Alguna vez alguien me dijo que me veía como una persona que luchaba, que no se dejaba vencer tan fácil, pero confieso que muchas de las veces en que parezco una mujer fuerte, me he levantado o acostado con ganas de rendirme, porque la situación es dura, difícil, abrumadora, complicada o agotante, pero vuelvo a Las Sagradas Escrituras, donde se cuenta de personas con todo tipo de problemas, que confiaron en Dios y Él les concedió su gracia y favor para salir adelante.
Dios fue, es y siempre será y si Él fue fiel a Abraham, a Jacob, a David, a Salomón, a Ana, a José, a Sara, ¿por qué dudar que también es fiel a ti y a mí, que su fidelidad no tiene fecha de vencimiento?
Dice en Romanos 8:38-35 que nada podrá separarnos del amor de Dios. Ni la muerte, ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos de su amor.
No dejes de creer que Dios es quien abre y cierra puertas, confía que si una puerta se cierra es porque no te conviene y que te será abierta justo la puerta que necesitas que se abra. Si una puerta se cierra es porque Dios abrirá una nueva, más que una frase de cajón, es una realidad en la que debemos creer.
Debemos confiar que La Palabra de Dios nos guía en cualquier circunstancia. A todos nos han dado ganas de darnos por vencidos, pero recordemos que, aunque el cuerpo se va desgastando, por dentro nos renovamos cada vez más. Pues nuestros pequeños y pasajeros sufrimientos producen una gloria eterna más grande y abundante (2 Corintios 16-18)
En tu hogar, en tus relaciones familiares, en tu trabajo, en tus relaciones laborales, en tu enfermedad, ante la pérdida de un ser querido, ante cualquier adversidad, no te rindas. El Padre tiene un propósito con eso que estás viviendo, acércate a Él para que te dé fuerzas para soportar, sabiduría para manejar la situación y ver su voluntad.
Entiendo perfectamente que quieras tirar la toalla, yo he estado en esa situación, pero espero que en la oración encuentres tranquilidad, fortaleza y aliento. Ten presente que Dios es quien te ciñe de poder y hace perfecto tu camino (Salmo 18:32)
Jennifer Caicedo