URIBE, OJO CON VICKY

Debo admitir que en un inicio vi en Vicky Dávila a la primera mujer presidenta de Colombia. Como muchos, la reconocí en los medios como una periodista valiente, capaz de enfrentar al poder y presente en momentos históricos del país. Incluso pensé en darle mi voto, pues creo que ya es hora de que una mujer llegue a la presidencia. Sin embargo, tras el atentado y los últimos acontecimientos, hoy tengo dudas profundas: todo indica que Vicky Dávila es, o está camino a ser, la carta de Juan Manuel Santos.

 

1. Impresión personal y cambio de perspectiva

Vicky se formó en medios de gran poder: de Telepacífico y QAP pasó a RCN y La FM (Grupo Ardila Lülle), luego a W Radio y finalmente a dirigir Semana bajo los Gilinski. Su trayectoria le dio premios, prestigio y acceso a presidentes y ministros, pero también la ató siempre a conglomerados con intereses políticos. Hoy, con su campaña en caída y actitudes cada vez más calculadas, parece más un movimiento estratégico que un paso natural.

 

2. El ataque sin fundamento a Abelardo De La Espriella

La muerte de Miguel Uribe Turbay, tras dos meses de luchar por su vida después del atentado, cambió el tablero político: en ese tiempo el uribismo subió con fuerza y Vicky pareció incómoda con el ascenso. Más aún cuando Abelardo de la Espriella, viejo aliado suyo en cabina de radio, irrumpió el 16 de julio con Defensores de la Patria, creciendo como un fenómeno desde el primer día, mientras su Movimiento Valiente sigue estancado, sin que se sepa si recoge firmas o solo contrató una empresa para cumplir el requisito. El punto más crítico llegó con su ataque directo a De la Espriella por “defender criminales”, un discurso que resulta contradictorio: ella misma fue quien, durante años, abrió micrófonos a Gustavo Petro en La FM y W Radio, entrevistas que contribuyeron a construir la imagen presidencial que hoy ostenta.

 

3. El circo de las encuestas colombianas

El manejo de las encuestas en esta campaña es otro foco de manipulación, y Vicky Dávila es quien más invierte en ellas, al punto de mostrar incluso encuestas de apuestas como triunfos. El caso más sospechoso fue el de Miguel Uribe: aún en coma seguía apareciendo de primero y, tras su muerte, en solo tres días los números “se reacomodaron”. Una encuesta del CNE mostró a Vicky saltando con 18%, La mentira llamada Fajardo con 14%, Abelardo de la Espriella con 11%, mientras Cabal se estancaba empatada con Claudia López en un 8% y lo más raro, Pinzón a menos de 24 horas de haber visitado a Uribe marcaba 4% justo después de armar alboroto en el Centro Democrático. Lo llamativo es que el repunte más notorio fue el de Dávila, quien hace apenas un año dirigía Semana, donde bien sabía cómo se manipulan esas encuestas y más si es la encuestadora favorita de Roy Barreras, Petro y Santos. Hoy, en medio de esa guerra mediática, su campaña luce más débil frente al fenómeno de De la Espriella.

 

4. La lección de Bolivia

Que el tiempo y el peor mal del colombiano (el hanzaimer genético) no nos haga olvidar que las encuestas siempre pierden al final del juego, y no porque sean malas haciendo su trabajo, si no por presentar resultado a favor del que les paga. No olvidemos el ejemplo reciente de Bolivia: encuestas que pintaban ganadores seguros que al final quedaron abajo y quien no aparecía ni en las sombras quedó arriba de todos. Allí, como aquí, las mediciones fueron un instrumento de manipulación más que un reflejo de la realidad. En Colombia la historia se repite: encuestadoras y medios construyen una narrativa para que los electores se resignen a opciones fabricadas. En esa narrativa, Vicky se vende como la “outsider independiente”, pero con el respaldo de los mismos grandes grupos que financiaron campañas en el pasado.

 

5. El endoso de votos sin sentido

Resulta absurdo que a solo tres días de la muerte de Miguel Uribe sus votos aparezcan endosados automáticamente a Vicky Dávila. Ella, que se distanció del uribismo y niega alianzas como lo hacía Rodolfo Hernández (q.e.p.d), ahora surge beneficiada como si fuera la heredera natural de esos apoyos. En contraste, De la Espriella, que crece en firmas, viralidad y presencia en la calle, queda abajo de la mentira prefabricada y requemada de Fajardo. Todo huele a estrategia: Santos, viendo que Claudia López y Roy Barreras no despegan, habría lanzado a Dávila Un anzuelo, Y ella mordió. Hoy, inflada en encuestas por los mismos banqueros y políticos de siempre, intentan venderla como candidata “seria” del centro, cuando en realidad es un producto fabricado por los sectores que manipulan la política.

 

6. La burla de Fajardo

Que Sergio Fajardo aún aparezca con dos dígitos es un insulto al electorado: El profesor que vive más dormido que Petro no le gana ni a pinturita, menos ahora que el Partido Verde está fracturado, los jóvenes ni lo conocen y ya ni los petristas lo ven como opción. Pese a eso, las encuestadoras lo mantienen en la foto solo para simular que el “centro” existe. En ese montaje, Fajardo es simple relleno y Vicky Dávila la estrella fabricada, disfrazada de outsider pero respaldada por los más ricos del país.

 

7. La única elección posible: Uribistas vs. Antiuribistas

Colombia no está dividida entre tibios ni progres a medias, sino entre uribistas que siguen al que designe Álvaro Uribe y antiuribistas que jamás votarían por esa opción. Vicky Dávila y Juan Manuel Santos lo saben: el objetivo es forzar una segunda vuelta donde ella, disfrazada de “outsider”, se convierta en la carta fundacional del santismo, en alianza tácita con Petro si es necesario. No sería la primera vez: Santos en 2014 pactó con todos los bandos para reelegirse, y Petro en 2022 también tuvo que aliarse “hasta con el diablo” y recoger votos prestados del antiuribismo que antes fueron con Rodolfo Hernández. Hoy la jugada parece repetirse: un centro artificial fabricado para confundir al electorado mientras el poder real se redistribuye en manos de los mismos de siempre.

 

8. El juego de póker de Santos

Santos es un jugador de póker político. En 2019, Vicky desde Semana destapó la caja de Pandora con el Ñoño Elías y Odebrecht, lo que en teoría golpeaba al santismo. Pero hoy, extrañamente, su crecimiento electoral parece favorecer la tesis de Santos: debilitar a Petro y fracturar al uribismo. No olvidemos que fue Santos quien introdujo la narrativa de la “tercera vía” en Colombia, y Dávila parece encarnar exactamente eso. No como periodista, sino como candidata disfrazada de independiente, pero con los mismos respaldos estratégicos y a la misma lógica de poder que siempre ha movido Santos.

 

9. Uribe y el Centro Democrático

El juicio contra Álvaro Uribe no lo debilitó: lo reactivó políticamente. La casa por cárcel impuesta en un proceso sesgado y visto como una injusticia nacional terminó transformándose en un impulso, pues el Tribunal Superior aceptó una tutela y le concedió la libertad mientras se toma una decisión definitiva. Ese giro lo devolvió al escenario con más fuerza.

Su primera aparición en Sabaneta fue un estallido popular, y en Bogotá, al visitar la tumba de Miguel Uribe Turbay y hablar en el lugar del atentado contra él, dejó un mensaje inequívoco: Uribe está de regreso.

La persecución de la izquierda terminó dándole el aire que no encontraba, devolviéndole la imagen de 2006 ante sus seguidores: un hombre decente, creyente, padre, esposo, buen hijo y víctima de la violencia. Sin embargo, es clave aclarar que el uribismo no se reduce al Centro Democrático, ni todos en el partido son uribistas de convicción como lo son aquellos que no están en ese partido. El uribismo es más amplio que las siglas, y esa es la verdadera razón de su vigencia política.

 

10. Conclusión: Vicky se convirtió en rival

La conclusión es clara: Vicky pasó de ser opción a convertirse en rival. No porque no tenga méritos, sino porque ocupa el lugar que Santos necesita en la partida: una carta que confunda, que robe votos a Uribe y que divida a la oposición de Petro para que lo apoyen al final a él. Ella misma, en entrevistas recientes, ha dicho que no le debe nada a Gilinski ni a Ardila Lülle, pero los hechos muestran que siempre jugó desde sus plataformas. Hoy juega en el terreno electoral.

El tiempo dirá si es una candidata genuina o si, como sospechamos, es la baraja del eterno jugador de póker. Pero yo, que alguna vez pensé en apoyarla, hoy ya no tengo dudas: Vicky no está con la gente, está con el libreto de Santos, y Juan Manuel le teme al proceso Odebreth que está con candado en USA y a los computadores de Raul Reyes que mandó a esconder cuando era presidente. Esa es el porqué, Vicky Davila le tira a De la Espriella, quiere proteger a ese que le podría traer los votos de petro y de los antiuribistas 

Como diría Maquiavelo, “los hombres olvidan más pronto la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio”. En política, el patrimonio no son sólo los bienes, sino el poder mismo. Santos lo sabe: conservar el poder exige mover las fichas, aunque parezcan contradictorias, disfrazar aliados de rivales y rivales de independientes. En ese juego, Vicky no es más que el instrumento de una estrategia mayor: dividir para reinar, confundir para controlar. Al final, lo maquiavélico no está en la persona que se expone, sino en la mano invisible que reparte las cartas.

 

Luis Alejandro Tovar

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