GUSTAVO IV

En el fondo, con la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia, todos los colombianos tuvimos una pizca de esperanza en que moviera ideas sanas que despertaran a la clase política y los partidos tradicionales. De administración, por su alcaldía, no auguramos ninguna ilusión y sabíamos que conformar equipos no ha sido su fortaleza.

Ha habido más de 35 ministros y 50 viceministros, sin mencionar otros institutos, en dos años. Dos larguísimos años perdidos entre trino y trino. Exponiendo al país con tantas mesas de negociaciones abiertas y con una creciente inseguridad y pérdida de libertades. Sigo sin entender cómo aceptó la embajada de EE. UU. a Daniel García-Peña luego de la forma en la cual salió del gabinete en tiempos de la alcaldía de Petro. Hay que defender la Constitución del 91 y sus conquistas. El 24 de julio de 2024 Grecia conmemoraba los 50 años del retorno de la democracia. Nosotros estamos en riesgo de perder lo que tenemos como democracia y con el ejemplo del vecino país autócrata, un imperativo es defender la república y exigir una discusión real sobre si es o no el presidencialismo hipertrofiado lo que nos conviene. Esa era la discusión política del momento y se le escapó lastimosamente al presidente, pudo más el mesianismo y el ombligo.

Decía hace poco Juan Fernando Samudio (LR, agosto 8 de 2024): “No me etiqueten” y estoy de acuerdo con él: “Ni soy de izquierda ni de derecha, pragmático y realista. En materia de economía y política me gusta todo aquello que promueva la reducción de la pobreza, el desarrollo económico, la igualdad de oportunidades, la libertad y el orden”, agrego la seguridad ciudadana.

El discernir en las diferencias nos debe definir como país civilizado y que las doctrinas de los partidos manejen el presente y el futuro del país. Una discusión como plantea el profesor Yezid Carrillo: “Reelegir las ideas”. El país es de todos, minorías y mayorías, muchos del Pacto Histórico deben estar en su propia encrucijada. Muchos que a conciencia votaron por Petro deben sentir una enorme frustración. Como dijera Hisham Matar en tiempos de la primavera árabe: “Nos arrastra una marea, somos esa marea. Tan absurdo es pensar que vivimos ajenos a las tensiones de la historia como la fuerza de la gravedad”. Así es, la fuerza puede ser positiva o puede ser negativa. Tenemos que defender la libertad y la libre expresión.

María Corina, mujer valiente e inteligente, teniendo todo en contra, ha sabido generar una marea de solidaridad de los venezolanos; eriza la piel ver una líder como ella. Colombia necesita muchas María Corina, hombre o mujer, no necesariamente para buscar un mesías, sino para que en el diálogo podamos tener varios líderes con propuestas para construir el futuro; pues, como decía al inicio, el cuarto semestre también se perdió… Esperábamos menos globos y trinos y más ideas y ejecución.

Orlando Bustillo Pareja

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