¿DELINCUENTES, DESEMPLEADOS DESPLAZADOS, QUIENES SON REALMENTE? 

Haciendo historia acerca de los pocos taxistas que se estacionaban en la plaza principal del pueblo, antes si usted requería de sus servicios, debía tomar los en la plaza. La carrera le costaba $2.000, pero si usted estaba enfermo o no quería caminar por el sol o la lluvia, lo mandaba a llamar con el muchacho en la bicicleta, ¿sabe cuánto le costaba la carrera? $2.000 por moverse a recogerlo. Más $2.000 para llevarlo hasta donde necesitaba acudir, eso sí era cerca, porque si era lejos le costaba más.

Aparecen así los ciclotaxis, idea de Nicolás Manjarrés, un hombre culto que ha viajado mucho; en uno de esos viajes, trae la idea del ciclotaxi anexándole a la bicicleta un hermoso carruaje cómodo con cojín y techo decorado; la carrera le costaba $500; el negocio se crecía, casi todos querían mandar a hacer un ciclotaxi, aunque con el paso de los días el negocio se dañó. Algunos ciclotaxistas, por el esfuerzo que hacían, agarraban mal olor en las axilas y los usuarios se bajaban antes de llegar al lugar de origen, es así como surge la idea del mototaxi, hermoso carruaje que se le coloca a la moto para transportar al usuario en una forma cómoda, rápida y económica.

Dialogamos con un conductor de estos mototaxis, Pedro Pablo, quien dice: «No tiene nada que ver con la realidad, señora periodista, le cuento que gracias a este trabajo he salvado mi matrimonio, usted no se imagina qué situación estábamos viviendo, hasta el genio me cambió, me volví grosero, siempre estaba bravo, producto del desempleo, ver pasar el tiempo sin nada que hacer, a pesar de mi título de ingeniero agrónomo, con más de cinco años desempleado sobreviviendo con lo poco que mi mujer se ganaba como enfermera por contrato, ya ni relaciones sexuales teníamos, no me provocaba tocar a mi mujer, a los niños no les daba el mejor trato, fue así como sacamos una moto a crédito, le mandamos a colocar un carruaje, hoy soy un hombre distinto puesto que me gano 30, 40 y hasta 50 mil pesos diarios, lo que me sirve para el diario de mi mujer y mis dos pequeños hijos, en ocasiones llego cansado, el sol me pega fuerte en la cara. Ella me diseñó una manga para el sol en los brazos, a veces me duelen los testículos, pero no me arrugo, porque gracias a mi mototaxi he salvado mi hogar».

En cada mototaxista hay una historia diferente 

Siempre que subo a un mototaxi dialogo con ellos para conocer su historia. Otro de ellos, quien me transportaba a mis labores diarias; luego de varios días, descubro que era limitado por causa de un accidente en el que perdió una de las piernas y con una prótesis maleaba a la perfección y con mucho cuidado su mototaxi. Claro que este servicio ha traído serias consecuencias, porque el parrillero en algunos casos es utilizado por la delincuencia en las grandes ciudades «en la viña del señor hay de todo como boticas».

Así come se infiltran los delincuentes en las más altas esferas, ahora se infiltran también entré los mototaxistas, para reflexionar, pregunto si a una persona desplazada, en lugar de ofrecer una oportunidad de trabajo, le ofrecen las cabecillas delincuentes una gran suma para que se preste como cómplice de un hecho violento, este hombre que ha perdido la fe en el Estado por falta de oportunidades es presa fácil de convencer independientemente de que le hagamos apología al delito, pero esta es una cruda realidad. Ante tanta injusticia social con el manejo poco transparente de los recursos y los programas sociales del Estado, cuando las oportunidades están más reducidas para los hijos de los padres humildes, quienes se capacitaron con sacrificio y hoy están en cola porque, al final, los cargos son para los mismos con las mismas.

Entre lo legal y lo ilegal

Por todas estas reflexiones, los hombres y mujeres que trabajan en el mototaxismo, porque también las hay del sexo femenino, la actividad se ha convertido en un mal necesario como diría un alcalde preocupado, ¿ahora quién podrá defenderme? No podemos erradicarlos si no se ofrecen mayores oportunidades, además de que éste es un flagelo difícil de controlar, no hay quien le ponga el cascabel al gato, los alcaldes les tiran la pelota a los gobernadores, los gobernadores al Gobierno Nacional, que no son legales, que hay que reducirlos, que hay que colocar el pico y placa, sin embargo, el mototaxismo cada día crece más, solo les sugerimos a los lectores que pensemos que estos son seres humanos, padres de familia que en su mayoría necesitan nuestro apoyo. No podemos esquematizarlos como delincuentes, de que los hay honrados los hay.

El mototaxista también vota, señor alcalde, señor concejal, ¡señor diputado, señor gobernador, no piense en ellos solo para pedirles el voto!

Ana Cecilia Fuentes

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