Alégrense siempre en el Señor. Lo digo de nuevo: ¡Alégrense! Que todos sepan que ustedes son amables y gentiles.
Filipenses 4:4-5
No olvidemos que nuestra alegría no proviene de nuestro entorno, nuestra alegría proviene de Dios.
En esta navidad recordemos el amor de nuestro padre, manifestado en el sacrificio de su hijo Jesús.
Su palabra es clara cuando nos dice que no debemos permitir que el desánimo, ni mucho menos la tristeza haga morada en nuestro corazón porque solo el gozo de nuestro padre es nuestra fortaleza. ¿Cómo llegamos a esto?
Para alcanzar esta promesa, debemos colocar nuestra fe en Dios y seguir confiando sin importar las circunstancias.
¡Confía en Dios!
Oración: Amado Padre, que mi corazón se alegre en ti y que día a día aprenda a confiar en tu amor. Ayúdame a comprender tus planes y que mi corazón siempre encuentre paz en tu perfecta voluntad.
¡Amén!
Álvaro Uribe Cerchiaro