“EL QUE NO OBEDEZCA SE VA”

Así de explícita fue una de las amenazas de Petro en su discurso pronunciado en la inédita marcha promovida por el mismo presidente, algunas centrales obreras y sectores políticos afines, realizada el pasado 7 de junio, la cual, hay que reconocerlo, tuvo más concurrencia que otras anteriores. Aunque fue muy visible la masiva participación de empleados públicos, contratistas, alumnos de colegios públicos y del SENA, a quienes muy probablemente sus respectivos jefes presionaron con la misma frase amenazadora para que asistieran. También asistieron muchos desempleados, para quienes, desafortunadamente, en su propuesta de reforma laboral el gobierno no propone ninguna solución. Solo busca fortalecer los beneficios y privilegios de los que ya tienen empleo. Estos desempleados seguramente no han leído la propuesta del gobierno ni han tenido quien se las explique. Una lástima.

Hace apenas una semana el gobierno Petro estaba envuelto, y aún sigue, en su peor crisis originada internamente por altos funcionarios de su gobierno, muy cercanos a él. Son múltiples las crisis que ha experimentado este gobierno como resultado de su incoherente accionar y de su desprecio por la institucionalidad, que constantemente busca relegar con su avasalladora idolología.

En otros escenarios políticos o en otros países con una cultura política y democrática más consolidada y menos corrupta, es muy probable que estos hechos bochornosos hubiesen originado un desenlace con implicaciones serias para la estabilidad gubernamental; sin embargo, en medio de la crisis, y como una estrategia orientada a bajarle su alto perfil, desviando la atención de la opinión publica -lo que en parte ha logrado- el presidente Petro ha radicalizado su discurso en la calle.

Cuando lo normal y esperado es que el presidente de la República represente la unidad nacional y promueva la sana convivencia entre los colombianos, lo que hace Petro es todo lo contrario. Ha continuado con su consabida estrategia de dividir a los colombianos, promoviendo el odio y la lucha de clases. Con frecuentes frases desafiantes y amenazantes invita a sus seguidores a “ir mas allá, hasta donde ustedes quieran” para defender y lograr las reformas sociales que propone y que supuestamente, según él, los grupos económicos, incluyendo algunos internacionales, y los partidos tradicionales quieren impedir que se aprueben.

Puede ser ininteligible para muchos colombianos que un presidente que tiene como principal bandera lograr la paz total, que hace esfuerzos y gestiones, aunque desordenados, para lograrla, promueva al mismo tiempo la confrontación en las calles de sus seguidores en contra de sus opositores. Olvida el presidente Petro el concepto implícito en la tercera ley de Newton que indica: “para toda acción hay una reacción igual y en sentido opuesto”. Es decir, si el presidente impulsa a sus seguidores a ejercer acciones de presión a los congresistas para que aprueben sus reformas, sin importar si generan beneficios o no para el país, se podría generar una reacción de sus opositores -que son más de la mitad de los colombianos- y crear un escenario literalmente de guerra entre estos sectores. Es claro que esa potencial violencia no contribuye a la denominada paz total.

Es claro entonces que lo que debe promover es el dialogo y la concertación con el poder legislativo para lograr la aprobación consensuada de sus propuestas, incorporándole los ajustes que sean necesarios y convenientes para todos los colombianos. No es en la calle donde se aprueban los proyectos de ley, ni son las marchas ni movilizaciones en las calles la que van a lograr que se aprueben las reformas.

Pero el presidente Petro conoce muy bien su talante, que no es precisamente el de un buen concertador y gran estadista, por eso prefiere andar los caminos que ya conoce como eterno opositor de gobiernos anteriores; primero aliándose con políticos tradicionales a los que antes cuestionaba, entregándoles participación en el gobierno, con puestos y contratos, para lograr su respaldo y complicidad para la aprobación de sus propuestas. El caso más aberrante, conocido recientemente, es el del presidente del Fondo Nacional del Ahorro, quien reconoció públicamente que había entregado cargos y participación a congresistas para lograr su apoyo para la aprobación de las reformas del gobierno. Este caso es solo una muestra de lo que ocurre en el gobierno actual.

Como segunda escena, el presidente Petro con el pecho hinchado por la mejor concurrencia que tuvo en la marcha del 7 de junio, y ante las dificultades que enfrenta para la aprobación de sus reformas, a pesar de las prebendas repartidas, se aferra a su habilidad retórica y a su estrategia de meterle miedo a los congresistas con la presión de la calle, endureciendo su discurso de odio en contra de los opositores,  atacando y estigmatizando a los medios de comunicación, en una clara violación de la libertad de prensa, porque no publican la información como quiere el gobierno que se haga.

Esa expresión “el que no obedezca se va” probablemente continuará atemorizando a los ministros y altos funcionarios del gobierno nacional, pues puede ocurrirle lo mismo que al ministro José Antonio Ocampo, quien con buen tino logró la aprobación de la reforma tributaria y el reconocimiento de los mercados financieros al buen manejo que le estaba dando a la Economía. Aparentemente desobedeció cumplir un plan con la federación nacional de cafeteros y le tocó irse como si hubiera sido un mal funcionario. Esperemos que los Congresista y los medios no se atemoricen y continúen firmes con su dignidad.

Así es muy complejo hacer un buen equipo de gobierno y ser un buen estadista.

Posdata: Como parte de la cortina de humo para enfrentar la crisis, y para obtener más oxígeno en medio de ella, el presidente Petro decidió acelerar la firma del acuerdo con el ELN para un cese al fuego bilateral por seis meses. Algún sabremos en que cedió para lograrlo. Los colombianos tendremos que ser muy vigilantes de esa negociación pues tiene muchos ingredientes para ser un proceso de yo con yo.

Álvaro López Peralta

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