“Es extraño lo que pasa entre los santos y yo, cada uno escribe una carta cada uno pide un favor”
El aparte que antecede corresponde a la canción “Los santos y yo” de Héctor Zuleta, incluida por El Binomio de Oro “Por lo alto” lanzado el 18 de junio de 1977, la cual vino a mi mente con motivos de las fiestas patronales de mi pueblo este 22 de mayo cuando los Monguieros celebramos el día de Santa Rita de Casia
Esta fiesta tradicional la realizaban con todo rigor y protocolo nuestros viejos y se constituía en ocasión para el festejo, las complacencias y la integración de nuestros pueblos, esta vez, un grupo de mujeres altruistas y algunos caballeros presididos por el Padre Johon hacen los esfuerzos que se requieren para devolverle a ese día su trascendencia mientras Rita la grande y la Chiquita hacen su aporte desde los aposentos celestiales para que no mueran nuestra fiesta y nuestras esperanzas para que siga siendo esta fecha insignia de un pueblo esencialmente respetuoso de los Mandamientos de La Ley de Dios, los bautizos en aquellos tiempos así como las primeras comuniones, repartían “Estampitas” de recuerdo, y los padrinos regalaban gaseosas a la concurrencia, y los compadres celebraban ese acontecimiento con parrandas y como si fuera un ritual decían, “Compadre me entregó al ahijado moro y se lo devuelvo bautizado” para significar que el vástago llevado a la pila bautismal estuvo en peligro pero ya con el primer sacramento estaba blindado.
No hay duda que echamos de menos a nuestros viejos, eran ellos quienes daban cima y altura a la fiesta, la santificaban, hacían del 22 de mayo un día sublime y de reencuentros y a pesar de su inocencia supina daban más trascendencia a la santa que a lo citadino, todo mundo colaboraba, era una celebración sentida éramos una sola familia, ninguno hacia daño otro, no existía la capilla para cuya construcción todo el que pudo aportó su grano de arena, permaneció comentada y desguarnecida durante varios años porque un maestro de obras hizo lo que le dio la gana y la dejo inconclusa, pero después la comunidad se echó el asunto al hombro y se construyó sobre lo construido como debe ser, después de pañetada y pintada por primera vez Amylkar mi hermano en 1982 le regalo a Santa Rita las bancas y este cuerpecito hacen quince años le regaló el campanario, existe la iniciativa y es deseo de todos su ampliación tema que requiere mucho cuidado, debe ser paso a paso, de acuerdo a las posibilidades que se tienen porque todos los sectores están tratando de salir de la crisis y no se deben correr riesgos para no quedar sin el pan y sin el queso.
La gran fiesta cuando yo estaba muchacho y desde muchos años atrás tenían su epicentro donde Prudencia Fuentes “Pule” en su casa de bahareque y palma amarga que quedaba cerca de la mía, en medio de las casas de las familias Ávila Sierra y los Palmezano Viloria, eran tres pegadas, en frente de la de Pule había un salón grande de palos y palma de corúa donde todos bailaban con picó mientras el olor a pólvora de fuegos artificiales se confundía con el ron, la parafina de las velas encendidos, era ella la dueña de “Santa Rita la chiquita”, la heredó de Manuel María Aguirre su padre de crianza quien la tuvo en Cotoprix, la llevo a Cerrillo y finalmente a Monguí, fue Rita la chiquita su guarda espaldas durante la guerra de los mil días, y nos contaban que la escondía mientras peleaba para salvarla de caer en manos del enemigo y decía mi abuelo que ella salvó a Aguirre varias veces de la muerte él era su fiel devoto.
Donde “Pule” se hicieron esas fiestas patronales hasta 1970 ya que la llegada de “Santa Rita la grande” fue un acontecimiento que cambio algunas cosas, y ella no fue inicialmente de buen reciba, se decía entonces que la milagrosa era la chiquita, claro, no dejo de ser aquel un suceso de connotaciones extraordinarias, la llevó el Padre Pio en su Land Rover Santana de color verde manzana y la colocó durante varios días dentro de un guacal de madera en la sala de la casa de la Tía Negra Acosta en el mes de mayo de 1971 mientras se socializaba el asunto, los muchachos nos acostábamos en el piso a su lado para medirnos con ella, no fue fácil que los viejos entendieran la necesidad de tener una imagen más grande, y de la comunidad porque la otra tenía su dueña, recuerdo que mi padre junto con Monseñor Livio Reginaldo Fischioni conjuntamente con don Miguel Campo Brito y Luis Carlos Cobo directivos de la Junta de Acción Comunal, y por los docentes Alonso Solano mandaron a llamar a Mi abuelo Eduardo Medina y a “Papa” Crispín Peralta como patriarcas del pueblo para explicarles el asunto y ellos dieron su aprobación para que el profesor Alonso Rector del colegio pudiera ingresar la santa a la Sala de profesores del local viejo a donde permanecía durante todo el año y solo salía para su fiesta. No olvido que Evaristo mi padre dijo una vez que no se debería llamar Santa Rita de Casia sino “Santa Rita Labradora”, porque cada vez que había dificultades por falta de lluvias para las cosechas la sacaban y llevaban hasta los roserios en la región de Songó, y a medida que avanzaban los agricultores hacían sonar salvas con sus chopas, las escopetas y revólveres y siempre llovía.
Nuestros abuelos acudían a los santos servicios de ella para que lloviera por eso cuando el verano se prolongaba engrasaban con “Tres en uno” los revólveres y escopetas, y hacían la peregrinación en su compañía a caballo, en burros y de a pie a la Región de Songó la paseaban, disparaban perdigones al cielo en todo el camino, papá les regalaba “Varillas” que eran cohetes voladores de pólvora para la alegría de todos, mientras tanto iban tomando “Jopo e tigre” un licor artesanal que ahora le dicen Churro o Chirinche que vendía por litros mi tía Nelis Medina importado desde la de Hatonuevo, lo traía una señora que se llamaba María, no se transportaba en pimpina sino en unos botellones grandísimos de vidrio recubiertos con tejidos como si fueran mochilas..
Una vez se presentó un verano cruel, a lo que ahora han bautizado como “Fenómeno del niño” se estaban muriendo los cultivos y los animalitos los viejos tomaron la decisión de realizar el acostumbrado peregrinaje y durante los preparativos le pidieron al Tío Simón Deluque que aportara a la cusa que estaban pasando el sombrero para los gastos de la llevada de la santa a los roserios y el no quiso aportar dijo que no creía en esas cosas, y sucedió que ese día la llevaron y llovió en todas partes menos en el cultivo de maíz de él, allá lo que llego fue un ventarrón que le tiro al piso casi todo el cultivo, todos dijeron en el pueblo “Santa Rita castigó castigó a tío Simón”, a él le daba rabia cuando le recordaban el tema.
Fue en la sala de Pule frente al altar de Santa Rita la primera vez que la mayoría de muchachos vimos un acordeonero de carne y hueso, era Monche Brito que vino de visita a donde sus primos los hijos de Lele Brito y Efraín Reinoso, el estaba tocando en la parranda pero antes de cada canción contaban anécdotas, echaban cuentos desde luego divertidos para ellos aburridos para la muchachada, alguno de los mirones dijo “Ese viejo más es lo que habla que lo que toca” y le ripostó José Peralta “Suarez” un tío de mi vieja “Cállese muchacho así son las parrandas y los acordeoneros buenos son haraganes”, esa vaina no se puede olvidar, la memoria es a veces ingrata pero siempre deja algo por allí.
Nos contaban nuestros mayores que Santa Rita era celosa, que una vez había una parranda nen la casa de Pule durante la celebración de su día y quienes allí estaban se fueron para “La casa de Chocho” a donde había un baile y sucedió que inexplicablemente el altar a donde ella estaba se incendió, la única que no se quemo fue ella, se dijo entonces que “Santa Rita estaba guapa” y pienso que tenia razón.
Luis Eduardo Acosta