Para mi asertiva comunicación con quienes tengan la oportunidad de leer este escrito, comienzo por hacer referencia de un movimiento social que se dio en los años 60’s llamado hippismo, y fue y ha sido considerado un movimiento Contra-cultural, porque planteó hacer muchas acciones en contra de lo tradicional, en contra de lo establecido y en contra de algunas reglas que regían la sociedad, porque las consideraban un comportamiento cuadriculado de sí o sí, impositivo y regresivo. Es un movimiento pacifista y alternativo.
Esto lo señalo para darle una mirada a una expresión que más que afirmativa ha sido justificadora de muchas transgresiones, conductas inapropiadas, desobediencias y malos tratos, y esa expresión es: “eso ocurre porque es cultural, porque esa es nuestra cultura; se hace así, así tenga consecuencias inconvenientes, porque eso es cultural”.
Esta justificación nos ha llevado a las más repudiables situaciones cuando queremos sacudirnos una culpabilidad o eludir responsabilidades. Con esa expresión “hemos tenido la cachaza” de decir que la causa de la corrupción es cultural desconociendo los valores humanos y sociales; birlando principios éticos y educacionales; desconociendo en oportunidades los buenos ejemplos de padres familiares, amigos y buenos líderes de correcto proceder, o por lo menos no agresivos contra las buenas costumbres, contra la honestidad, el buen comportamiento ciudadano y los buenos cánones culturales de nuestra idiosincrasia.
Es por tanto hoy esa expresión la carta de presentación de las tantas injustificables circunstancias que padece nuestro país y en nuestro caso, nuestro departamento La Guajira.
Por ejemplo, se mueren los niños por causas asociadas a la desnutrición y eso es porque nuestros padres y cuidadores actúan bajo lineamientos culturales; llevamos a los enfermos a último momento a la urgencia de un hospital o una clínica, porque esa es nuestra cultura; nos aprovechamos irresponsable y delictuosamente al administrar una contratación, porque esa es nuestra cultura; cometemos toda clase de infracciones y delitos a la administración pública porque lo que es normal culturalmente es que eso se haga porque somos así y así hemos sido siempre; irrespetamos las normas de tránsito porque así somos aquí y así conducimos aquí; si llegamos a un sitio y por hacer más ordenada la atención hay que hacer ”cola”, lo común es que nos metamos “de viveza o a la brava” porque así somos aquí, así es nuestra cultura; para ganar las elecciones tenemos que comprar votos porque culturalmente “eso es normal y lo correcto”; un mandatario nombra a sus familiares así eso sea nepotismo, porque así es nuestra cultura; hacemos maltrato intrafamiliar y lo justificamos como patrón cultural nuestro, aun sabiendo que es violencia y machismo, diciendo: los guajiros somos culturalmente así.
En fin, estas situaciones antes descritas son apenas una pequeña muestra de todas esas violaciones, irresponsabilidades y delitos que cometemos dizque amparados en nuestra cultura guajira y colombiana.
¡No debe ser así, no puede ser así! No tiene argumentos en ninguna cultura que agredir, lesionar, incumplir para hacer daño, causar deterioro al erario, robar y contravenir lo que haga bien al ser humano, sea normal. La cosmogonía de nuestra etnia guajira no tiene establecido el delito, la corrupción, el irrespeto, la criminalidad y las acciones que causen letalidad y daños a las personas, a las normas, al territorio y al ambiente como códigos normales para así justificar la maldad, el abuso, las conductas dolosas, punitivas y corruptas, y la supremacía abusiva.
Entonces, tomando la parte buena de esa tendencia Contra-cultural que inspiró al hippismo, debe nacer en Colombia, y en especial en La Guajira, un movimiento contra-cultural para acabar con esa mentirosa justificación que somos corruptos, agresores, incumplidos, oportunistas, desalmados, criminales y etcétera, culturalmente.
Debemos seguir identificando esas situaciones y conductas mal habidas, vulgares, insolidarias y asesinas para establecerles o retomar los verdaderos códigos culturales de la responsabilidad, honestidad, seriedad, humanitarismo, y si se quiere, misericordia y generosidad para comportarnos, para administrar lo público, para una sana y normal convivencia, para vivir sabroso pero dentro del cumplimiento de parámetros que a todos nos hagan felices y no que “el vivo vive del bobo y del erario, y el bobo de papa y mama”.
Corolario: la cultura ancestral, urbana, moderna no es la responsable de nuestra ilegitima forma de vivir y comportarnos. Adquirimos generalmente de manera individual códigos de comportamiento inaceptables.
La educación es la contra para acabar con esas creencias y conductas impropias cultivadas en cada persona, por cada individuo, y peor aún si no se le instituyen modelos y patrones, a través de la educación, que inspiren ser respetuosos, honestos, humanitarios y solidarios.
Mandatos:
- Ojo: como gobernante, será con educación que vamos a combatir esa mentira vernácula que “somos así perversos porque así es nuestra cultura”. ¡Mentiras!
- Alerta directivos, docentes y expertos en educación y todo lo relacionado con la educación y cultura de nuestro municipio y el departamento en general, es con ustedes, con su experiencia y experticia que re-diseñaremos el modelo educacional nuestro, en lo social, para emprender ese cambio de mentalidad y arraigar en nuestros cerebros la cultura de buenas prácticas que tenemos.
- Atentos maestros, es con ustedes y su aguerrida voluntad, como dijo Hernando Marín y cantó Poncho Zuleta, que podemos y vamos a transformar esto.
Rodrigo Daza Cárdenas