El pasado nueve de febrero se celebró el día del periodista en Colombia. Una ocasión para recordar la obra de grandes periodistas y de los textos clásicos que escribieron sobre los cambiantes retos que conlleva este oficio. Inevitablemente nos viene a la memoria la perspectiva de Ryszard Kapuscinski cuando definió a los periodistas como cazadores furtivos de otros campos del conocimiento como: filosofía, sociología, psicología, literatura y antropología. Este gran maestro estimulaba el aprendizaje continuo, el conocer y entender las culturas ajenas y abrirse al encuentro con el otro. Hay mucha gente susceptible a la arrogancia, decía, “Y como reportero resulta imprescindible una sincera humildad. Porque lo primero ha de ser el entendimiento frente al otro: el ser humano con todas sus inquietudes y su propio mundo”.
Al igual que los profesionales de disciplinas sociales como la antropología y la sociología los periodistas son intérpretes del acontecer social. Pero, a diferencia de los investigadores que provienen de aquellos campos, comúnmente los periodistas no disponen del tiempo suficiente para investigar durante largas estadías en terreno y profundizar acerca del otro. Los afanes de la audiencia dificultan el comprender una cultura ajena en la que hay que internarse y asentarse en su tierra como aconsejaba Kapuscinski. Por ello, hay ocasiones en algunos medios en las que abundan los prejuicios y las apreciaciones etnocéntricas lindantes con el racismo abierto frente a los otros.
Afirma el investigador español Miquel Alsina que los medios de comunicación establecen un horizonte cognitivo y emotivo por el que se instauran unas fronteras que marcan los límites entre el «nosotros» y el «ellos». Esto puede ser aplicado con referencia a los migrantes del África subsahariana en Europa, a las familias venezolanas que marchan hacia otros países sudamericanos o a los miembros de pueblos indígenas. En algunos medios radiales nacionales el otro es construido como un ser deficiente. Una especie de extraño radical a la noción del ser colombiano. En ella los colombianos forman el grupo de los “normales” que, como dijera Alcina, son aquellos que establecen las normas de todas las cosas
Los periodistas debemos ser conscientes de que las practicas del racismo y cualquier forma de supremacismo no están circunscritas a los Estados Unidos u otros países noratlánticos. El supremacismo es una ideología que defiende la superioridad de un colectivo humano frente a los demás por razones culturales, biológicas, étnicas o religiosas. Basta leer el odio que destilan las redes sociales en nuestro país y la vigencia de los prejuicios y los estereotipos que se proyectan sobre regiones y comunidades. Estas ideas preconcebidas sirven como un instrumento para reducir la complejidad de la realidad y así caricaturizar a aquellos grupos humanos de los que se tiene poca información.
Aunque algunos les cueste creerlo Colombia, como lo afirma el destacado historiador Armando Martínez Garnica, fue un proyecto imaginado por oficiales venezolanos como Miranda y Bolívar. Un sueño que culminó en un Estado construido sobre territorios amerindios. Pese a ello más de doscientos años después el proceso de construcción de la nación sigue hoy en ebullición y de alguna manera en algunas fronteras del país permanece notoriamente inconcluso.
Weildler Guerra Cúrvelo
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