Es evidente el plan miserable, peligroso y maquiavélico del delincuente que nos gobierna. Pero es controlable si nos ponemos las pilas, preparar el plan anti fraude electoral es uno de ellos. Lo que vivimos no es fruto del caos espontáneo, sino de una estrategia fríamente diseñada desde el poder: se utiliza el aparato estatal para manipular las reglas del juego democrático, alterar la voluntad popular y perpetuarse en el poder a cualquier costo. La izquierda comunista no está jugando. Para mantenerse en el poder y seguir ejecutando el encargo que recibieron, harán lo imposible. El plan encabezado, liderado y calculado por el «presidente» Gustavo Petro Urrego avanza, aunque con tropiezos hacia un modelo autoritario, paso a paso, sin descanso ese mandado no para y no descansa.
Sus seguidores no esconden el hambre de dictadura y miseria. Con su dialéctica envenenada, están dispuestos a todo para imponer un proyecto que mezcla populismo, manipulación emocional, criminalidad y control ideológico total del Estado.
El intento de autogolpe, la fallida constituyente, las reformas inconsistentes: todo ha sido parte de una estrategia de prueba y error. Pero el objetivo está claro: Petro necesita consolidar el poder antes de entregar el mando, y a quien le dé el poder a gusto, se encarga de retorcer la constitución para que demencialmente Petro regrese. En regiones como La Guajira y el Cesar, el panorama es clarísimo: alcaldes que se decían de derecha hoy se arrastran ante el nuevo rey de la mermelada. La compra de bases clientelistas con recursos públicos ya está en marcha. Es un plan viejo, probado por dictaduras del siglo XX, donde el efectivo circula en las manos «correctas» para ejecutar el proyecto de convertir a Colombia en el epicentro mundial de la miseria comunista. Desde las regiones se construye el fraude, y desde Bogotá se diseña el plan con los intelectuales de izquierda.
Mientras tanto, el Gobierno premia a los delincuentes, otorgándoles beneficios para convertirlos en escudos del régimen. Petro está armando una estructura paramilitar bajo la fachada de la “paz total”. Esos mismos criminales serán los encargados de intimidar a la oposición si las elecciones no les favorecen. El plan B ya está escrito: caos, desconocimiento de resultados y violencia. Si pierden, no lo reconocerán. Y bajo las cenizas rojas de sangre colombiana, seguirán en el poder por décadas, mientras generaciones futuras se preguntarán: ¿por qué sus padres petristas prefirieron la miseria a un país de oportunidades, cuando desde la democracia aún era posible reparar los daños?
En este contexto, la más reciente encuesta de Guarumo y Eco analítica es reveladora: Colombia tiene más de 70 precandidatos, pero pocos con propuestas reales. La oposición está dispersa; muchos de sus miembros son santistas disfrazados de antipetristas, mientras otros simplemente pescan en río revuelto. La falta de liderazgo es alarmante. Abundan los que gritan, pero escasean los estrategas con ideas firmes.
Miguel Uribe Turbay, quien lideraba las encuestas hace un mes, hoy resiste desde una cama de hospital. Su situación simboliza la fragilidad de la oposición. Pero el escenario ha cambiado: el uribismo, con el movimiento Defensores de la Patria y el hashtag #FirmeConLaPatria, ha lanzado a la arena a un contendiente de peso: el abogado Abelardo De La Espriella.
De La Espriella no es un improvisado. Es un jurista con coraje, un gladiador del debate, y su sola presencia agita al petrismo. Su candidatura, oficializada por firmas ante la Registraduría Nacional, lo posiciona como la opción más sólida del antipetrismo ante la incertidumbre sobre el futuro político de Miguel Uribe. En medio del desierto de liderazgo, ha emergido un tigre que ruge con fuerza. A los zurdos les tiembla la voz cuando lo nombran. Porque él no viene a callar ni a negociar con la escoria del socialismo: viene a enfrentarla.
A diferencia de otros precandidatos reactivos y sin visión, De La Espriella ofrece una oposición directa, ideológica y sin complejos. No le tiembla la voz para afirmar que el socialismo fracasó y que lo que Petro intenta imponer debe ser derrotado con firmeza, con ley y con la fuerza del pueblo. Un pueblo que se cansó de los malandrines exguerrilleros a los que el Estado les dio una oportunidad, pero que ellos jamás le dieron a Colombia una vida en paz. Desde el Congreso, durante años, actuaron como brazo ideológico de un comunismo abstracto que solo trajo división, ruina y resentimiento.
Mientras otros precandidatos se acomodan, evitan el conflicto o repiten frases vacías, De La Espriella representa una amenaza real para el petrismo. Puede desenmascararlos en vivo y sin filtros. Su voz incomoda porque no se somete al consenso cobarde ni a los pactos oscuros.
Petro disfraza su plan como una “revolución social”, pero lo que realmente cocina es una estrategia para perpetuarse en el poder usando el miedo, la mentira y el desorden. Si su candidato pierde, no reconocerá el resultado. Ya tienen el libreto: usar a FECODE como escudo electoral, sacar fanáticos a las calles dispuestos a volverse nazis por Petro, y declarar la nulidad del resultado con excusas fabricadas. Las calles serán el escenario del fraude. El ataque sistemático a las instituciones, su herramienta para anular la democracia.
La derecha coherente antipetrista, la que no se vende al santismo ni a quienes gobernaron con Petro, debe fortalecerse y unificarse. El Centro Democrático, Defensores de la Patria, el movimiento de Vicky Dávila y otros sectores patrióticos tienen el capital político, pero aún no han encontrado el lenguaje ni el momento exacto para consolidar esa convergencia. Las capitales Bogotá, Medellín, Barranquilla, Cali ya rechazaron al petrismo en las locales. Pero si la oposición no se articula, el régimen puede imponerse nuevamente, incluso por vías no lícitas. Y lo lícito es lo que menos trasnocha a Petro y su camarilla. Que la oposición gane y Petro siga en La casa de Nariño, eso solo se lo cala María Corina Machado y los cobardes venezolanos. aquí no, pierde y lo sacamos, aquí no vamos a esperar que arcángeles de la ONU vengan a sacarlo.
Los partidos tradicionales juegan a las alianzas de siempre, El partido Conservador en todo el país ya está vendido y van por más, porque Petro no duda en torcer y manipular datos, cifras, cuentas y números, Petro tuerce las reglas porque es comunista, y ellos detestan lo legal como a la democracia. Si los arrepentidos y defraudados con este gobierno se suman a la opción ganadora, y rechazan el dinero y las ofertas de Petro el país se los agradecerá. Verdes vendidos, Cambio Radical que apoyó a Petro y hoy es su blanco, grupos como Mira y Colombia Justa y Libre… todos deben ya definirse: ¿van a defender a Colombia o a rendirse?
A esto se suma el divorcio total del petrismo con el pueblo. La inseguridad es rampante. En La Guajira a diario se cometen crímenes mientras el presidente opina sobre Gaza, aqui en un dia matan más que en Gaza en un año. La educación está capturada por sindicatos ideologizados, y la salud resiste los ataques del régimen como puede. Todo lo que funciona está siendo saboteado por un proyecto ideológico que no construye: destruye para reconstruir desde el dogma.
El juicio contra Álvaro Uribe, pende de un hilo entre la legalidad o un plan premeditado, una justicia real o un sistema guerrillero anti uribista, la debilidad del uribismo clásico del Centro Democratico yavé en los errores del pasado como coalición y la fragmentación de la derecha siguen siendo puntos ciegos. Pero la posibilidad de convergencia existe. Si la oposición articula una propuesta firme con nombres como Vicky Dávila como vicepresidente y Abelardo De La Espriella al frente, la victoria en primera vuelta no solo es posible: es necesaria.
Porque si no reaccionamos, el petrismo repetirá el libreto de Santos en 2014: activar todo el aparato estatal y comprar votos para quedarse en el poder a cualquier precio.
No podemos seguir dormidos. Colombia no es Venezuela. Aún no. Pero si no levantamos la voz, si no actuamos con inteligencia y coraje, Petro cumplirá su sueño de ser presidente vitalicio.
Este es el momento de estar #FirmeConLaPatria.
Luis Alejandro Tovar