El miércoles diez de enero, Joaquín Suárez García, un ciudadano de 41 años, regresaba a su casa del trabajo en el Corregimiento de Mingueo en La Guajira, cuando se le informó que le habían suspendido el servicio de luz. Dado que este ciudadano, muy apreciado en su comunidad, ya había pagado su recibo se dirigió hacia la cuadrilla de operarios para convencerlos de que era injusta la suspensión y debían reconectarle el servicio.
Lamentablemente, se suscitó una discusión entre este y los operarios de la firma Dominion que presta sus servicios a la empresa Air-e, distribuidora de energía en esta parte de la región Caribe. Como resultado de este incidente, Joaquín Suárez García perdió la vida al caer al piso en medio de la discusión. Un hecho que deberán esclarecer las autoridades. Esa muerte absurda generó la indignación de la población local. Además de la irreparable pérdida de una vida humana la situación culminó en disturbios generalizados, bloqueos de vías y la quema del vehículo en que se movilizaban los encargados de los cortes de energía.
La ciudadanía supone que las empresas prestadoras de este servicio y sus firmas contratistas cuentan con protocolos definidos para el manejo de las reclamaciones de los ciudadanos. Se confía en que no existen estímulos perversos que premian a los trabajadores por el número de cortes efectuados. La gente espera que los operarios cuenten con un entrenamiento adecuado para conducir estas delicadas situaciones. Sin embargo, hechos sucedidos en el pasado reciente muestran que los procedimientos adoptados por la empresa Air-e no son precisamente un modelo que fomente la relación armónica entre aquella y los usuarios de sus servicios. En agosto del año pasado los habitantes de conjuntos multifamiliares de Barranquilla se quejaron de que los cobros a los deudores morosos se hicieron empleando ruidosos megáfonos para que se acercaran a conocer el monto de sus deudas. Esto implica recurrir a procedimientos que afectan la reputación de las personas y menoscaban su dignidad. Emplear la vergüenza y el escarnio público como procedimiento de cobro no parece ser una innovación de la administración empresarial moderna sino un primitivo acto propio de villanos.
El alto costo del servicio de energía está generando preocupantes tensiones sociales también en el Pacifico. En su reciente visita al departamento de Nariño, la vicepresidenta Francia Márquez advirtió sobre el malestar social que existe en esta región causado por la alta facturación del servicio de energía eléctrica. “Se presta un servicio de mala calidad y con costos altísimos”, declaró la vicepresidenta, quien pidió al ministro de energía revisar los altos costos de las tarifas que pagan los usuarios. El ambiente social empeorará este año. debido a diversos factores, entre ellos la disminución de las precipitaciones pluviales. Todas las predicciones apuntan a un significativo incremento de las tarifas en el país. Este escenario caldeará aún más el clima social en las regiones, ya cercano a la completa ebullición.
Los anuncios de la Creg, en diciembre pasado, permiten afirmar a los expertos que ante el fenómeno de El Niño tendremos un incremento en las tarifas de energía que oscilará entre el 25 y el 30 por ciento. Un humilde vendedor de verduras manifiesta que todo el esfuerzo de sus pulmones se concentra en pagar costosos recibos a la empresa Air-e. Esta es una sensación extendida entre la gente del Caribe. Así la existencia de los ciudadanos de las regiones se debate entre la asfixia económica y el estallido social.
Weildler Guerra Curvelo