¿PUEDE LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA DETENER EL CALENTAMIENTO GLOBAL?

La biodiversidad está estrechamente ligada al cambio climático, el problema más noticioso de la humanidad en el momento. Ahora que nos volvemos importantes porque buena parte de los temas que se tratarán en la COP 16 se enmarcan dentro de éste, vale la pena actualizarnos un poco.

Enfatizo lo de noticioso porque al respecto, aunque no tenga el mismo despliegue, lo más importante como pronunciamiento hasta el momento es la sencilla frase del Papa Francisco según la cual se deben tener en cuenta no sólo los aspectos ecológicos sino también los sociales, económicos y políticos. «La ecología integral requiere apertura hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas o de la biología, y nos conectan con la esencia de lo que es humano».

Pero atendiendo a lo más visible toca señalar como la cantidad de incendios y altas temperaturas que estamos viviendo en Colombia al igual que los eventos extremos que salen en las noticias mundiales como huracanes en China, incendios en California, inundaciones en Bangladesh, etc. muestran el desequilibrio del planeta.

Explicaciones hay varias, desde la que asimila eso a la fiebre como síntoma de una enfermedad holística de la madre tierra, hasta los que lo ven como un proceso de evolución por eras geológicas donde comienza superarse la era del antropoceno (llamada así porque coincide con el dominio del ser humano).

Pero valen algunos comentarios tomando datos del informe Global Energy Perspective de Mckinsey que se basa en el seguimiento al Acuerdo de París y los compromisos para limitar el aumento global a 1.5 º

Como antecedente constata que ha habido avances en la transición energética pero que entramos en una nueva fase de nuevos desafíos, en cuanto a costos crecientes y retos tecnológicos.

Se ilustra con paneles fotovoltaicos y vehículos eléctricos. Al respecto China es el primer productor del mundo y además tiene más de ambos que todo el resto de los países en conjunto, lo cual parece obvio por la población que tiene y la intensidad en el desarrollo económico y tecnológico.

Pero solo el 10% de las tecnologías potenciales han sido desplegadas. (Las de bajo costo y fácil implementación). De dónde se debate si sí amerita inversiones a largo plazo (esto tanto a nivel público como individual y tanto en términos energéticos como económicos) en industrias cuya inminente obsolescencia tecnológica es previsible e inevitable y acaba siendo más el costo que lo que aportan. Este es un ejemplo de la dificultad ¿imposibilidad? de conciliar el avance necesario para satisfacer la demanda creciente de energía sobre todo de los países en desarrollo con el posible aumento de la oferta con la tecnología actual. El costo de la sustitución por tecnologías más eficientes sería desproporcionado en comparación con el costo que tienen los combustibles fósiles. Existe por lo tanto una incompatibilidad entre el propósito de equilibrar o ayudar al desarrollo energético del resto del planeta para controlar el cambio climático -objetivo político y social- y los incentivos económicos para hacerlo.

El análisis involucra la demanda energética; la producción por fuentes fósiles; la producción baja en carbón (sostenible); la capacidad y los costos de producción de electricidad; y como se mueve la integración energética alrededor de la descarbonización, la matriz energética, las alternativas greenpower (biológicas); el incremento en el uso industrial, y la oferta y demanda de los metales necesarios.

Nueve consideraciones básicas definen la transición energética: 1) los de políticas: los objetivos que se buscan, la seguridad o garantía del abastecimiento, y el costo en CO2. 2) la evolución del desarrollo tecnológico: las ganancias en eficiencia, la tendencia a la baja de costos, y la innovación. 3) el marco para multiplicar las energías sostenibles: los cuellos de botella, la expansión de la red, y la opción nuclear.

Ya en cuanto las perspectivas, ninguno de los escenarios permite suponer que se logrará alcanzar el objetivo.  La solución dependería de crear un nuevo orden mundial capaz de manejar al mismo tiempo subsidios para unos desarrollos tecnológicos mucho más eficientes y para repartir los frutos de la transición energética por todos los países, pero mientras tanto no existiría ningún incentivo para adelantar la descarbonización que supone ser el objetivo central.

Juan Manuel López Caballero

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