A PROPÓSITO DEL ESPÍRITU DE LOS PARTIDOS

La tradición de los Partidos, impone evidentes limitaciones, porque su historia aún se escribe solamente como una confesión de fe y el principio de adhesión que les precede impone la más absoluta banalidad en sus calificativos. Los ciudadanos caracterizados como personajes de cada una de las agrupaciones partidistas, muchas veces se ven aureolados con cualidades morales que se gradúan como en una escala interminable por sus acciones, o, por el contrario, se ven en muchos casos estigmatizados en grande por los enormes defectos y errores, muy a pesar de que el efecto literario se ejerce en estos casos queriendo demostrar y ahorrar cualquier intento de veracidad.

En la jerga política del País, existen muchas expresiones inalterables y deliberadamente oscuras, cuya mención posee una virtud explicativa suficiente y un carácter mágico tan evidente, que a nadie se le ocurriría preguntarse lo que realmente significan. La más efectiva de todas se conoce con el nombre de Espíritu de Partido; hay que adelantar el Espíritu de Partido, que parece ser la causa eficiente de una infinidad de calamidades. Una Constitución efímera o una ley injusta, todas las guerras y las polémicas encarnizadas, los insultos, los destierros, las confiscaciones, son producto de éste malhadado espíritu. Hoy los partidos, en especial los que apoyan al presidente Petro, los independientes y los de oposición, se encuentran enfrascados en una polémica que no pueden ocultar: la corrupción que los compromete a unos y a otros.

Son muy raros los hechos que escapan a su omnipresencia; si se intentara caracterizar una acepción definida del Espíritu de Partido, que aparece tan frecuentemente como explicación en los textos. Habría que asimilarlo a una especie de interpretación psicológica. Es el aspecto censurable que reviste en un individuo o en un grupo limitado, la fidelidad incondicional a su Partido. Esta fidelidad genera un curioso estado de ánimo con el que se tiende a contrariar sistemáticamente la acción del adversario político, cuando este ocupa, momentáneamente el poder o al ejecutar actos desafiantes para la oposición, en el caso contrario; es tal el caso de algunos Representantes y senadores de los Partidos Conservador y Liberal, que contradicen el espíritu de sus Partidos.

La imposibilidad de gobernar o el origen de una verdadera persecución contra los vencidos, son, finalmente, las dos consecuencias más obvias que el historiador deduce de la aparición del Espíritu de Partido. Sus manejos perseguirían dos objetivos: Primero, la paralización o el aniquilamiento del adversario político, según el caso, y en segundo lugar, el obtener una línea neta de demarcación, con respecto a la otra ideología.

La ausencia de un programa político y la necesidad constante de improvisar sobre el terreno, harían nacer este espíritu de diferenciación y de identificación arbitrarias. Negar simplemente al adversario, bastaría para configurar un partido político o para dotarlo de una conciencia sobre su propia naturaleza, mal definida por los programas. Por eso, el Espíritu de Partido, si lo aceptamos como una interpretación histórica de tipo psicológico, no basta para explicar sino los vacíos de los programas que un partido político puede proponer o aquellos puntos en que no se insinúa una solidaridad distinta a la adhesión partidista, es decir el complejo mecanismo de las solidaridades de clase.

¿Qué está sucediendo? Así como vamos, el espíritu de los partidos irá a la debacle, al despeñadero de la democracia; y si esto continúa, como sabemos que va a suceder, tendremos una nueva Venezuela. Recuerden que ese Espíritu de Partido en el vecino país, colapsó y fue cuando el pueblo, cansado de tanta corrupción de esos partidos, tomó una nueva opción, que no fue la mejor, y fue cuando Hugo Chávez aprovechó la crisis profunda de los partidos y subió al poder y las consecuencias todos las conocemos.

Peligroso, lo que está ocurriendo con el Espíritu de los Partidos, lo que podría generar que un populista se suba al poder y acabe con una de las democracias más sólidas que tiene América y está sucediendo actualmente.

Hernán Baquero Bracho 

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