A solo seis meses de la primera vuelta electoral del 31 de mayo de 2026, Colombia vive un pulso intenso entre la izquierda oficialista y una derecha en busca de cohesión. Tras el histórico triunfo de Gustavo Petro en 2022 el primer presidente de izquierda en la historia moderna del país, el espectro político se ha polarizado aún más, con el oficialismo apostando por la continuidad de sus reformas sociales y ambientales, mientras la oposición de derecha clama por un «cambio» que revierta lo que llaman «el retroceso petrista». Encuestas recientes, como la del Centro Nacional de Consultoría (CNC) del 18 de noviembre de 2025, muestran a la izquierda liderando con Iván Cepeda en 20.9% de intención de voto, seguida por el derechista Abelardo de la Espriella con 14.4%, en un panorama donde el centro (45% de autoidentificación ideológica) podría ser decisivo. Esta lucha no es solo por votos, sino por el alma de la nación: ¿avance hacia la equidad o retorno a la seguridad y el libre mercado? Exploramos las estrategias, fortalezas y debilidades de ambos bandos en esta contienda que define el posconflicto y la democracia colombiana.
La Izquierda: Unidad y Momentum tras la Consulta del Pacto Histórico
El bloque oficialista, liderado por el Pacto Histórico, ha emergido como el más cohesionado en la carrera presidencial. La consulta interna del 26 de octubre de 2025, que costó más de 200.000 millones de pesos al Estado, coronó a Iván Cepeda como el candidato único de la izquierda radical, con un respaldo que supera el 50% en primarias del movimiento. Cepeda, senador del Pacto y figura clave en los procesos de paz con las FARC, encarna la continuidad del petrismo: reformas laborales, transición energética y justicia transicional. Su ascenso en las encuestas —de un modesto 9% en sondeos de enero a 20.9% actual— se debe a una base leal en regiones como el Pacífico y los Llanos, donde el apoyo al gobierno ronda el 30%, y a una movilización juvenil impulsada por redes sociales.
Sin embargo, no todo es un camino de rosas. Críticos como el expresidente Álvaro Uribe señalan afinidades de Cepeda con «estructuras armadas» y un rechazo a la iniciativa privada, evocando temores de un «comunismo que no se va jamás», similar a Venezuela o Cuba. Petro, desde su cuenta en X, defiende la candidatura como un paso «hacia adelante», contrastándola con una derecha que representa «un siglo y medio de gobiernos fallidos». La estrategia de la izquierda es clara: polarizar el debate en torno al «cambio» versus el «atraso», apostando por una segunda vuelta donde Cepeda podría vencer a rivales fragmentados, según proyecciones del CNC que lo favorecen en balotajes.
La Derecha: Fragmentación y Llamados Urgentes a la Unidad
En el otro extremo, la derecha —que se autoidentifica en un 32% de la población— enfrenta su mayor desafío: la dispersión. Con más de 30 precandidatos, el espectro conservador incluye desde uribistas tradicionales hasta outsiders como Abelardo de la Espriella, quien lidera con 14.4% gracias a su discurso de «mano dura» contra el narcotráfico y alianzas evangélicas. El Centro Democrático, bastión uribista, anunciará su candidato el 28 de noviembre mediante una encuesta interna que ahorra recursos estatales y busca empoderar a figuras como cabal o Vicky Dávila (10-12%), evitando una consulta costosa en marzo.
La propuesta de De la Espriella para una «gran encuesta» que unifique a toda la derecha resuena en redes sociales, donde usuarios claman por una coalición contra el «petrismo» que evite repetir la división de 2022. Uribe, en reuniones virtuales, urge a un «cambio a la derecha» para contrarrestar el «fraude» del petrismo, mientras Vargas Lleras advierte que «se acaba el tiempo» para egos y vanidades.
Fortalezas: maquinaria en Antioquia y el Eje Cafetero, y un rechazo al gobierno que alcanza el 60% en encuestas. Debilidades: infiltraciones judiciales y la incapacidad para seducir al centro, con un 20% de derechistas viendo chances reales solo en un candidato único.
El Centro: El Espacio Cotizado que Podría Decidir Todo
Aunque la polarización domina, el 45% de colombianos que se identifican como centristas —frente al 22% de izquierda y 32% de derecha— emerge como el árbitro. Figuras como Sergio Fajardo (7.8-13%) y Claudia López (5%) lideran este bloque fragmentado, con promesas de educación, innovación y anticorrupción que apelan a indecisos harto de extremos. Analistas como Sergio Guzmán advierten que la izquierda debe «ceder» para conquistar este voto, mientras la derecha no bastará con un discurso «antipetrista».
En X, el debate arde: ¿un centro unido como «puente» o mera ilusión que beneficie a Cepeda? Consultas internas en marzo podrían depurar a 70 aspirantes a solo cinco, pero la fragmentación actual —con liberales y verdes divididos— deja al centro vulnerable a absorción por los polos.
Dinámicas Clave y Pronósticos: ¿Segunda Vuelta Inevitable?
La contienda se perfila para una primera vuelta atomizada, con nadie superando el 30%, forzando un balotaje en junio donde alianzas postelectorales serán cruciales. a Factores como el abstencionismo (40%) y el descontento económico —inflación al 8% y desempleo juvenil al 20%— inclinan la balanza hacia la derecha en ciudades, pero la izquierda retiene rurales. En redes, el uribismo acusa al CNE de boicotear a la izquierda para favorecerlos, mientras petristas celebran la «hoja de ruta clara».
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La lucha izquierda-derecha por 2026 trasciende ideologías: es un referendo al legado de Petro, marcado por avances en paz total, pero tropiezos en gobernabilidad. Mientras Cepeda moviliza con utopía social y De la Espriella con orden represivo, el centro susurra moderación en un país cansado de odios. Como advierten expertos, «el tiempo corre en contra» de la unidad opositora; si la derecha no se alinea, el petrismo podría retener el poder, profundizando divisiones. En última instancia, el electorado con 62% aún sin candidato decidirá si Colombia avanza, retrocede o encuentra un equilibrio precario. Las urnas de 2026 no solo elegirán un presidente, sino el rumbo de una nación en reconstrucción.
Antonio Pinzón

