En Jeremías 29:4-13, se cuenta que el Pueblo de Dios estaba esclavizado, Él mismo los desterró de Jerusalén a Babilonia a causa de haberlo olvidado, sin embargo, le mandó a decir que hicieran planes para quedarse, que se multiplicaran y trabajaran por la paz y prosperidad de esa tierra, porque el bienestar de la ciudad dependía del bienestar de ellos, que si oraban serían escuchados, que pasados 70 años los llevaría de regreso a casa y si lo buscaban de todo corazón pondría fin a su esclavitud.
En esta historia fue el mismo Dios que envió cautivo al pueblo, pero tengo que decir que a veces somos nosotros mismos quienes nos hacemos cautivos de las circunstancias.
En ocasiones nos sentimos olvidados por Dios, cuando la realidad es que hemos sido nosotros quienes nos hemos olvidado de Él haciendo nuestra propia voluntad, luego, envueltos en una vida de opresión, tristeza, angustia, nos preguntamos dónde está; en medio de nuestro afán, lo buscamos y Él parece no dejarse encontrar. No, no es que se esconda, es que quizás nuestra intención está limitada a que nos saque del apuro y una vez esto suceda volver a olvidarlo, sin considerar que como nuestro Padre y por el amor que nos tiene, anhela que tengamos la intención de llevar una relación estable, que no sea algo de un momento.
¿Cómo podemos ser intencionales?
Hace algunos años, entre el 2014 y el 2015, iba al gimnasio, no por salud ni por vanidad, la intención real era la de canalizar el dolor que vivía en ese entonces. Habiéndome olvidado de mi tristeza, viéndome los brazos, las piernas y el abdomen definidos, hizo que le tomara mucho amor a esa actividad. Con una estatura de 1.68, un peso de 59kg y sin creerme Sasha Fitness, me gustaba lo que veía, pero envuelta en la carga laboral y ciertos afanes de la vida, fui descuidando la alimentación y cada día iba menos al gimnasio, hasta que un día dejé de ir definitivamente.
En pandemia retomé la vida saludable, pero con la intención de ver resultados pronto, al no ser así, me desanimaba con frecuencia y, para marzo del 2022, pesaba 75 kg. A la fecha de hoy peso 66.5kg, pero me ha costado cohibirme de frituras, azúcares y alimentos procesados, ir a cama temprano y anticiparme al amanecer para ir a entrenar. Madrugar no es mi parte favorita, pero la disciplina, la mayoría de las veces, le gana la pelea que tiene con el sueño delicioso de las 4am. No es fácil, el trabajo, otras tareas cotidianas, los meses de lluvia, entre otros, en ocasiones me desaniman y desfallezco, pero no he dejado de ser intencional en mi propósito, me lleno de voluntad y sigo.
Pasar de 75kg a 66.5kg, no fue de un día para otro, han pasado 7 meses, aunque pude tardar más y probablemente un poco menos, eso dependía de mí y de mis esfuerzos. Suena un poco extraño, pero así mismo es llegar a tener una relación íntima con Dios, ver su gloria manifestada en nuestra vida depende de qué tan intencionales somos al buscarle.
¿Oras? ¿Cuánto tiempo oras? ¿Estás leyendo la Biblia? ¿Estás adorándole? ¿Te estás congregando en una iglesia? ¿Has buscado prédicas en internet? Muchas veces he escuchado a personas decir “es que leo la Biblia, pero no entiendo”, si este es tu caso, ¿Has pedido dirección al Espíritu Santo para que te dé discernimiento? ¿Te has acercado a algún líder espiritual que te explique? ¿Has buscado en internet el significado de ese pasaje bíblico que no comprendes? Hay cosas que están a solo un clic, también hay aplicaciones de Las Escrituras en diferentes versiones que puedes descargar en tu celular, muchas de ellas tienen planes de lectura; hay libros, columnas, entre otros, que nos van guiando para tener una relación con Dios. Por último y no menos importante ¿Obedeces a Dios cuando te habla?
Tener una relación íntima con el Padre, si bien no se forma de repente, cuánto tarde depende únicamente de nosotros y de lo intencionales que somos en acercarnos a Él. El pueblo de Dios según la historia contada, pasaría por muchos años de cautiverio antes de regresar a casa, ese no es nuestro caso, sin embargo, al igual que ellos tendremos que sufrir las consecuencias de nuestros actos, pero no olvidemos que dice en Jeremías 29:13 «Me buscarás y me encontrarás cuando me busques con todo tu corazón».
Jennifer Caicedo