IMPUNE Y DAÑINA

De los miembros del gabinete que aún tratan de guardar las formas y ocultar la agenda de destrucción de las instituciones colombianas, la más dañina sin lugar a dudas es la ministra de Vivienda.

Hace parte de esa izquierda caviar que con Cecilia López, José Antonio Ocampo y Alejandro Gaviria, llegaron a lavarle la cara al despropósito petrista, atendiendo su propia y longeva vanidad y ansia de poder.

La vanidad obviamente reflejada en la premisa de que ellos domaban a la bestia a la vez que ellos si iban por fin a ajustar las cuentas de la desigualdad, que ellos mismos, como factores de poder en las últimas tres décadas de la historia nacional, habían fomentado con sus malas políticas socialistas.

El ansia de poder para cosechar en las postrimerías de su vida política cuotas, contratos y favores para alimentar las estructuras de sus caducos jefes de toda la vida como Samper y Santos.

Velasco se desmarca del equipo de ministros mencionados por haber claramente pertenecido al establecimiento de izquierda con los alcaldes Garzón y Samuel en el área de planeación y hábitat y coronar chanfa en energía con el mismísimo Petro.

Su origen uniandino, sus especialidad en la Javeriana y doctorado del Externado junto con la maestría en la universidad de Michigan le dan esa mezcla de aceptación social y validación ideológica que permiten moverse con éxito en las aguas de la burocracia y de la contratación. Una figura puente, si se quiere, para el establecimiento, conectando sectores vitales de la economía con el averno petrista.

Y llena claro está de idealismo proactivo y funesto. Ese idealismo fundacional que proyecta sus inconformidades sobre la realidad e iluminada por sus creencias considera que su postura auto adjudicada de superioridad moral basta para cambiar la realidad.

Frente a un sistema de subsidio y promoción de la vivienda popular que sin lugar a dudas representa, a la manera de nuestro sistema de seguridad social en salud, un patrimonio público e institucional determinante, reflejo y resultado de décadas de ensayo y error unidos bajo un propósito político perdurable a través de diversas administraciones presidenciales, una rareza en la evolución de la gestión pública colombiana, Velasco llegó a ocupar armada con el látigo de su superioridad moral y sus juicios a priori marcados de ideología.

El sistema era una herramienta de desigualdad y fraude. El sistema desconocía las necesidades de los estratos más pobres de la sociedad. Y ella si sabía cómo cambiar las reglas de la famosa herramienta de Mi casa ya para que se realizara la verdadera justicia social en el gobierno del cambio.

Su soberbia postura moral, partía de la premisa que la compleja articulación entre el sector público y privado, fruto como dije de tres décadas de esfuerzos continuos y dolorosos fracasos, no había cumplido con el verdadero mandato de equidad, desconociendo con ello los monumentales efectos positivos alcanzados por este programa y sus antecesores en la formalización de la vivienda urbana en las grandes capitales del país y denigrando injustamente la realización de cientos de miles de sueños de familias colombianas que participaron y confiaron en el sistema para lograr un avance importantísimo en su patrimonio.

Y se le dijo y se le avisó a la ministra que tuviera cuidado. Que las interacciones macro y micro económicas de las regulaciones y programas vigentes eran sensibles. Que se debía cuidar la confianza pública vital tanto para los grandes inversionistas como para los pequeños ahorradores. Se le explicó que debía seguir su búsqueda de ampliar el espectro y alcance de los programas hacia grupos menos favorecidos y marginales sin tocar o desmontar el núcleo fuerte y dinámico de Vivienda de Interés Social (VIS).

De nada valió, de nada sirvió.

La convicción cerrera, la superioridad moral, la malicia aplicada a todo lo institucional, una cuota de envidia y codicia, sumadas todas ellas a la incompetencia, prevalecieron.

Sus falsas motivaciones como que el programa de mi casa ya no cubría poblaciones que ganaban menos de dos salarios, que estaba concentrado en grandes ciudades únicamente, que había fraude beneficiando a personas de ingresos medios, que los subsidios estaban mal priorizados hacia los ingresos medios y muchas más mentiras y veleidades de la ministra fueron claramente desvirtuadas en el excelente debate de control político del senador Miguel Uribe.

Y además se ha demostrado que en 2022 la ministra y su equipo, por incuria y negligencia, omitió la aplicación de procedimientos administrativos afectando las disponibilidades presupuestales del programa en 2023 de manera severa.

Todas las transformaciones en las que se empecinó la ministra fueron inútiles e imposibles. Ahora tímidamente trata de echar reversar. Ahora gasta el valioso presupuesto de comunicaciones de la entidad para tapar su chambonada. ¡Y la prensa le da juego!

Los efectos de la chambonada ministerial y de su promoción de las falsedades ideológicas son devastadores. Son, lo afirmo y está probada, la principal causa de la recesión económica que padeció Colombia en 2023. La trascendencia económica del sector de la construcción, aumentada por el éxito histórico de Mi Casa Ya en todos estos años, fue groseramente por la ministra y su jefe Petro.

Nunca la incompetencia y obcecación de una persona había dañado a tantos. Y la ministra ahí, escampando para hacer más males.

Enrique Gómez Martínez 

DESCARGAR COLUMNA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
💬 ¿ Necesitas ayuda?
Hola 👋 ¿En qué podemos ayudarte?