EL PELIGRO DE RETROCEDER

2 Pedro 2: 20-22 Pues los que han conocido a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y han escapado así de las impurezas del mundo, si se dejan enredar otra vez en esas cosas y son dominados por ellas, quedan peor que antes.  Hubiera sido mejor para ellos no haber conocido el camino recto que, después de haberlo conocido, apartarse del santo mandamiento que les fue dado. Pero en ellos se ha cumplido la verdad de aquel dicho: «El perro vuelve a su vómito», y también lo de «La puerca recién bañada vuelve a revolcarse en el lodo

Este capítulo de la segunda carta del Apóstol Pedro, nos advierte acerca de los falsos maestros y de aquellos que, aun conociendo la verdad, deciden volver atrás.  Estos versos en particular, nos hablan de la gravedad de abandonar el camino de la rectitud, la honestidad y la obediencia, después de haber conocido a Cristo.

Cuando conocemos a Dios, volver atrás no es una opción. Sin embargo, a veces nos resulta más fácil desistir, tirar la toalla y dejar de avanzar, debido a lo que implica el proceso. Nos cuesta dejar ciertos hábitos, prácticas, actitudes que nos perjudican. No dañan a Dios, sino a nosotros mismos y a los que nos rodean.

El Apóstol Pedro una vez más, en su sabiduría nos insta a estar vigilantes, acerca de lo que domina nuestra vida. No hacerlo, nos llevará a reincidir en el pecado, aunque hayamos sido limpiados. Dice 2 Pedro 2:19b …” todo hombre es esclavo de aquello que lo ha dominado” lo que hoy domina nuestra vida determina nuestro destino.

En este sentido, solo hay dos opciones: o nos dejamos dominar por nuestros deseos o nos dejamos dominar por el Espíritu Santo de Dios. Romanos 8:5 Los que se dejan dominar por su naturaleza pecaminosa viven sólo para complacer sus deseos; pero los que viven de acuerdo con el Espíritu, se preocupan de las cosas del Espíritu. 

En cuanto a esto, el Apóstol Pedro usa una comparación gráfica, cruda y desagradable, respecto del hecho de volver atrás: un perro volviendo a su vómito o una puerca recién lavada volviendo al fango. Aunque a nuestro modo de ver, son actos considerados repugnantes, así mismo nos ve Dios cuando nos dejamos enredar por cosas que nos llevan a perdición, lo que nos genera un estado más deplorable que cuando fuimos liberados de ese yugo. Volver al vomito, sin duda alguna es volver a la mentira, la religiosidad y a la necedad.

Si nos descuidamos podemos caer en esto, nadie está exento. Abrimos la puerta cuando somos complacientes con cosas que sabemos que no nos hacen bien (hábitos, relaciones o actitudes, que lentamente nos apartan de Dios) y la palabra es clara.  El que este firme mire que no caiga (1 Corintios 10:12).

Este mensaje es un recordatorio para todos los creyentes, sobre la importancia de mantenernos alejados de lo que nos corrompe. Porque, aunque hemos recibido la salvación a través de Jesucristo, no estamos libres de tentación. Por esto el mismo Jesús, incluyó en la oración del padre nuestro esta suplica a Dios: no nos dejes caer en la tentación y libranos del mal. Recordándonos que la lucha contra el pecado es diaria, y que necesitamos depender del poder de Dios para permanecer firmes.

En conclusión. Nunca vivir lejos de Dios será mejor, que vivir cerca de Él. Puedes haberte convencido de esa mentira, puedes creer que eres libre y disfrutas tu vida viviendo desenfrenadamente, puedes no estar de acuerdo conmigo, y contender con lo que digo, pero… lo cierto es, que solo la presencia de Dios ofrece plenitud, propósito y paz, algo que no puede ser reemplazado por nada terrenal; vivir lejos de Él es sentir un vacío permanente, que por mas que intentes llenar con otras cosas, nunca lo lograrás.

Por esto, la invitación hoy es a no desfallecer en la carrera de conocer más profundamente a Dios. No claudiques. Avanza. ¡No vuelvas atrás, por que tu victoria está adelante!

 

Reflexionemos en esto:

  1. ¿Qué cosas me cuesta dejar atrás a pesar de conocer a Cristo?
  2. ¿Qué es lo que realmente domina mi vida hoy: mis deseos o el Espíritu Santo?
  3. ¿Cómo puedo mantenerme firme y evitar volver atrás?
  4. ¿He sido tolerante con hábitos o actitudes que me alejan de Dios?
  5. ¿Qué estrategias prácticas puedo aplicar para huir de la tentación?

 

¿Qué hacer para no volver atrás?

  • Estar atentos a lo que dejamos entrar en nuestra vida.
  • Pedir a Dios fuerzas diarias para vencer la tentación.
  • Alimentarnos constantemente de la Palabra (Romanos 12:2).
  • Alejarnos de influencias que nos empujan al pecado (1 Corintios 15:33).
  • Reconocer que la verdadera victoria no es en nuestras fuerzas, sino en la obra del Espíritu de Dios en nosotros.

Vicky Pinedo 

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