LA PENSIONAL INMORAL

Por la finalidad coyuntural y demagógica y el afán del gobierno por implementarla desde julio de 2024, para otorgar el subsidio de $223.000 pesos mensuales a adultos mayores, con cargo al pilar solidario, antes de las elecciones de 2026.

Secuestra la caja del régimen de ahorro individual con solidaridad, para librarse de la obligación de fondear el déficit endémico de Colpensiones por 16 billones anuales del presupuesto. Con la reforma el gobierno podrá gastarlos en politiquería.

Están convencidos, y puede que tengan razón, que la medida, aun ejecutada de manera imperfecta o incompleta, les asegurará los votos para quedarse con el poder.

La inmoralidad está en evadir la necesidad de cambiar el injusto e inviable régimen dual existente con medidas basadas en valores sociales positivos y sostenibles.

Inmoral porque no enseña ahorrar, no premia la responsabilidad individual en el largo plazo y, por el contrario, premia la violación de los principios previsionales y la evasión de obligaciones con la seguridad social.

Implica una renuncia anticipada a la responsabilidad individual y promueve, claro está, la expansión de la informalidad individual, asegurándole a quien evade el beneficio, permitiéndole el espejismo de mejorar pírricamente su consumo cotidiano y gozando, al final, de una red de rescate impuesta al y financiada por el ciudadano aportante.

Es inmoral la reforma porque viola el valor de la solidaridad más importante, que es la solidaridad consigo mismo. Transfiere la responsabilidad previsional para la vejez al estado y al colectivo.

La pensional es inmoral porque parte de premisas mentirosas en todos sus frentes.

La esperanza de vida del colombiano de 1993 a 2023 ha pasado de 69,3 años a 77 años, en hombres de 65,2 a 73,9 años y en mujeres de 73,7 a 80,2 años. Mantener, ante esta realidad poblacional, las edades de retiro es un ardid populista y una mentira grotesca que desacredita a todos los que promueven la reforma.

La reducción de semanas para las mujeres desconoce la realidad estadística referida y es una contradicción vergonzosa con los presupuestos igualitarios obsesivos de la ideología de género que la promueve a toda hora en clave populista.

Promueve la mentira inveterada, siempre usada por la demagogia marxista, del inmovilismo social y patrimonial. La premisa de que el pobre siempre es pobre y el rico siempre es rico. Falsa y demostrada para cualquier economista. La condición socioeconómica del individuo muta y se transforma a lo largo de su vida a medida que adquiere habilidades, experiencia y acumula patrimonio. Nadie es pobre ni rico toda la vida. Con esta falsedad, en vez de desmontar los enormes subsidios del régimen de reparto de prima media, se harán extensivos a más ciudadanos, sin tener en cuenta sus aportes en su vida productiva.

Es inmoral porque perpetúa la cultura de ignorancia y analfabetismo funcional generada por Fecode y la pésima calidad de la educación de la red pública de educación básica e intermedia. Mitiga las consecuencias de la falta de productividad de la mano de obra, derivada del analfabetismo funcional predicable del 80% de los graduandos de la red pública y de cerca del 60% de los educandos que desertan a lo largo del ciclo básico y medio. Al mitigar esas consecuencias, perpetúa la mediocridad de la productividad y acepta como inevitable la imposibilidad para muchos compatriotas de mejorar sus habilidades productivas y sus niveles de ingreso a largo plazo.

La inmoralidad de la pensional va aparejada de la inmoralidad de la reforma laboral que, en lugar de flexibilizar rigidiza aún más el inviable régimen laboral, destruye la creación de empleo formal, niega a los jóvenes el primer empleo, aumenta la evasión a la seguridad social y concentra el privilegio del empleo formal en los afiliados, a la brava, al pacto sindical.

Inmoral por la certeza estadística de que los aportes monetarios no condicionados no mejoran significativamente la calidad de vida de los ancianos y propician el mal gasto y el secuestro de la renta otorgada.

Inmoral por la convicción silenciosa y general de que fiscal y poblacionalmente es inviable, aún en el muy corto plazo de 15 años.

La alternativa está en los valores y no en cálculos financieros mentirosos. Un sistema que premie el ahorro individual y castigue el consumo superfluo. Un sistema que flexibilice la terminación del contrato de trabajo y liberalice la remuneración laboral y la tasa cotización previsional. Un sistema que garantice la libertad de escogencia y el desmonte “todos” los subsidios ajenos al esfuerzo individual. Un sistema que premie el desarrollo de competencias y habilidades, reflejado en el mayor ingreso laboral, la estabilidad del núcleo familiar biparental y no legitime la irresponsabilidad y la evasión. Que sea solidario cuando haya solidaridad. Que sea responsable cuando haya responsabilidad.

Y para los que no pudieron, no quisieron o no supieron, que sea la Nación y no los ahorradores la que brinde una red protectora. Una Nación con enorme presupuesto malgastado y robado que puede sobradamente cubrir estas necesidades con los altos impuestos y malgasto que tolera.

Enrique Gómez Martínez 

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