Lo que reveló esta semana la JEP es verdaderamente monstruoso, el Batallón de Artillería No. 2 ‘La Popa’ de Valledupar se convirtió en un espacio de terror, la jurisdicción especial imputó por falsos positivos al coronel (r) Publio Hernán Mejía; el mismo que publicó un libro que titulaba cínicamente, “Me niego a arrodillarme”, pero paradójicamente muchas víctimas inocentes murieron arrodilladas pidiendo clemencia, el 87% de los resultados operacionales de Mejía, fueron asesinatos y desapariciones. Es decir, este coronel tan felicitado por el ex presidente Uribe por defender la seguridad democrática y apreciado por José Félix Lafaurie, presidente eterno de Fedegan, de cada 10 operativos hizo 9 ilegales en la Popa. Algunas de las frases que decía con orgullo el tristemente célebre Coronel Mejía: “Tranquilos hermanos son bandidos y tenían que morirse”. También le imputaron cargos al coronel (r) Juan Carlos Figueroa quien remplazó a Mejía y continuó con la carnicería, sobre este militar la gente recuerda que dio de baja a alias 39 en un paraje del corregimiento de la Mesa, después que el despiadado paraco se saliera de control, tanto a Jorge 40, como a los mandos militares, como lo corroboró Alias 101 en una declaración «lo mató para limpiarse» porque quién iba a sospechar que matara a un «aliado». Sobre Mejía señaló que era «un asesino» que trabajaba con ellos y por todo «pedía plata». Además, fueron imputados 13 militares más que conformaron un grupo para matar a quien se apareciera, menores, indígenas, mujeres, indigentes, locos, en fin, convirtieron la guarnición militar en un matadero humano.
Según revela la JEP cometieron 126 asesinatos y 120 desapariciones forzadas. En el César cada diez días los militares presentaron a un civil como delincuente dado de baja en combate, el departamento ocupa el deshonroso cuarto lugar del país con mayores registros de ‘falsos positivos’: 323 de las 6.402 víctimas que la JEP determinó entre 2002 y 2008. Bajo el mando de Mejía y Figueroa se dieron los mayores casos, con razón los militares odian a la JEP y siempre se opusieron al proceso de paz, para que no se conocieran sus responsabilidades. La Fiscalía en 13 años no hizo nada y mucho menos la justicia penal militar que al no actuar, se convirtió en cómplice de estas masacres, avaladas por ganaderos y empresarios de la región, que no pagaron cárcel, pero llevaran esos muertos en su conciencias por siempre, lo mismo que multinacionales mineras y bananeras que nunca les importó estos procedimientos cobardes, lo único era proteger sus fincas, sus negocios de la amenaza guerrillera, así cayeran inocentes , eso sí, que no fueran sus hijos o familiares. De ese tamaño fue el nivel inconsciencia, crueldad e inhumanidad.
En cualquier país del mundo civilizado ocurre un caso parecido y estos militares ya estarían condenados en un calabozo, en Colombia, Mejía tiene el descaro y la osadía de auto proclamarse como candidato presidencial, con el respaldo de un sector minoritario que lo ve como un héroe y que es capaz de votar por un salvaje de estas características. Ojalá Dios los perdone.
Jacobo Solano Cerchiaro