EMPATÍA CON SICARIOS O ESTRATEGIA ELECTORAL

Juan Carlos Mesa Vallejo, alias ‘Tom’, José Leonardo Muñoz Martínez, alias “Douglas” y Freyner Ramírez García alias “Carlos Pesebre” son personajes siniestros que todavía dominan e influyen en una de las confederaciones mafiosas y asesinas más poderosas de Colombia y el mundo: “La oficina”, si la heredera y franquicia maestra de la tristemente célebre “oficina de Envigado”.

En cualquier país del mundo personas como estas no merecen ni si quiera la luz del sol. Herederos o arrendatarios de los emporios de crimen organizado de “don Berna” y Carlos Castaño entre otros, otrora objeto del odio y rechazo de la sociedad colombiana, personas como estas controlan mediante bandolas integradas verticalmente la criminalidad que afecta y sojuzga a cerca de 3,8 millones de habitantes del Valle de Aburrá en Antioquia.

Controlan y rentan organizadamente una amplia gama de delitos que es bueno repasar, así sea parcialmente y con la ignorancia de quienes somos ajenos a las “dinámicas” criminales de la mafia en Colombia, para que los lectores y ciudadanos entiendan precisamente a que se dedican estas confederaciones mafiosas.

Empecemos por la muerte, sicariar o asesinar a quien sea en cualquier parte, sin importar quien sea o que protección crea que tenga. Una vez “la oficina” recibe un contrato, la víctima es un muerto en vida. Esta certera capacidad de dispensar la muerte no solo está disponible para saldar deudas entre traquetos. Se presta para resolver cualquier conflicto comercial, familiar, de infidelidad, político o laboral. La muerte que vende “la oficina” la puede comprar cualquiera. Los muchachos, al fin de cuentas, tienen que entrenar.

Pero no solo eso en relación con la muerte. “La oficina” también te limpia y libera del engorroso problema de los cadáveres de las maneras más creativas y espantosas posibles: sobornando a los operadores de crematorios, operando casas de pique para reducir los cuerpos a líquidos y verterlos en los sistemas de alcantarillados, vendiendo cadáveres y huesos de asesinos famosos a paleros y santeros y el clásico de siempre de disponer cadáveres en nuestros ríos, solo para mencionar algunos de los servicios disponibles en el catálogo de la “la oficina”.

Solo la “ingenuidad” oficial y la intimidación a la prensa permiten que prospere la especie de que las bandolas han aceptado en el Valle de Aburrá, en Buenaventura o en Bogotá, por citar algunos casos, asesinar menos a pedido de alcaldes inmorales. Lo que explica los indicadores con los cuales Petro y el siniestro componedor de acuerdos con mafiosos, Danilo Rueda, sacan pecho sobre la reducción de los homicidios, es simplemente reflejo del compromiso de las bandolas de la muerte de recoger sus cadáveres y desaparecerlos para atenuar las “tensiones” que el ‘muñeco’ matutino suscita en la prensa y en las comunidades. Los logros de los acuerdos de Rueda, et al, claro que generan empleo en organizaciones como “la oficina”: solo que no estoy seguro que más muchachos operando casas de pique sea el tipo de empleo que la sociedad quiera andar creando.

Superando la intencional escatología de la muerte, de la cual no me disculpo por cuanto precisamente deseo que mis lectores dimensionen adecuadamente la alegre reunión del viernes 2 de junio en la cárcel de Itagüí del comisionado Rueda, la senadora Zuleta y un tercer y siniestro “experto” en contactos con la mafia, cuyo nombre por ahora no vale la pena recordar, con dos de los antes citados, “Tom” y “Douglas”, pasemos a detallar, así sea someramente, otros de los rentables monopolios que “la oficina” reparte territorialmente en el Valle de Aburrá, el oriente Antioqueño y muchos otros centros de vicio y turismo del país.

Claro está, en primer lugar, debemos señalar la importancia de la prostitución infantil en casas de encierro en las cuales se le quita a la brava la virginidad a los niños y niñas en borde de carretera. La idea es separar a la “mercancía” de su terruño donde los niños y niñas son “cosechados”, veredas rurales y barriadas de las grandes ciudades y templarles el carácter con la venta de sexo a camioneros y predadores del camino. Esta primera etapa busca curtir a la “mercancía” para que no falle en encargos de más valor: cuando los menores esclavizados se cotizan y pueden pasar a atender “gringos” y “monos” en el parque Lleras y similares en Cartagena, Bogotá y Cali, adonde llegan, ansiosos, nuestros turistas de vicio que se relamen ante la pedofilia impune y cohonestada por los alcaldes de todas estas ciudades. En esta ruta espantosa, “la oficina” selecciona la “mercancía” más curtida y presentadita, para que se convierta en carne humana viva de exportación a los lucrativos mercados de oriente, Europa, Rusia y Norteamérica.

De nuevo no pediré excusas por lo escabroso del relato. Que las pidan Petro, Rueda y Zuleta por sentarse a “negociar” con “la oficina”.

Pero sigamos, no me abandonen, miremos a los ojos la ley de sometimiento y la paz total, por ahora solo con estos bandidos. Para las infamias de los guerrilleros negociantes no me alcanza el espacio.

Sigamos con los amigos presos de Itagüí, expertos en fragmentar el territorio entregado por todos los conniventes alcaldes del Valle de Aburrá para el ejercicio sistemático de la extorsión. La extorsión a todos y todas. Desde el tendero, el peluquero, el busetero, el taxista, el ciclotaxista, el vendedor ambulante, el panadero, el restaurantero, el rutero de las compañías de consumo masivo (gaseosa, cerveza, granos, pan… lo que sea que deba pasar por el barrio, lleve cajilla de seguridad o no). Todo el mundo paga, todos los días, todos los viajes. La desgracia para cualquiera de estos ciudadanos. Quedar en una zona de frontera entre bandolas: pagas doble o te mueres.

Y claro, el microtráfico alrededor o dentro de los colegios, los jardines, los parques, las universidades, los estadios, las discotecas, las tiendas, los conciertos. Con pases de alta pureza para captar adicciones en niños cada vez más jóvenes.

Y me faltan todas las modalidades de hurto organizado y sus reducidores de celulares, autos, camiones y mercancías.

Con esta ralea humana se reúne gozoso el gobierno Petro, prometiendo libertades con la rúbrica del comisionado para “gestionar la paz” y salvar a los jóvenes que deambulan las calles por falta de oportunidades como lo justifica el presidente en su discurso de la escuela de Cadetes en Bogotá. Prometiendo indultos, fortunas legales e impunidades.

Mentira, todo mentira. Estos afanes negociadores lo único que buscan es activar el poder militar de los hampones para que el Pacto Histórico y sus aliados en el quinterismo no pierdan las elecciones a la alcaldía de Medellín que sin duda, mediante presupuesto, contratos y manzanilla, fue una de las principales herramientas del triunfo de Petro en las presidenciales.

La historia se repite y las bandolas dirán por quién votar en las comunas y Medellín y el Valle seguirán en manos de la izquierda para afianzar su hegemonía sobre el país.

Enrique Gómez Martínez 

DESCARGAR COLUMNA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
💬 ¿ Necesitas ayuda?
Hola 👋 ¿En qué podemos ayudarte?