ESPERANZA

Václav Havel, defensor de los derechos humanos contra el régimen comunista y presidente de Checoslovaquia tras el hundimiento del Bloque del Este, debió sentir algo de esa esperanza absoluta en las horas de su desesperación más profunda (Byung-Chul Han, ‘El espíritu de la esperanza’, pag. 47). Contra la sociedad del miedo. Cuando leemos a Han en ‘La sociedad del cansancio’, terminamos exhaustos y pesarosos, en sus últimos ensayos nos va liberando de tanta necesidad de dopamina y genera atención profunda en busca de Dios.

Su último libro publicado en Alemania, ‘Dios rescatando a Simone Weil’ (rescatando su parte espiritual, no política), son reflexiones necesarias y urgentes para hacer un alto ante la invasión de nuestra inteligencia natural por tanta tecnología que obsesiona, dispersa, distrae y atomiza la atención. El epígrafe del libro es diciente de todo lo que no podemos perder, la esperanza: “Mientras aún le quede luz, a la estrella, nada estará perdido. Nada”, Paul Celan. La ubicuidad de las redes da la sensación de vivir de calamidad en calamidad. Los países comenzaron nuevamente a expandir el crecido ego de sus gobernantes, por el dominio y poder sobre todos los seres humanos, no solo en la territorialidad, sino en el alma de los pueblos.

Regresar a la atención y el silencio divino, nos devuelve el compromiso con uno mismo y con Dios; esto nos acerca a él y nos da la paz que no se encuentra por fuera. Han hace hincapié en que la esperanza no necesariamente es la búsqueda de un objetivo, esto sería optimismo, que es la parte tangible, lo físico y no de esperanza que al final no busca un objetivo como tal, sino una paz a pesar del dolor y el sufrimiento que cada uno tiene en su corazón.

En lo personal considero un díptico, primero, ‘El espíritu de la esperanza’ y luego su libro ‘Sobre Dios. Pensar con Simone Weil’, nos va llevando a una reflexión cruda, pero honesta en nuestras relaciones humanas con los demás y consigo mismo. Y, en la esperanza resalta la importancia de la democracia, que por ser joven hay que cuidarla. La democracia es incompatible con el miedo. Por eso en el prólogo dice: “Solo prospera en una atmósfera de reconciliación y diálogo. Quien absolutiza su opinión y no escucha a los demás, ha dejado de ser un ciudadano. Donde hay miedo es imposible la libertad, miedo y libertad sin incompatibles”.

Ya Francisco, el papa, nos dejó un mensaje de amor, nos habló a los jóvenes que somos todos, la edad que cada uno tiene es cronológica en lo biológico, pero todos somos efímeros transeúntes, nuestro peregrinar siempre será joven, un mensaje de esperanza y de amor. Comparto para la esperanza de siempre, las palabras del sacerdote y mi amigo Agustín Villar: “No hay mejor ayuda a la paz interior que el silencio para escuchar a Dios. Nunca nos juzga ni nos acusa, ni nos avergüenza. Solo nos acoge misericordioso sin largos discursos para aconsejarnos. Él está ahí y listo, te ve y toca tu mente y tu corazón con cariño y ternura de padre”. Cualquier parecido con Han es pura diosidencia. PS: Joan Manuel Serrat, ‘Para la libertad’, elecciones 2026.

Orlando Bustillo Pareja

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