LA CONVENCIÓN BANCARIA

Al momento de escribir estas líneas se desarrolla en Cartagena la 59ª convención de Asobancaria, un evento que reúne a los representantes de más de 50 entidades de créditos del país.

Normalmente, en estos eventos se hace un balance del comportamiento de la cartera y su impacto en los sectores productivos del país; se anuncian nuevas tecnologías que definen el futuro de la banca y se presentan algunas charlas magistrales sobre la política monetaria y la regulación financiera. Este año, la agenda está enfocada a escuchar “las voces de los protagonistas” de la política y economía del país. En la pasarela estarán los que se están peleando el poder en el gobierno (Armando Benedetti, Laura Sarabia y Cielo Rusinque); los que se pelean el protagonismo en el Consejo Gremial (Bruce Mac Master, Germán Arce y Camilo Sánchez) y los que se pelean el aval de Petro y Juan Manuel Santos, en las presidenciales del 2026 (Roy Barreras, Claudia López y Mauricio Cárdenas).

Lamento que no hubiese aprovechado esos espacios para debatir sobre la concentración del crédito en Colombia. Según las cifras de Asobancaria, el saldo total de la cartera bruta en 2023 fue de $ 655 billones, de los cuales el 82,5% se concentró en los sectores comercial y de consumo. También hubiese sido interesante escuchar algunas ideas de cómo aumentar la cobertura del crédito en sectores claves de la economía del país, como la agricultura, minería, inmobiliario y entretenimiento. Estos cuatro sectores solo participan con el 7,5% del total de la cartera. Irónicamente, son los que más aportan al PIB nacional.

Otro tema que hubiese sido interesante debatir en la convención bancaria es el de los instrumentos estandarizados que el sistema financiero está ofreciendo a las empresas. Mientras en los países desarrollados la banca está centrada en darles a los clientes herramientas digitales sencillas y casi didácticas para tramitar créditos, acá seguimos aburriéndolos o alejándolos con tanta papelería. Mientras que en los demás países prefieren tener clientes a 20 años, acá prefieren financiar inversiones a mediano plazo con créditos a corto plazo renovables. Lo esencial del préstamo es su carácter de permanencia y no su duración.

También hubiese sido de mucho interés ver en la agenda de la 59ª convención bancaria, propuestas audaces de cómo sustituir en vez de reemplazar a los pago-diarios con el microcrédito; de cómo crear un scoring estándar que ayude a agilizar los procesos de apertura, estudio y desembolsos de los créditos y de cómo instituir con el Estado un sistema de recuperación de cartera que, en vez de entregarle la cabeza del cliente a las firmas de cobranza y juzgados (un perverso negocio de remates), lo ayude a recuperar su negocio para seguir cumpliendo con el pago de sus obligaciones. Para eso, existen los patrimonios autónomos y los fondos de garantía estatal.

Y por supuesto, me hubiese encantado ver una propuesta de la banca para dar cobertura de crédito a más de 2.4 millones de productores de alimentos que según el Dane, no existen para el sistema financiero y les toca acudir al crédito del comercio de agroinsumos e industrias de materias primas.

Indalecio Dangond

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