A raíz de la histórica, inusual y prolongada visita de Petro y su gabinete a La Guajira han surgido varios artículos relacionados con el departamento, concretamente con el proyecto del Cerrejón. Dos de los más celebres exponentes de la política tradicional nacional, ambos excandidatos presidenciales, se han ocupado de la Península y de ese tema, como nunca antes.
Anteriormente fue German Vargas Lleras, ahora el turno le correspondió a Rafael Nieto Loaiza, otro conspicuo vocero de la más rancia derecha criolla. El anodino excandidato presidencial a través de este mismo medio digital, en la edición del domingo pasado, como es habitual en él, se vino lanza en ristre contra el gobierno Petro y en esta ocasión la andanada se originó en algunas opiniones vertidas por el Presidente, en particular sobre la minería de carbón. La diatriba de Nieto repleta de lugares comunes, utilizó el tema de las supuestas bondades y descomunales” cifras de dinero derivado de regalías, impuestos, trasferencias, inversión social, compras, en fin, la carreta de siempre. Soltó “toda la carga de artillería pesada” en su ejercicio opositor desbordado.
Mediante su verborrea panfletaria hace afirmaciones tendenciosas como que, Petro afirmó entre otras cosas que” el carbón se acaba”, esa expresión hay que interpretarla y no asumirla literalmente como lo hace Nieto, quien agrega que es totalmente falso. Parcialmente tienen razón los dos: Petro y Nieto Loaiza, este último al cuestionar seguramente que el carbón se acaba, lo cual no es cierto, el carbón no se acaba, van a quedar enterradas bajo tierra millones de toneladas del fósil, por decisión de políticas energéticas gubernamentales mundiales, ya que a pesar y según la teoría de la velocidad de agotamiento de las reservas, las del carbón son superiores a las del gas y a las del petróleo, pero debido al mayor daño ambiental que está generando, es el combustible hacia el cual se están orientando las prioridades en su sustitución por energías renovables no convencionales.
El 97% de la comunidad científica mundial responsabiliza a los combustibles fósiles- priorizando al carbón como el más nefasto de ellos-, del Cambio Climático. Pensar lo contrario es ocultar el sol con las manos. Ni multiplicando esas portentosas cifras aludidas por Nieto se pueden compensar los daños directos y colaterales que la extracción del mineral fósil ha ocasionado en La Guajira. Por supuesto, los políticos en aras de justificar sus prejuicios ideológicos y sus falacias, acuden a palabras convenientes a sus propósitos. Son capaces de confrontar con argucias y frases huecas y grandilocuentes a los más sólidos argumentos científicos. Usted señor Nieto, en alguna medida también se encuentra desautorizado moralmente para pontificar. Lo que hemos esbozado en torno al Cambio Climático, no corresponde a una suerte de militancia de ciudadano despistado. Es la preocupación de la inmensa mayoría de políticos con un ápice de sensibilidad y por supuesto de los más afamados científicos, sin obviar a diversas organizaciones no gubernamentales y a millones de ciudadanos en el mundo entero.
Es probable que los apologistas de la extracción del carbón, apelen al socorrido argumento de que Colombia aporta una cifra ínfima al calentamiento global, olvidan que al exportar el mineral estamos simultáneamente exportando Gases de Efecto Invernadero a los países compradores y consumidores de nuestro fósil, al momento de quemarse en sus plantas térmicas. Por otro lado, son múltiples las Sentencias de la Corte Constitucional atinentes al impacto ambiental de los proyectos mineros en nuestra región. La casi totalidad del carbón térmico en Colombia se encuentra concentrado en 5 municipios del Cesar y 3 de La Guajira, cuyas minas se encuentran bastante cercanas unas de las otras. El carbón ha sido para las comunidades aledañas a los proyectos, un “regalo envenado” de la naturaleza. Es absolutamente evidente el desbalance entre los beneficios percibidos y los impactos negativos. Pero según Nieto, el Cerrejón ha contribuido a restaurar y mejorar hasta las condiciones medioambientales de La Guajira. Tiene cascara.
La Tierra se está sobrecalentando. De acuerdo con los datos de la Nasa, en 2020 la temperatura media fue de 1,02ºC más elevada respecto al período 1950-1980. El calentamiento global, además de provocar la fusión de los glaciares y la subida del nivel del mar, provoca otros cambios climáticos como la desertificación y el aumento de fenómenos extremos como por ejemplo huracanes, inundaciones e incendios: la alteración del clima podría causar daños incalculables.
En La Guajira el Cambio Climático está absolutamente verificado y sus repercusiones son innegables. Con frecuencia los Wayuu afirman que “Ya no llueve como antes”, por supuesto la desertificación ha aumentado y sus caminatas para la consecución del agua son más largas hoy día que antaño. En La Alta Guajira también impactan en sus zonas costeras. con bastante frecuencia, poderosos huracanes.
Los científicos coinciden en achacar la responsabilidad de este cambio a las emisiones antrópicas de gases de efecto invernadero en la atmósfera, en particular, a partir de la Revolución Industrial. El principal de estos gases, el dióxido de carbono, procede en gran parte del sector energético, (que también incluye a la generación de electricidad, pero no solamente a esta).
Para alcanzar este objetivo, la herramienta principal es la transición energética, o sea, cambiar de un sistema energético radicado en los combustibles fósiles a uno de bajas emisiones o sin emisiones de carbono, basado en las fuentes renovables. Una gran contribución a la descarbonización proviene de la electrificación de los consumos, reemplazando la electricidad producida a partir de fuentes fósiles por la generada por fuentes renovables, que hace más limpios otros sectores, como el transporte, como así también de la digitalización de las redes, que mejora la eficiencia energética.
El proceso de transición energética no es algo nuevo en la historia. En el pasado ya asistimos a otros grandes cambios históricos, como el de la madera al carbón en el siglo XIX o del carbón al petróleo en el siglo XX. Lo que caracteriza esta transición respecto a la anterior es la necesidad de proteger el planeta de la peor amenaza que hemos tenido que afrontar hasta la fecha, y que tenemos que hacerlo lo más rápidamente posible. Este impulso ha acelerado los cambios en el sector energético: en una década (2010-2019) los costes de las tecnologías renovables han bajado respectivamente un 80% por la energía solar fotovoltaica y un 60% por la eólica onshore.
Nieto reitera el manido argumento de la corrupción en La Guajira como culpable del atraso, la pobreza, la marginalidad, el subdesarrollo y de las consecuencias negativas de la minería. Resulta que, en contra de sus deseos, allí se encuentran inmersos y confluyen factores de distinta índole. Por supuesto la corrupción aporta lo suyo, pero no en las cifras desmedidas que los facilistas le quieren atribuir. Entre los diversos factores, en los cuales muchos rolos como usted tienen su cuota de responsabilidad, mediante la prelación en la adopción de políticas centralistas y centralizadas cuando han ocupado cargos públicos decisorios. No han realizado ningún esfuerzo para corregir los estructurales e históricos problemas del subdesarrollo regional desigual, típico de Colombia. Por otro lado, le sugiero darle un repaso a la “Teoría de la Maldición de los Recursos Naturales”, en donde se puede nutrir de argumentos exóticos a su línea de pensamiento tradicional, encontrará elementos que refutan su artículo, preñado de hipótesis corrientes y ortodoxas, pero igualmente erróneas.
Coincido con el fallido excandidato Nieto Roa cuando asevera que Petro exagera un tanto al atribuirle al proyecto Cerrejón una desmedida culpa en los problemas hídricos y por ende en la tragedia de la mortalidad infantil en las comunidades Wayuu. Si bien las repercusiones son innegables rio Ranchería abajo, la zona geográfica donde ha castigado con mayor énfasis a esas comunidades en lo que atañe a las hambrunas en buena medida como consecuencia de las carencias hídricas, no coincide a plenitud con la ubicación del área de extracción. Pero no se puede desconocer que virtualmente esos impactos se articulan, integran y obviamente terminan generando consecuencias interrelacionadas. Hoy día los impactos ambientales generados por el carbón son conmensurables y equivalen según reputados investigadores a tres veces el valor del precio de la tonelada de carbón en el mercado internacional.
Su tesis del uso del agua y del impacto y las consecuencias sobre el rio Ranchería se casa con la de la empresa, la del IDEAM y probablemente Corpoguajira. Tesis que controvierte la de reconocidas entidades ambientalistas nacionales e internacionales, al sentido común y a la evidencia de la realidad de los hechos sobre sus nefastos efectos hídricos. Allí está de presente la más reciente disputa en torno al desvío del Arroyo Bruno, que chocó con la abierta, razonable y justificada resistencia de las comunidades afrodescendientes e indígenas que moran alrededor de ese importante afluente.
Otra afirmación exótica, aunque cierta, pero que simultáneamente le permite cuestionar y tildar posiblemente de falto de inteligencia a los últimos gobiernos, incluyendo por supuesto a los de sus afinidades, cuando asevera que han carecido de lucidez y talento para solicitar el uso compartido de toda la infraestructura construida: tren, aeropuertos, carretera, puerto, la que exceptuando a la carretera, ha sido para uso exclusivo de las multinacionales que se han venido turnando en la extracción del mineral.
Tácitamente reconoce Nieto que, esos gobiernos, incluyendo los de sus afectos, han sido si se quiere brutos, al no solicitar compartir esa infraestructura. Ahora luego de casi cuatro décadas, le viene a insinuar y endilgar torpeza al respecto al gobierno Petro. Síndrome Adánico. La prolongada estancia de Petro en el departamento ha propiciado y enviado a la arena política unos inesperados defensores de La Guajira, intempestivamente vienen a adoptar la tutela de los intereses del departamento, pero en la práctica se están convirtiendo en obstáculos.
José Luis Arredondo Mejía