En Colombia, especialmente en departamentos como La Guajira, combatir la pobreza implica enfrentar una realidad compleja que no puede ser abordada únicamente a través de indicadores de ingresos monetarios.
Tradicionalmente, se ha dado prioridad al enfoque de la pobreza monetaria en las discusiones sobre las políticas públicas necesarias para aquellos colombianos cuyos ingresos no son suficientes para cubrir las necesidades básicas. Sin embargo, esta perspectiva resulta insuficiente para comprender las múltiples dimensiones de la pobreza y sus causas estructurales.
Desde hace varios años en Colombia y como resultado de los aportes realizados por los economistas Alkire y Foster de la Universidad de Oxford en Inglaterra, se ha adoptado un enfoque multidimensional para medir la pobreza, reconociendo que existen diversos factores que afectan la calidad de vida de los ciudadanos, más allá de la falta de recursos económicos.
El índice de pobreza multidimensional evalúa cinco dimensiones del bienestar: educación, condiciones de la niñez y juventud, empleo, salud, y vivienda y servicios básicos. Dentro de estos factores se consideran quince indicadores específicos que abordan desde el analfabetismo hasta el hacinamiento crítico.
En el caso del departamento de La Guajira, según las últimas cifras de 2023 publicadas recientemente por el DANE, a pesar de una reducción del 10,7% en la pobreza multidimensional en los últimos cinco años, los resultados aún no son suficientes. La Guajira sigue enfrentando brechas enormes con respecto al promedio del país y se encuentra entre los departamentos con los peores indicadores, superado únicamente por Vichada, Guanía y Vaupés.
La educación es uno de los desafíos más significativos en La Guajira, con altos niveles de analfabetismo y bajos niveles de logro educativo, según cifras del DANE. Estos problemas reflejan serias barreras en el acceso y la calidad educativa, especialmente para la población indígena, afro y rural. Es necesario destinar recursos y programas para mejorar las capacidades de los profesores, no solamente con posgrados, sino también replicando metodologías exitosas de aquellos docentes en el país con mejores resultados.
El empleo informal también representa un gran reto. 9 de cada 10 guajiros dependen de la informalidad y del rebusque. Por eso es crucial atraer y mantener la inversión privada en el departamento para generar nuevos empleos formales y de calidad. Para lograrlo, es necesario garantizar las condiciones habilitantes para dinamizar el aparato productivo de la región, sin embargo, los paros, la inseguridad y la incertidumbre operacional están dificultando este propósito.
Estos resultados evidencian que aún hay un largo camino por recorrer en la lucha contra la pobreza. Aunque se ha observado una reducción importante, que se puede atribuir a la voluntad política de los distintos programas implementados desde el gobierno nacional en las últimas décadas, así como a la inversión social de empresas privadas y organismos internacionales, el panorama continúa siendo desalentador.
El principal obstáculo para combatir la pobreza en La Guajira no es la falta de recursos, sino la falta de articulación entre los diferentes actores, la falta de continuidad de los programas exitosos y la corrupción, tanto a nivel público como comunitario. La tendencia de proponer soluciones mesiánicas sin aprovechar los avances y aprendizajes, de otros ha llevado a un uso ineficiente de los recursos con pocos impactos.
Para abordar los factores multidimensionales de la pobreza es necesario adoptar un enfoque integral para el desarrollo que incluya mejoras en educación, salud, infraestructura y creación de empleo formal. El gobierno, el sector privado y las organizaciones no gubernamentales deben llegar a un acuerdo para invertir en La Guajira, donde los recursos y proyectos se manejen a través de un sistema de información coordinado desde la Gobernación que evite la repetición de beneficiarios, y garantice que ninguna comunidad sea excluida de las inversiones destinadas a cerrar las brechas de pobreza.
Los planes de desarrollo, que están a punto de ser discutidos y aprobados en los concejos y la asamblea, pueden ser una herramienta importante para establecer metas organizadas en la lucha contra la pobreza. Sin embargo, hasta ahora, nuevamente se han simplificado a través de unas mesas ciudadanas en las que se enfatizan más los problemas y los diagnósticos que las soluciones.
Plantear soluciones requiere la creación de mecanismos de coordinación que faciliten la articulación de esfuerzos entre los distintos actores de interés. Además, se deben establecer planes de acción y tableros de control que definan claramente las responsabilidades de cada actor y promuevan el seguimiento en el desempeño de cada sector.
No me cansaré de afirmar que el fortalecimiento y el diseño institucional del departamento es un aspecto crucial para garantizar una coordinación efectiva y eficiente. Los gobernantes recién posesionados, deben hacer uso de su capital político y aprovechar el primer año de gobierno para sentar las bases institucionales y de planificación que permitan avances sustanciales frente a la pobreza. El 2024 es el año para proponer y arrancar a implementar decisiones que implican desgaste político, pero que al final serán de beneficio a largo plazo para los guajiros.
Luis Guillermo Baquero