Atacar a Israel y a EEUU es, junto con la mentira permanente, el vicio más querido e innegociable de la izquierda mundial. Esos vicios se han utilizado desde hace muchas décadas en el conflicto Palestino, un drama en el que la izquierda mundial es, probablemente, más culpable que el mismo Israel.
En torno a Palestina y Gaza hay muchas falsedades fabricadas por la izquierda y por el islam radical, ambos hijos del odio y de la muerte.
Nada más iniciarse el alto el fuego, Hamás ha vuelto a salir a las calles a asesinar a los gazatíes que, según ellos, colaboraban con Israel. De nuevo vuelve la sangre. Pero la izquierda mundial guarda silencio porque esta vez el asesino no es Israel.
«Soy palestino. Y libre. Libre de Hamás, de Fatah, de Irán, de todos los que nos dicen que nuestra única identidad es odiar a Israel.
En 1947, la ONU nos ofreció un Estado. Fronteras, bandera, reconocimiento. Nuestros líderes dijeron no. Prefirieron la guerra, juraron arrojar a los judíos al mar. Perdimos. Lo llamamos «Nakba» catástrofe, pero la verdad es que la catástrofe fue nuestra decisión.
En 1967, tras otra guerra, Respondimos con los “Tres NO” de Jartum: no paz, no reconocimiento, no negociaciones. 50 años después, seguimos sin país.
En los 90, llegaron los Acuerdos de Oslo. Se nos dio autonomía, armas para nuestra policía, miles de millones en ayuda. ¿El resultado? El Banco Mundial documentó miles de millones desviados. Los líderes construyeron villas, no hospitales. Compraron armas, no libros. Lanzamos una intifada en lugar de construir fábricas.
En 2005, Israel se retiró de Gaza. No colonos. No soldados. El mundo nos miró y dijo: ahora tienen su oportunidad. Votamos a Hamás.
En 15 años, Hamás ha lanzado más de 30.000 cohetes contra Israel.
Y cada vez que Israel responde, mueren inocentes porque Hamás esconde sus armas en escuelas y hospitales.
No tenemos elecciones desde 2006. Si hablamos nos encarcelan o nos matan. pero nadie sale a protestar por nuestra libertad en Londres o en París. El mundo prefiere culpar solo a Israel.
Miro a Israel y veo lo que podríamos haber sido. Ellos, sin petróleo, con enemigos alrededor, hicieron florecer el desierto, inventaron medicinas, exportan tecnología al mundo. Nosotros elegimos el odio y la muerte.
No escribo esto para justificar bombardeos. Lo escribo porque la primera liberación que necesita Palestina no es de Israel es de Hamás, de Irán, de la cultura de la muerte que convierte a nuestros hijos en escudos humanos.
No odio a Israel. No odio a los judíos. Odio la mentira que nos enseñaron.
Odio el silencio de los que se llaman “pro-palestinos” pero aplauden a los que nos oprimen.
Si de quieres una Palestina libre, ayúdanos a romper estas cadenas internas. Ayúdanos a tener elecciones, a elegir la vida. Sin eso, toda “liberación” es solo otra cárcel.
Mientras sigamos mirando a un lado u otro con odio, ellos ya habrán ganado.»
Abel Enrique Sinning Castañeda

