Cuenta la historia que, desde sus inicios, la relación entre el sentir del colombiano de a pie y el proceder de los dirigentes se fueron alejando, al punto que cada día el descaro es más grande y la posibilidad de encontrar justicia se hace más lejano.
El descaro de los que se salen con la suya es inmenso; pero lo más preocupante es que hemos llegado a normalizar hechos que en otras partes serían inauditos. El paradigma de la corrupción y la indignación mediática se pierden, nos dura dos semanas la indignación por algo, y nos acostumbramos a leer cada día una noticia peor que la otra.
Hoy el país está sumergido en una decepción histórica de lo que tiene que ver con la justicia. El colombiano común y corriente, el de todos los días, el de lavar y planchar, percibe que no hay justicia, que no es posible acudir a un juez pidiendo justicia y al mismo tiempo obtenerla. La idea de que la justicia es igual para todos no entra en la memoria de los colombianos.
Según información publicada por el diario El Tiempo, en el año 2019, el último año de condiciones normales al no tener pandemia, de cada 100 delitos que se cometieron, 94 quedaron impunes. Es decir, de cada cien delitos, ¡en Colombia solo se castigaron 6! (ver informe de El Tiempo)
En Colombia el tema de la justicia ha sido dejado en el olvido por todos los mandatarios y todos los congresistas de nuestro país. Yo veo mucho político hablando de seguridad, de salud, de educación, de medio ambiente, de reactivación económica… y está bien la preocupación por esos temas, pero nada de eso sirve si en Colombia la justicia brilla por su ausencia o por su ineficiencia.
Tenemos un sistema judicial corrompido hasta los huesos. Esa frase nuestra de que la justicia es pa´ los de ruana, créanme que no es una frase de ciencia ficción, es la realidad de nuestro país.
La percepción general es que la justicia es para el rico porque puede pagar para que le sea favorable y no para la clase media ni el pobre porque sus “costos” son muy altos, y los sobornos exigidos están a la orden del día.
Solo por mencionar un ejemplo, el escándalo judicial del “cartel de la toga” relacionado con magistrados de las altas cortes que pedían cientos de millones de pesos por fallos de tutela favorables a congresistas. Hoy algunos de ellos están tras las rejas y otros huyendo en el exterior. Nada puede ser más vergonzoso para un país que sus magistrados estén huyendo por corruptos. Pero, eso es apenas el primer ejemplo.
Para sumar otro, nos encontramos con los escandalosos privilegios comprados de la “casa por cárcel” para millonarios y políticos que cometen delitos, cuyas sentencias son también irrisorias, mientras un ciudadano con hambre va al calabozo porque robó comida en un supermercado para comer.
Los famosos patios privilegiados en las cárceles del país, donde conseguir una celda para que no lo maten puede llegar a salir por decenas de millones al mes, en las que el preso puede hacer fiestas, llevar prostitutas, tener teléfonos celulares a la mano; en fin, solo hago referencia de lo que hemos visto en los noticieros.
Por si fuera poco, aunque solo se habla de los congresistas porque ya se han ganado su fama, los privilegios de los magistrados de las alas cortes están en el mismo nivel, como sus estratosféricos salarios, los costos de sus escoltas, carros de alta gama y otras gabelas. Esto nos habla de lo lejos que están de la vida real, y de ahí sus fallos fuera de contexto. Viven en otro mundo y totalmente de espaldas a lo que ocurre en el país.
Ahí podemos empezar a encontrar una de las razones por la cual a las Cortes ni al Congreso le interesa llevar a cabo una reforma judicial: porque perderán algunos de sus privilegios. Viven un concubinato que les permite cambiar privilegios por impunidades.
Pero ¿Por qué Colombia Merece Justicia?
Colombia Merece Justicia porque el “principio de oportunidad” se ha convertido en una elección a dedo por parte de la Fiscalía: si caes bien te lo otorgan y si no caes bien te quedas fuera. Con el tiempo, este principio se ha convertido la gran fábrica de impunidad que padece el país por entregar una pequeña delación y no devolver el dinero robado a cambio de casa por cárcel y una pena de unos pocos años.
El Sistema Penal colombiano cada día pierde credibilidad, pero no es solo este sistema; es todo el Sistema Judicial que se ha visto dañado por la falta de justicia.
La encuesta Invamer-Gallup de diciembre pasado registró que la justicia tiene un 78% de desfavorabilidad y solo un 17% de favorabilidad. (encuesta pag. 88)
Este dato indica que estamos frente a un Sistema Judicial percibido como ilegitimo, como corrupto, como un sistema que no hace justicia. Esto ha degenerado en que los colombianos cada vez más deciden tomar la justicia por su propia cuenta, pues no siente que la justicia le vaya a acompañar.
Es que no podemos ocultarlo porque la prueba son los hechos: el colombiano esta desprotegido, solo, abandonado. Y, por si fuera poco, las cárceles llenas de presos sin una sentencia oportuna, y pasan años encerrados ocupando un espacio innecesario, lo cual también ha degenerado en un hacinamiento desmedido.
La noción de justicia se ha desaparecido de la mente de nuestros gobernantes, y eso es lo que realmente me preocupa, porque también debemos entender como justicia de manera genérica todo lo relacionado con la justicia económica, justicia alimentaria, justicia en términos de oportunidades, justicia en términos ciudadanos.
Porque no es posible que en pleno siglo veintiuno haya colombianos que sigan buscando su alimento en basureros como sucede en Riohacha; porque no pueden seguir muriendo niños indígenas por inanición, como ha vuelto a pasar por enésima vez con un niño wayuu en Maicao y nadie en el gobierno se pronuncia.
Porque no es posible aprovecharse de la condición de funcionario público para enriquecerse obteniendo contratos con el Estado, a través de terceros, para que luego la Presidencia de la República emita un comunicado diciendo que “no sabía lo que estaba ocurriendo”.
¿Dónde está la justicia para todos estos casos?
No es posible seguir aguantando esto porque ¡#ColombiaMereceJusticia! y tampoco podemos seguir de brazos cruzados ante los actos de injusticia. ¿Si no luchamos nosotros por la justicia entonces quién nos va a venir a salvar?
Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí…
Luís Alonso Colmenares Rodríguez