mi compinche, mi amigo y mutuos confidentes a quien entrego a Dios en la plenitud de su primavera cuando apenas había cumplido sus primeros 19 años, lo hizo en cumplimiento del deber cristiano de entregar al Todo poderoso lo mejor que uno tiene, por eso nunca dejo de creer en él, ese  fue el gran ausente de este encuentro sublime y sentido pero con gozo acompaño a su madre con su sombra tutelar desde su morada maravillosa a donde la luz abunda y la compañía de la mismísima virgen es permanente y cercana.

Después de compartir muchas vivencias, platos con profunda connotación costumbrista y con sabores a ruralidad usuales durante estos días sagrados se ha roto la olleta, hemos celebrado con todo rigor de disciplinarios catecúmenos los “Días santos” y tuvo la tapa de la cajeta con el regreso de la carne a los fogones y a la mesa para dar gracias por el regreso del Mesías después de haberse inmolado por la salvación de todos, injustamente crucificado, entregado a sus verdugos para su sacrificio por uno de los que invito a comer como suele suceder en estos tiempos de tanta inversión de valores.

Jesús como dice la palabra fue crucificado, después su larguísima pasión muerto, sepultado, descendió a los infiernos y resucitado dejando para la humanidad varias lecciones, entre otras que no todo aquel a quien se le sirve nos quiere, que la envidia y la ambición son un coctel peligroso que hace que se manifieste lo más bajo de la condición humana, que todo aquel que acepte que lo usen como redentor terminara tarde o temprano crucificado y que la gente buena aunque entierren su cuerpo no muere sino cuando lo olvidan, cuando no honran su legado, cuando se traicionan los principios que nos han enseñado nuestros mayores, que las maldades que se hacen se devuelven,  que ningún reinado dividido por poderoso que se crea permanece en pie, que las multitudes que hacen muchas veces que algunos se sientan siendo ídolos no estarán en el momento que algo salga mal y nos llegue la desgracia, con Jesús en el Monte de la Calavera solo estuvieron Juan y sus madre, a donde se escondieron sus acompañantes de siempre? Esto para que los insensatos que se embriagan con el poder tengan presente que el día que los bajen de allí solo les quedara su familia no estarán sus aduladores, me refiero a esa gente mala para la cual la pasión no ha terminado con la Semana Mayor, porque no hay delito perfecto la verdadera pasión es la que les viene para encima por no recordar que Dios Premia y Castiga a quienes con impiedad traicionan la generosidad de sus conciudadanos.

Cuanto me gustaría que la Semana Santa se realizara siquiera dos veces al año, son días diferentes, de matorrales atropellados del verano, los montes huelen distinto, los pájaros cantan mientras buscan agua y no hay leña que no ayude a cocinar sabroso, pero cuanta falta nos hace nuestra gente que ya no está, cuanto añoramos a los padres, tíos, hermanos y primos que en un pasado maravilloso rompían la olleta sacrificando un chivo y compartían con todos nosotros este tiempo de sagradas connotaciones.

¡Ojalá hayan tenido tiempo de reflexionar quienes andan por mal camino, aquellos a quienes el poder se le ha subido a la cabeza, que olvidan dar el abrazo a quienes van encontrado cuando van subiendo y serán los mismos que les podrían dar la mano cuando vengan bajando o cuando los bajen porque no hay objeto licito que permanezca si se mantiene con medio innobles!

Luis Eduardo Acosta Medina

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