GOBIERNOS DE REDES SOCIALES

“¡Qué tristeza llave!”. Diría Germán -el man aquel- leyendo la evaluación de muchos gobiernos que actualmente se miden en la cantidad de me gusta y contenido en las redes sociales digitales, a pesar que estén lejos de la realidad. Sí Félix, yo sé- me diría mi compadre Guara en Fonseca- es que las redes permiten una presunta interacción continua con la ciudadanía y, presuntamente, facilitan la consolidación de nexos con el entorno; pero la pregunta que se hace ‘Manja’ ¿es justo con la sociedad? ¡Pilas que este último es el mismo Adaulfo Adolfo!

Presento este artículo afirmando que las redes sociales se han incorporado a nuestra vida cotidiana de una manera rápida y progresiva, instituyendo una forma de vida que depende desde lo social, político, económico y tecnológico lo que allí se exponga.

En términos de gobernabilidad, la entrada de Meta (Instagram, Facebook, Threats) y X (antes Twitter) a la gestión gubernamental ha implicado un nuevo escenario en las posibilidades de participación y comunicación, tanto en el ámbito institucional, como en la cultura ciudadana. Les confieso que como asesor me dio pena ajena cuando en el presupuesto de una entidad a la que presenté una propuesta de trabajo, cuando en plena reunión me exponen el presupuesto de contratación de personal, había dieciocho personas en el equipo de comunicaciones estratégicas y siete profesionales haciendo el trabajo de la Institución. Quienes me conocen saben que potencio la prensa y redes; pero es increíble que una oficina pública de gestión para resolución de necesidades insatisfechas, invierta más en cómo lo ven que en lo que hace. “Quien pone un huevo tiene que cacarearlo”. ¡Nojoda sí; pero no así! Me perdonan lo caribeño.

Para los gobiernos, la proximidad con los habitantes y generar aceptabilidad son fáciles a través de los instrumentos que las redes sociales proporcionan. ¿O es que no perciben que la necesidad de dar respuesta a sus demandas se soluciona dando respuesta a afrontar el reto de la adaptación? Vamos a decirlo claro: las tecnologías de la información justificadas en las páginas oficiales de internet, son solo la mejor y más efectiva posibilidad que tienen los precarios gobiernos para transformar la gestión pública.

El hijo de Bladi y Toña, siempre ha creído que las redes sociales han ayudado a consolidar la democracia, opina que se han generado espacios de deliberación y rendición de cuentas donde antes no los había; pero sin poner otro nombre, cree que es una nueva posibilidad de ejercer una política de participación directa, pero a la cual se le ha dado más importancia que resolución definitiva de los problemas.

“La llamada democracia electrónica a la que se refiere Tuesta (2004), se articula en tres directrices fundamentales: una dimensión estrictamente informativa, que va en un sentido único de la administración pública hacia los ciudadanos, una dimensión administrativa, que espera una mínima interacción bajo forma de solicitud y de oferta de servicios y finalmente una dimensión participativa, en la que se encuentra una comunicación estrecha entre institución y sociedad, con el objetivo de participar activamente en la definición y solución de asuntos de interés público”[1].

Entristecido por los comentarios de Héctor, un gran amigo que no está instruido en la cosa pública, pues un día en la samaria en el que compartimos unos tragos de Aguardiente Amarillo, me afirma que gracias a las redes el ciudadano escucha, opina y se comunica con el gobierno, ¡así no le paren bolas! Me ericé como la Grisales; pero de manera prudente me dije a mí mismo: ‘¿ve y qué vamos a hacer…Eso de qué sirve? Lo anterior, me ratifica una de las dos frases de Bukowski que me gustan: “El problema del mundo es que las personas inteligentes están llenas de dudas, mientras que los estúpidos están llenos de confianza”. La otra es: “El conocimiento, si no se sabe aplicar, es peor que la ignorancia”. La tiro de una para que no pregunten la otra o creen que es mentira que el conocimiento en malas manos puede resultar muy contraproducente para la sociedad.

Me imagino que has comenzado a pensar que lo que digo, no es por joder, es la realidad. Algunos gobernantes creen que el éxito en la gestión gubernamental se vincula, en todo caso, a su capacidad de publicar hechos o situación bien grabadas que generen una sonrisa o aceptación en redes y no en la habilidad de dar respuesta a las demandas ciudadanas. Una especie de posverdad. Gerentes de la cosa pública, entendamos que la tecnología debe ser un medio más para garantizar transparencia, acceso a la información pública, rendición de cuentas y participación ciudadana; pero no como la vía de borrar temporal o definitivamente  las necesidades del pueblo.

 Al final creo que en el actual contexto la ciudadanía, siendo pragmática, ve a las redes como canal de comunicación que hace necesaria la presencia de los gobiernos y su gestión en las plataformas sociales para atender las demandas ciudadanas y mejorar la respuesta; sin embargo, los problemas se dan cuando las herramientas de comunicación pierden su objetivo que es permitir la comunicación entre gobierno y ciudadanía sobre las problemáticas reales, que permitan construir e implementar políticas públicas, que beneficien a los ciudadanos y que promuevan una verdadera retroalimentación entre gobierno y sociedad.

 

Adaulfo Manjarrés Mejía

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[1] Tuesta, S. Fernando (2004), “El voto electrónico”, en Tuesta, S. Fernando (dir.), Elecciones, Perú, ONPE.

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