LA INFANCIA ES “BLANCO” Y “CARNE” DE CAÑÓN

Es casi una costumbre despertarnos o irnos a dormir con el acido sabor que nos producen las noticias como “fue arrojado un feto a las aguas del rio”, “la policía encontró un bebe en el sitio tal”, “un menor de dos años se ahogo en un balde con agua”, “un menor de tres añitos se cayo del tercer piso del edificio tal”, “un padre mato a sus hijos y luego se suicidó”, “una madre desalmada quemo las manitos de un porque se comió tal cosa”, “el abuelo y la madre asfixiaron al menor cuando uno trataba de arrebatárselo al otro”.

Aterricemos en dos casos espeluznantes como los que ocurrieron en la zona rural de nuestra comunidad, como el caso de una menor de sólo 11 añitos que venía siendo violada por su propio padre bilógico, un hermano, y dos de los tíos, robándole toda la inocencia casi antes de iniciar esta etapa que debía ser la más hermosa. Es algo casi increíble dentro de la comunidad indígena la cual siempre se ha mirado como respetuosa, apegada a sus valores, donde el respeto era su bandera.

Dentro de este recorrido de investigación la cual nos ha dejado un amargo sabor e impotencia, ante la forma cómo la comunidad ha perdido la capacidad de asombro y procede con cierta indiferencia cuando todos debieran estar involucrados, es digno de imitar en todo el país la decisión tomada por los concejales de Bogotá de exponer al público en vallas y en los recibos de los servicios públicos el rostro de todos los abusadores de los menores.

Para finalizar, les contamos otro hecho digno de repudio como lo fue lo ocurrido en una finca ubicada en la zona rural de nuestro municipio, donde un padrastro desalmado asesinó a patadas y golpes a un menor de sólo nueve mesecitos de nacido, sólo porque le molestaba el llanto del infante, y sentía celos el desalma do padrastro porque, según él, la madre le dedicaba mas tiempo al bebe que a su desalmado marido. Lo más triste de esta historia aberrante y de terror es que la madre fue obligada a ayudar a enterrar el cuerpecito del niño por parte de su asesino y luego mantenerla bajo amenaza ocultando esa terrible verdad por espacio de medio año. Sólo cuando el padre biológico del niño llegó preguntando para verlo, la madre miente diciendo que lo había regalado, posteriormente, decide hablar ante la Comisaría de Familia, abrumada por la terrible verdad.

Cuando ya es demasiado tarde porque este hombre desalmado ya se había escapado de la justicia quedando impune este horrendo hecho, el asesino anda suelto, campeando, y tal vez no sea el solo niño que caiga en sus manos asesinas. Esa noticia círculo por todos los medios locales, pero al cabo de tres días a todo el mundo se le olvidó, seguimos el rastro para concluir que las autoridades estaban tras la pista del asesino, pero allí termino todo.

Le hicimos seguimiento al caso de la menor indígena violada por su padre biológico y familiares, y sólo conocimos que el Bienestar Familiar se hizo cargo de la menor, la cual estuvo recluida unos días en el Hospital Local dado que presentaba excoriaciones en la piel producto de una enfermedad de transmisión sexual que dejó como consecuencia el abuso sexual de más de cuatro personas adultas, quienes no sólo violaron su carne, si no su inocencia, su moral, su capacidad de amar; marcándola para toda la vida como si se tratara de una marca de hierro similar a la que se le pone al ganado.

Ni con todo el amor del mundo que los funcionarios del Bienestar le puedan ofrecerle borrará esa terrible marca.

Iniciamos esta crónica comentándoles que hemos perdido la capacidad de asombro ante un hecho como estos los cuales se han convertido casi en una costumbre, pero no podemos cruzarnos de brazos y callarnos ante tanta crueldad aunque no somos jueces, ni tenemos la facultad para capturar a los delincuentes viles de los infantes y mucho menos apresar a los padres irresponsables que descuidan los niños o lo que es peor, callar ante un delito de abuso por miedo, ignorancia o por físico  placer sexual dándole más valor al contacto sexual que al amor filiar.

Todavía en nuestro medio escuchamos frases como, “el muslo de la gallina es para el papá porque es él quien trabaja”, “sírvanle a Pedrito con la parte del ala porque es pequeño”; actitudes como estas son señal de ignorancia, falta de orientación, de un trabajo cuyo eje gira alrededor del padre, compañero, marido, esposo y no alrededor de ese ser a quien le dimos la vida y que no pidió venir al mundo. En el marco del Mes de las madres como mujeres que somos, hagamos un alto en el camino. Pensar en Marla Madre de bondad, ternura si y amor, a las jovencitas no están preparadas para dar amor no permitan concebir en su vientre a un nuevo ser indefenso.

Esta realidad de abuso sexual, descuido con los menores era sólo ele las grandes ciudades. Hoy son el pan de cada día en nuestros pueblos. Algo está pasando. En aras de despertar y no estar de espaldas a esta terrible realidad, hagamos algo más que reflexionar.

Ana Cecilia Fuentes

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