La ciudad de Cali ha sido el escenario propicio para la más importante Conferencia Internacional sobre la biodiversidad y todo lo que alrededor de ello implica: la conservación de las especies, la transición energética y las empresas que se desarrollarán bajo esta nueva coyuntura; la protección del medio ambiente y de los ecosistemas; el impacto que las guerras y la sobre explotación de los recursos finitos de flora y bosques ha tenido en la biodiversidad, así como otros temas de gran importancia, actualidad y relevancia, se expusieron con bastante éxito y expectación en diferentes foros para disfrute de los participantes.
Los conversatorios llegaron desde diversas orillas variopintas: expresidentes y congresistas, organismos internacionales, entidades gubernamentales, comunidades ambientales, universidades e instituciones educativas, centros culturales y de investigación, entre otros. Indudablemente, la riqueza de este magno evento debe apuntar a establecer una ruta de objetivos comunes entre gobiernos, sectores productivos, academia, organismos internacionales y de investigación científica, para no solo sensibilizar a los diferentes estamentos involucrados y a la sociedad civil sobre ello, sino para canalizar proyectos financieramente realizables y sostenibles a mediano y largo plazo, respetando los recursos y las prácticas productivas actuales; evitando el riesgo de desabastecimientos, frenos al desarrollo y pérdida de ingresos o empleos, así como el reemplazo seguro, escalonado y eficiente de las actuales fuentes de energía, sin populismos irresponsables ni utopías.
Pero la COP16 estaba muy lejos de ser un encuentro universal de academia e investigación con prospectiva de futuro, para descorrer el telón de la tragicomedia: el sarcasmo, la parodia, los elementos cómicos y trágicos, como en La Celestina, del Barroco Europeo o en el Siglo de Oro Español, comenzaron a desnudar sus verdaderos personajes… y personajillos secundarios en esta obra.
El presidente Petro, celebrando que el Fiscal y la Procuradora ya “se fueron”, anunció que en el Plateado se iniciará la COMPRA ESTATAL DE COMPRA DE COCA; esto es, el gobierno nacional normalizará la siembra de coca a grupos terroristas y de narcotraficantes sobre sus cultivos ilícitos, base y causa de la violencia territorial, la inseguridad ciudadana y la economía subterránea, mientras aparece “la economía lícita”. La explicación es que como en esos territorios no llega el crédito porque hay una segregación geográfica de la pobreza, el Estado se investirá transitoriamente de inversionista ilícito para dinamizar la economía. De 40 mil hectáreas sembradas de coca en 2013, muy controladas y en vías de erradicación, se estima que en este gobierno las hectáreas sembradas de coca podrían llegar a 300 mil. ¡Una barbaridad notable!
Luego de esa parodia trágica, llegaba el sarcasmo presidencial de “no quiero” firmar más contratos de exploración de petróleo, carbón o gas, porque esa “firmita” generará que todos los asistentes de ese día, sus descendientes y el resto de la humanidad, inclusive, quedarían “expuestos a la muerte”. La gente aplaudía.
El sarcasmo se tornaría amenazante e insultante al irse el presidente, lanza en ristre, contra la industria azucarera del Valle del Cauca, que es un emporio de riqueza y desarrollo en la historia económica de Colombia. Con palabras llenas de odio y altisonantes, frente al alcalde de Cali, quien, indemne ante la verborrea petrista, debió soportar el calificativo de empresarios explotadores, esclavistas, narcos y corruptos, así como toda la empresa privada vallecaucana o colombiana, y sus emprendimientos conexos. Quedaba claro, entonces, que este foro internacional sería una encerrona política de muy mal gusto; vulgar y vergonzosa, auspiciada por el gobierno central y su ministerio de ambiente, dándole un aire “in extremis” a una administración que requiere urgente un lavado a fondo de imagen, dada su extensa cadena de fracasos y desaciertos.
En ese marco, llegaban unas anécdotas entre líricas y cómicas, aunque de verdad penosas, de otros personajes secundarios o personajillos de esta Tragicomedia COP16. Uno de ellos fue el ministro de cultura, quien en clave filosófica – histórica trata de explicar por qué un adefesio de “monumento” amorfo en Puerto Rellena, Cali, levantado por vándalos y terroristas en 2021, debería declararse “Patrimonio Cultural de la Nación”. Asistimos a la presentación de un monosilábico coro de indígenas, quienes, transportados en buses pagados con los impuestos de todos los colombianos, hacían de entusiastas barristas para corear el nombre del presidente y aplaudir cualquier disparate. La ministra de Ciencia aseveró que la industria del vino se forjó a partir de un conocimiento tradicional de campesinos, negros e indígenas en Argentina y Chile, a través de una transferencia de tecnologías, me imagino que hace como mucho unos cien años. El presidente de la Cámara de Representantes invitó a sus colegas a asistir a la cumbre de Cali, para descansar y pasarlo bueno, incluyendo bailar salsa, porque han trabajado muy duro. El mismo presidente Petro, indignado porque los líderes de izquierda latinoamericanos no le acompañaron, trata de decir que, a pesar de ello, los pueblos se han reunido y han sacado adelante la agenda de la COP16; pero, la verdad, con 33 países asistentes de 196 invitados, ha sido un despilfarro enorme y otra estrategia petrista para distraer una administración y un gobierno en caída libre.
Esta corrida bufa se completó con un anuncio de la atolondrada ministra Muhammad, publicando en redes un falso video de Lionel Messi apoyando la iniciativa verde colombiana, replicado, ligeramente como otros Osos Monumentales, por el presidente Petro, quien, no satisfecho con esa nueva embarrada Fake, en su discurso anticipado de clausura, señala al “bloqueo” norteamericano, como la causa perenne de la diáspora de ocho millones de venezolanos por todos los continentes del mundo buscando una vida algo digna, exculpando así, 26 años de miseria, tiranía, corrupción y represión del binomio mafioso chavista – madurista. Literalmente, el único escudero torpe del sátrapa venezolano en el planeta tierra, es Gustavo Petro, para vergüenza de todos nosotros; colombianos y latinoaméricanos.
Tres o cuatro gatos delirantes en un auditorio vacío y aletargado siguen aplaudiendo esta parodia. Es una escena melancólica de un gobierno que se va a pique inexorablemente, como el San José en Salmedina.
En conclusión, esta larga Tragicomedia no arrojará ningún fruto ni cosechará negocios o desarrollos para el sector primario y la biodiversidad colombiana; la ideología globalista de la izquierda progresista y corrupta a nivel universal, pretende arroparse de ecología, animalismo, biodiversidad y transición energética, mientras somete y empobrece sectores productivos y comunidades que se sirven de esos recursos. El cuentazo ilustrado del CAMBIO CLIMÁTICO, es el caballo (¿o el burro?) de Troya, para cooptar gobiernos, debilitar las democracias e intervenir y normalizar el sector productivo primario, para generar mega industrias alrededor de la ecología y el medio ambiente, en beneficio de consorcios y grupos económicos poderosos, a largo plazo.
La política de la Unión Europea, de la “Europa islámica” y de Norteamérica, ya lo padecen, con consecuencias terribles en lo económico, en lo educativo, en lo ambiental y en lo cultural.
Las nuevas fuentes de energía y la explotación racional de los recursos ambientales y agrícolas, debe ser una política planificada de largo plazo, sostenible y financiable; un proceso que genere más ingresos, bienestar, empleo y conservación de especies, sin populismos apocalípticos ni improvisaciones costosas.
La región Caribe y el suministro de gas, es la punta del iceberg.
Luis Eduardo Brochet Pineda