¿Por qué el reciente naufragio de la reforma a la salud del gobierno Petro es un triunfo agridulce de la sociedad colombiana?
La polémica propuesta de reforma a la salud del gobierno Petro es una refundación totalitaria que abre paso a un sistema nacional de salud, como el sistema sueco, de Reino Unido o de Francia que emanan de la posguerra, y que al día de hoy colapsan y/o se alertan por crisis cíclicas. El diseño de la reforma parte de premisas políticas, mas no de conceptos ó evidencia, lo mínimo aceptable. La intención es pulverizar las capacidades, experiencia, conocimiento y logros de 30 años de pluralismo estructurado, cercenando la participación privada en la financiación, gobernanza, escindiendo el aseguramiento a varios difusos niveles, asumiendo forzadamente los intricados procesos financieros, administrativos, fraccionando la gestión de riesgo en nuevos aparatosos estamentos, nuevas rectorías en las regiones se concentrarán en gobiernos locales. Las inimaginables gestiones financiera y logística del sistema serán llevadas por la ADRES, sumando funciones inéditas y para las cuales no tiene competencia. En salud las improvisaciones y ensayos ciegos tienen un costo muy alto, y sin mirar las razones de sobra para rescatar al sistema de salud, la reforma es la receta de una hecatombe, cualquier colombiano no extremista y sensato, así lo entiende.
Hoy, países como Ghana, Kenia o Egipto, dan pasos lentos construyendo a retazos un sistema de seguridad social de financiación y provisión mixta, aún después de pandemia cuando quedó develada la insostenible debilidad sanitaria, con cada medida, quizás en una década tengan su ley 100, que pese a nuestra herencia de corrupción, fue un ejercicio académico internacional, ajustado a la coyuntura de la época, esos países, abiertos a la participación privada en todos los niveles , trabajan en sinergia con “pensadores de sistemas” de Harvard, verdaderos ejecutores de la implementación de la ciencia de los sistemas de salud, dedicados a explorar desde las realidades más lóbregas las necesidades de la población, capacidades, oportunidades y posibilidades de crear lo más cercano y nunca menos, sistemas de salud de alta calidad. Dado que la mortalidad evitable, de países de ingresos bajos y medios (137 países) alcanzaría 8.6 millones de muertes evitables/año relacionadas al sistema de salud, Y 60% de estas muertes se asocian a la baja calidad de atención, no será otro el asunto que atender sino el análisis de la calidad en salud con sus componentes ( Efectividad, seguridad, equidad, eficiencia, centro en el paciente y oportunidad) y la implementación de nuevas políticas partiendo de la interacción con la gente, indicadores, datos y contexto; quizás la reforma en Bogotá no es la misma que en Uribía.
Los países subsaharianos, al igual que los de la OCDE, en consonancia con la realidad del conocimiento, entendieron que las reformas a los sistemas de salud se hacen con ciencia, datos, rigor, y una cooperación íntima entre tomadores de decisiones y los “pensadores del sistema”, transformadores certificados, que los hay en Harvard como en muchas universidades de Colombia, consultados solamente si comulgaban con el engaño público.
Un icónico informe de la comisión de salud global liderada por la Dra. Margaret Elizabeth Kruk, conformada por universidades, instituciones oficiales, ONG, organizaciones civiles, observatorios académicos, nos reveló la realidad mundial en cuanto a la calidad de los sistemas de salud y a partir de esa información de fuentes mixtas, construyó un marco conceptual para abordar las transformaciones congruentes a cada escenario, en otras palabras, rompió el paradigma de las reformas de salud con motivaciones filosóficas o políticas, y así nos dejó la ruta y las razones de como emprender estos cambios, con método científico y validación/implementación social, la OMS Y la OCDE adoptaron esta perspectiva desde entonces. Inverosímil la omisión que hace el gobierno colombiano al alejarse de esta tendencia convertida en mandato.
Interpretando a la Dra. Kruk y al esfuerzo de miles de actores de esta historia, Colombia requiere un sistema de salud para la gente, centrado en las comunidades, que entregue servicios que mantengan y optimicen el bienestar, genere confianza, y responda rápidamente a las necesidades cambiantes (Como la Pandemia reciente). Lograr eso que sería el triunfo de todos.
Bajo esta óptica, en retrospectiva el 7 de agosto del 2022 el gobierno:
- Abandona la premisa de que la financiación y participación privada representa detrimento (No hay evidencia de ello)
- Crea un centro nacional y centros regionales de transformación del sistema de salud, que en 100 días investiguen, analicen y construyan propuestas de políticas públicas innovadoras, disruptivas, con rigor, sobre las cuales se redacte una reforma.
- La composición de estos centros y redes sería en su mayoría de académicos, expertos, además agentes gubernamentales, legisladores, inversionistas, trabajadores, sin sesgos, en una verdadera integración democrática.
- Las prioridades discutidas serían centros de excelencia, actualización del modelo educativo, modelos de servicio para población vulnerable y rural, atención primaria y preventiva, tecnología e innovación, cubrimiento efectivo, logística, transporte, medidas de eficiencia, intersectorialidad, competencias del personal, políticas laborales, incentivos, participación ciudadana y reorganización de instituciones y gobernanza.
- Después de esos 100 días, con plena transparencia se divulga el informe con toda transparencia y se abre una segunda ventana participativa, se arma una propuesta de ley basada en ese informe y se deja a consideración del congreso y sus respectivos trámites, el gobierno estaría en cada aspecto del paso a paso.
- Una vez aprobada la ley, se mantienen vigentes los centros de transformación para que acompañen activamente la implementación, proyectos y programas con métodos y métricas con validación internacional.
¿Mucho iluso?…
¿Qué tal si los cambios a lo más valioso y sagrado nos unen y así un nuevo sistema fuera el más dulce y grande triunfo de una sociedad?
Jorge Córdoba