El país del amor, y sobretodo conjuntamente con Alemania cuna de la corriente cultural e intelectual suscitada en los siglos XVII y XVIII conocida como La Ilustración, y basada en la primacía de la razón para comprender la realidad y que tuvo poderosa incidencia en la política, la economía y la sociedad, restauró en pleno siglo XXI a su manera, y recordó que ellos fueron pioneros del aludido movimiento ilustrativo. Con el triunfo inesperado, mas no sorpresivo del Nuevo Frente Popular (NFP) constituido por la Francia Insumisa, Socialistas, Ecologistas y los Comunistas quienes táctica y estratégicamente construyeron una amalgama de fuerzas progresistas para atajar a la extrema derecha.
Afirmamos que inesperado ya que todo apuntaba a que la extrema derecha en cabeza de la señora Marine Le Pen ratificara el éxito obtenido en la primera vuelta; mas no sorpresivo porque el país galo hizo precisamente gala y rememoró que en ese país en pleno apogeo de la Ilustración hace más de doscientos años brillaron nada más y nada menos que Descartes, Voltaire, Rousseau y Montesquieu como abanderados del racionalismo. No podría ocurrir en esta ocasión algo distinto del triunfo de la razón, la sensatez. La izquierda francesa liderada por Jean- Luc Melenchon diseño una estrategia inteligente y efectiva para derrotar no solo a los extremistas de la derecha, sino que también superaron en número de legisladores al partido de gobierno en cabeza del Presidente Emmanuel Macron.
Se reprodujo en alguna medida, aquella época icónica en Francia, también denominada “Siglo de las Luces”. Fue allí donde alcanzó su máximo esplendor, encontró su epicentro cultural y filosófico. Ese movimiento hizo énfasis en la libertad de pensamiento, la igualdad y la tolerancia como pilares a los cuales se opone justamente la extrema derecha en cabeza de la señora Le Pen. Se despertó el país, meca de grandes pensadores y le propinó una estruendosa derrota. Reacciono y se impuso el “Cordón Sanitario o Republicano” maniobra adoptada por todas las organizaciones políticas a fin de evitar el ascenso al poder del “peor escenario posible”. Es de resaltar que hubo una masiva participación en las urnas, ante el fantasma del triunfo del fascismo, concurrió el 60 % del electorado inscrito.
El triunfo de la izquierda francesa que dejó viendo un chispero a los extremistas del mundo, incluyendo por supuesto a los de Colombia- envalentonados por el reciente triunfo de un chiflado en Argentina-, contó con la movilización de los Banlieues: suburbios y zonas aledañas a Paris y a las grandes ciudades donde se concentran la población obrera, en su mayoría inmigrantes africanos: argelinos, tunecinos y senegaleses. No es sino ver a la selección francesa de futbol, parece una selección de cualquier país africano. Esa población inmigrante usualmente apática y escéptica, ante la inminencia de que ganará la extrema derecha optó por movilizarse significativamente. Además de los inmigrantes que constituyen una fuerza electoral significativa, hubo una importante y maciza aportación de los jóvenes, de la intelectualidad, asestándole de esa manera un golpe contundente a los ultras, racistas, antiprogresistas que en Europa pescando en rio revuelto intentan aprovechar la crisis económica mundial, para atribuirle a factores erróneos la culpa de las dificultades en el Viejo Continente”.
El Legislativo francés está conformado por 577 legisladores, de manera que para obtener el umbral que otorga mayorías en la elección del Primer Ministro se requieren 289 votos. El NFP obtuvo 182 escaños, el partido de gobierno cuyo movimiento es el Ensamble alcanzó 168 y el fascismo aglutinado en el partido conocido como Reagrupamiento Nacional solo pudo conseguir 143 bancas, las fuerzas minoritarias conquistaron las curules restantes.
Si bien ninguna de las tres principales facciones del espectro político francés logró mayorías legislativas suficientes, no sería nada raro que a pesar de los berrinches tanto del fascismo del país de la Marsellesa, como de los denominados “centristas”; dadas las circunstancias y la nueva correlación de fuerzas legislativas, Macron se vea abocado y designe como Primer Ministro a un miembro de las organizaciones progresistas preponderantes que componen al Nuevo Frente. En Francia impera un régimen semipresidencialista, en el que el Primer Ministro es escogido acorde con la correlación de fuerzas legislativas y en circunstancias como las planteadas por los recientes resultados electorales se podría imponer la Cohabitación, es decir la coexistencia de un Presidente de signo ideológico y político distinto al del Primer Ministro que, debe surgir de las negociaciones propias de la coyuntura. Aunque ya comenzó el “fuego amigo”, el líder de los socialistas Olivier Faure se opone a que Melenchon adalid de la mayoritaria fuerza progresista: Francia Insumisa, sea acogido y designado como potencial Primer Ministro.
La respuesta y las reacciones espontaneas de los electores franceses, particularmente de los jóvenes, la intelectualidad y la población inmigrante que aglutinados celebraron jubilosamente en la Plaza Stalingrado de Paris, y las opiniones del mundo político europeo desnudan la importancia de haber derrotado a la extrema derecha que venía de triunfar en la primera vuelta, y en esta ocasión y ante la reacción del electorado francés fue relegada al tercer lugar.
La extrema derecha francesa como cualquier organización similar es un movimiento ultranacionalista, pronazi, fascista, racista, clasista, discriminatoria. Bastante similar a las características que adornan a ciertos candidatos y/o candidatas que ya se vislumbran para las próximas elecciones en nuestro país, y que a no dudarlo en el caso específico de los resultados electorales en Francia se quedaron con los “voladores” comprados.
José Luis Arredondo Mejía