“Ya se acerca el fin de todas las cosas. Así que, para orar bien, manténganse sobrios y con la mente despejada.” 1 Pedro 4:7 NVI
Vivimos tiempos difíciles, donde la maldad aumenta cada vez más y el amor de muchos se ha enfriado. Donde existe una batalla espiritual permanente entre el bien y el mal. Y el apóstol Pedro lo menciona: “se acerca el fin de todas las cosas”.
Me llama la atención que, esta traducción de la biblia, usa la expresión “Orar bien”. Quiere decir que no toda oración es efectiva y que también es posible orar mal, y esta idea tiene respaldo en Santiago 4:3 que dice: “Y cuando le piden a Dios no reciben nada porque la razón por la que piden es mala”
Una vez más, el apóstol Pedro nos instruye con sus consejos, esta vez uno muy sabio e importante. Orar. La oración es un regalo, es la forma más efectiva que tenemos para comunicarnos con Dios, pero también es un arma poderosa que podemos usar en todo momento. A través de ella somos fortalecidos, nos conectamos con la fuente de nuestra vida, aprendemos a descansar en Dios y a tener paz; no por nada Jesús cada vez que podía se apartaba para estar a solas con el padre y nos dejó una gran promesa en Mateo 21:22 «todo lo que pidan en oración creyendo, lo recibirán»
Sin embargo, volviendo al versículo inicial, a veces no oramos bien porque estamos distraídos. Y estas distracciones hacen que no tengamos el discernimiento necesario para orar como conviene. Incluso, es posible que hayamos hecho de la oración un protocolo religioso, algo tan mecánico y repetitivo que, nos hace perder el enfoque real de por qué oramos: para conectarnos con Dios.
En este sentido, este el apóstol Pedro nos enseña que, para ser efectivos en la oración, debemos ser sobrios y tener la mente despejada.
La sobriedad es una virtud que nos permite dar a las cosas el valor que tienen, gestionar adecuadamente nuestros deseos y establecer límites entre la sensatez y el exceso. El término “sobrio” significa literalmente «libre de influencias intoxicantes» como el miedo, la ansiedad, el pecado o deseos egoístas. Es no dejarse cautivar por ningún tipo de influencia que nos aleje del buen juicio.
Por otra parte, tener la mente despejada al orar, implica enfocarnos completamente en la presencia de Dios, sin distracciones. Para poder entender su voluntad y estar atentos a lo que Él quiere hacer.
Cuando mantenemos la mente despejada al orar, realmente podemos conectarnos con Dios, desarrollar una relación más profunda con El, escucharlo hablar, comprender su voluntad, confiar en sus promesas y por medio de esto, nuestra oración puede ser realmente efectiva.
Es cierto que, para comunicarnos con Dios no se requiere de tanto protocolo, y esto es posible gracias al sacrificio de Jesús en la Cruz, tenemos acceso directo a Dios, lo que nos permite acercarnos confiadamente y conversar con Él. Mateo 27: 51 Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron.
Pero, aunque no necesitemos protocolo, debemos recordarnos delante de quien estamos. El poderoso, El invencible, El Rey de Reyes, Señor de Señores, El soberano, El omnipotente, El único capaz de lo imposible. Por ello, al acercarnos a El debemos enfocarnos en lo que estamos haciendo y reflexionar acerca de lo que estamos hablando con Dios. Apartar las distracciones que no nos permiten escuchar o entender lo que EL quiere decirnos.
Este versículo inicia diciendo “Ya se acerca el fin de todas las cosas”, la batalla contra la oscuridad arrecia cada vez más, por eso debemos usar las armas que Dios nos dio y una de ellas es la oración. Por eso Jesús les dijo a los apóstoles: «Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte. Quédense aquí y velen conmigo». Él se adelantó un poco más y se inclinó rostro en tierra mientras oraba: «¡Padre mío! Si es posible, que pase de mí esta copa de sufrimiento. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía». Luego volvió a los discípulos y los encontró dormidos. Le dijo a Pedro: «¿No pudieron velar conmigo ni siquiera una hora? velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil». Mateo 26:38-41
Ciertamente debemos estar apercibidos, porque hay cosas que suceden en nuestra vida que no son normales ni naturales, son ataques directos del enemigo, que usa personas para dañarnos. Y es en oración que recibimos la revelación, pero Jesús dijo algo muy importante, el espíritu está dispuesto pero la carne es débil. Es decir, Dios está dispuesto, pero a nosotros nos da flojera adentrarnos en la profundidad de su espíritu. Y vivimos absortos en lo que nuestros ojos nos muestran, ignorando que la gesta se da en lo espiritual y es así como perdemos las batallas.
Al respecto la biblia enseña en, Efesios 6:18 Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes.
Esto quiere decir, que debemos hacer de la oración nuestra primera respuesta, no nuestro último recurso.
Respecto a esto, este verso en Efesios nos enseña cuatro claves de una oración poderosa:
- Orar en el espíritu, esto quiere decir que el Espíritu Santo debe guiar nuestros pensamientos y gobernar nuestro corazón, actitudes y palabras en oración. No se trata de repetir palabras, se trata de ser sinceros delante de Dios.
Es el espíritu santo el único que nos puede ayudar a ser efectivos en oración, por ello dice la palabra de Dios en Romanos 8:26-27 Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía con la voluntad de Dios.
- Orar en todo momento, nos permite estar preparados cuando surjan las situaciones adversas, estar listos ante cualquier ataque del enemigo. Como dice el refrán “solado avisado no muere en guerra”.
Ejemplo de esto es Daniel, cuyos enemigos hicieron de todo para destruirlo, pero este pudo mantenerse en pie en medio de la crisis porque él ya oraba antes de que ocurriera. Daniel 6:10 dice: «Cuando Daniel supo que el documento había sido firmado, entró en su casa, donde tenía abiertas las ventanas de su aposento alto que daban hacia Jerusalén. Se arrodillaba tres veces al día y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes».
- Mantenernos alertas y ser persistentes. Volviéndonos al pasaje del Libro de 1 de Pedro, mantenernos sobrios y con la mente enfocada. Para lograrlo necesitamos ser constantes en la oración. No dejar de hacerlo, persistir en la oración hasta que algo suceda.
Colosenses 4:2 dice: «Perseveren en la oración, velando en ella con acción de gracias». 1 Tesalonicenses 5:17 dice: «Oren sin cesar».
- Orar por otros. El versículo 18 de Efesios 6 termina diciendo que debemos «rogar por todos los santos», es decir, no solo debemos orar por nosotros sino también interceder por otros. Fortalecernos los unos a los otros a través de la oración.
Por último, aunque al orar siempre lo hacemos con expectativa y seguridad de recibir respuesta. Debemos comprender que más allá de la respuesta, lo más valioso de orar es poder comunicarnos y conectarnos con Dios. Esto al final es lo que hace que descansemos en él, dejemos a él nuestras cargas y disfrutemos de las delicias que hay en su presencia.