La Guajira y el país tienen gran parecido en el juego de la moral. En la política vivimos en una época de disfraces. Usamos diferentes capuchones de acuerdo a las circunstancias. En La Guajira existen unos personajes que son de Moral Laxa. Son los que siempre han sido proclive al delito y en más de una ocasión quieren posar de impolutos y juegan con una desfachatez que impresiona, en especial en las redes sociales, donde sacan pecho y se muestran o tratan de mostrarse como los héroes de las comunidades que muchas veces caen en sus redes de manera ingeniosa y pareciera que nunca hubieran roto un plato.
Los de Moral Laxa están muy de moda. Algunos se expresan con ese capuchón de la moral como si fueran los intachables e incorruptibles y vaya usted a analizar su pasado y ese mismo personaje le da asco de tanta falsedad en lo que escriben y en lo que expresan. Personajes que en el pasado han sido unos extorsionistas de la moral pública y también de la administración estatal. Otros que posan con esa ridiculez de buenas personas pero que de buena no tienen nada, porqué son como la parábola del trigo y la cizaña “…vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿No sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tienes cizaña?” Él le contestó: “Algún enemigo ha hecho esto”. Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?” Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla y el trigo recogedlo en mí granero”. Así sucede en la vida diaria, en una buena administración más de uno siembra cizaña, lo importante es saber apartar la cizaña de las buenas obras cuando haya que hacer un balance de la gestión encomendada.
Y para estos de Moral Laxa que muchos de ellos han jugado en diferentes bandos de los buenos y los malos, aplican no el mensaje terrorista del pasado si no el mensaje moralista del presente, como si la comunidad no conociera de todo ese negro pasado donde salieron manchados con sus errores o sus intereses no solo su familia sino todo un pueblo. Y allí se aplica lo que ocurría en la antigua Grecia donde Sócrates gozaba de una gran reputación de sabiduría. Un día vino alguien a encontrarse con el gran filósofo y le dijo: – ¿Sabes lo que acabo de oír sobre tu amigo? – Un momento, – Respondió Sócrates – Antes de que me lo cuentes, me gustaría hacerte una prueba, de los tres tamices.
– ¿Los tres tamices? – Si – Continuó Sócrates – Antes de contar cualquier cosa sobre los otros, es bueno tomar el tiempo de filtrar lo que se quiere decir. Lo llamo el test de los tres tamices. El primer tamiz es la verdad. ¿Has comprobado si lo que me vas a decir es verdad? – No, solo lo escuché – Muy bien. Así que no sabes si es verdad. Continuamos con el segundo tamiz, el de la bondad. Lo que quieres decirme sobre mí amigo, ¿Es algo bueno? – ¡Ah, no! Por el contrario. – Entonces, – Cuestionó Sócrates – Quieres contarme cosas malas acerca de él y ni siquiera estás seguro de que sean verdaderas. Tal vez aún puedes pasar la prueba del tercer tamiz, el de la utilidad. ¿Es útil que yo sepa lo que me vas a decir de este amigo? – No, en serio. Entonces, – Concluyó Sócrates, lo que ibas a contarme no es ni cierto, ni bueno, ni útil; ¿Por qué querías decírmelo? Con esto concluimos que no le demos credibilidad a las consejas que circulan en las redes sociales, replicándolas o reenviándolas, pues terminamos haciéndole el juego a los portadores del virus de la falsedad y de la envidia. Los de Moral Laxa son los de moda muchas veces en las redes sociales y todos de alguna manera caemos en sus redes.
HERNAN BAQUERO BRACHO