Colombia por primera vez en su historia tiene un gobierno de izquierda radical. Un gobierno que no niega su admiración por las dictaduras de Cuba y de Venezuela. Un gobierno que promueve la impunidad con el cuento populista de la “paz total”. Un gobierno que de manera oportunista se ha aliado con los partidos tradicionales que tanto criticaba en el pasado.
Los primeros siete meses que lleva este gobierno han sido marcados por escándalos de dineros ilícitos, irrespetos hacia la fuerza pública, inflaciones, y polémicas propuestas para reformar a la salud y pensiones. Cada escándalo iba acompañado por amenazas antidemocráticas del presidente Petro quien cada vez está más impopular según las encuestas.
Se nota que el gobierno actual está agotado y desesperado porque sus promesas populistas están lejos de cumplirse. Mucha gente que votó por “el cambio” hoy está decepcionada. Todo esto indica que la oposición a Petro tiene razones para estar optimista en recuperar el poder. Pero existe un riesgo real que el desespero petrista se materialice en medidas aún más radicales, es decir en la erosión completa de la débil democracia colombiana. Al estilo chavista que tanto es admirado y anhelado por el gobierno actual.
La oposición a Petro tiene que estar en alerta, y es aquí donde el conservatismo colombiano jugará un papel determinante.
Hoy en día existen dos partidos conservadores en el país. Ambos, si bien no llevan el título “conservador” en su nombre, tienen los principios conservadores en su ADN. Por un lado, está el Partido Movimiento Salvación Nacional liderado por Enrique Gómez Martínez quien está siguiendo con el legado conservador de su tío Álvaro Gómez Hurtado asesinado por la narco oligarquía colombiana. Por otro lado, está el Partido Nueva Fuerza Democrática que recientemente obtuvo su personería jurídica. La Nueva Fuerza Democrática es liderada por el expresidente conservador Andrés Pastrana Arango reconocido internacionalmente por el Plan Colombia que sentó las bases para debilitar la influencia política y territorial de paramilitares y grupos guerrilleros.
En la política como en la vida, la unión puede hacer la fuerza. Eso lo entendió la izquierda radical cuando se juntó con actores del crimen organizado y con políticos tradicionales al mismo tiempo.
La oposición al gobierno Petro se tiene que unir. Desde una izquierda moderada hasta la derecha. Desde Jorge Enrique Robledo hasta Miguel Polo Polo. Pero sobre todo el conservatismo tiene que unirse. Salvación Nacional y la Nueva Fuerza Democrática. Ojalá ya para las próximas elecciones regionales. Esto facilitaría alcanzar umbrales y se mandaría un mensaje contundente a aquella ciudadanía que tanto se siente traicionada por el desprestigiado Partido Conservador.
Para lograr esto, se tienen que superar eventuales discrepancias históricas que han existido entre ambos grupos. Estas se tienen que superar teniendo en cuenta que el verdadero contrincante político es la izquierda radical que es símbolo de opresión y dictadura. No se puede dar el lujo de caer en peleas de ego o en discusiones de detalles ideológicos. Se trata de defender los principios. Los mismos principios que hace más de 170 años fueron expuestos por Caro y Ospina. Principios que nunca dejarán de ser vigentes.
Andreas Mariano Althoff Ospina