Roboam fue a Siquem, donde todo Israel se había reunido para proclamarlo rey. Cuando Jeroboam, hijo de Nabat, se enteró de esto, regresó de Egipto, [donde había huido para escapar del rey Salomón. Entonces los líderes de Israel mandaron a llamar a Jeroboam, y él junto con toda la asamblea de Israel fueron a hablar con Roboam. —Su padre fue un amo muy duro—le dijeron—. Alivie los trabajos tan pesados y los impuestos tan altos que su padre impuso sobre nosotros. Entonces seremos sus leales súbditos. Roboam les respondió: —Denme tres días para pensarlo; luego regresen y les daré una respuesta. Entonces el pueblo se retiró.
El rey Salomón había muerto y su hijo heredó el trono. La primera parte de este capítulo, muestra la proclamación de Roboam hijo se Salomón como Rey, para ello viajó a Siquem, pero este viaje no era casual, estratégicamente Roboam buscaba el apoyo de las diez tribus del norte para gobernar. Seguidamente vemos, que tuvo que enfrentar el primer reto de su reinado, el pueblo tenía algunas exigencias para someterse a su gobierno. Debía tomar una decisión. Los líderes de estas tribus le hicieron una solicitud expresa, que determinaría la lealtad o la rebeldía del pueblo hacia su reinado.
Roboam, no sabía cómo proceder, o más bien creo que si sabía, pero decidió seguir la tradición de su padre y pidió consejo; en primer lugar, a los ancianos que habían sido consejeros del Rey Salomón, pero no quedó muy convencido con la recomendación y decidió acudir al consejo de los jóvenes, que en este caso eran sus amigos de infancia, y resolvió seguir ese consejo.
En este punto, se pueden analizar varias cosas.
- De cada decisión que se tome, tendremos una amplia gama de posibilidades como resultado, dentro de las cuales algunas nos llevarán a fracasar o a triunfar.
- Siempre podemos acudir a la asesoría de gente experta (los ancianos) o gente inexperta (los jóvenes o amigos).
- A pesar de los consejos o recomendaciones que recibimos respecto de un asunto, la responsabilidad al tomar cualquier decisión será nuestra, así como las consecuencias también nos seguirán.
Después el rey Roboam consultó el asunto con los ancianos que habían sido consejeros de su padre Salomón —¿Qué me aconsejan ustedes? —les preguntó—. ¿Cómo debo responder a este pueblo? Los consejeros ancianos contestaron: —Si hoy se pone al servicio de este pueblo y les da una respuesta favorable, ellos siempre serán sus leales súbditos. Sin embargo, Roboam rechazó el consejo de los ancianos y pidió, en cambio, la opinión de los jóvenes que se habían criado con él y que ahora eran sus consejeros. —¿Qué me aconsejan ustedes? —les preguntó—. ¿Cómo debo responder a esta gente que me pide que alivie las cargas que impuso mi padre? Los jóvenes contestaron: —Así debería responder a esos que se quejan de todo y que quieren una carga más liviana: “¡Mi dedo meñique es más grueso que la cintura de mi padre! Es cierto que mi padre les impuso cargas pesadas, ¡pero yo las haré aún más pesadas! ¡Mi padre los golpeaba con látigos, pero yo los azotaré con escorpiones!”. 1 Reyes 12: 6-11
En el caso de Roboam, las recomendaciones dadas por los expertos, no se ajustaban a lo que quería escuchar y hacer, por lo que decidió buscar una segunda opinión, ignorando la experticia y escogiendo la improvisación. Decidió contestar a la petición del pueblo con dureza.
Como Roboam, en la vida estaremos en cargos de importancia, en lugares de poder en los gobiernos, o enfrentaremos situaciones en lo personal y familiar, en las que nos veremos avocados a tomar decisiones. Y debemos ser lo suficientemente sabios, para escoger hacer lo bueno, no lo que queremos, no lo que otros esperan, sino lo que es conveniente para que los planes de Dios en y a través de nuestra vida sean realizados efectivamente.
Tres días después, Jeroboam y toda la gente regresaron para conocer la decisión de Roboam, tal como el rey había ordenado. Entonces Roboam habló con dureza al pueblo porque rechazó el consejo de los ancianos y siguió el consejo de los más jóvenes. Así que le dijo al pueblo: «Mi padre les impuso cargas pesadas, ¡pero yo las haré aún más pesadas! Mi padre los golpeaba con látigos, ¡pero yo los azotaré con escorpiones!». Por lo tanto, el rey no prestó atención al pueblo. Este giro en la historia ocurrió por voluntad del Señor, porque cumplía el mensaje que el Señor le había dado a Jeroboam, hijo de Nabat, por medio del profeta Ahías de Silo. Cuando todos los israelitas se dieron cuenta de que el rey no iba a hacerles caso, respondieron: «¡Abajo la dinastía de David! No nos interesa para nada el hijo de Isaí. ¡Regresa a tu casa, Israel! Y tú, David, ¡cuida de tu propia casa!». Entonces el pueblo de Israel regresó a casa; pero Roboam siguió gobernando a los israelitas que vivían en las ciudades de Judá. 1 Reyes 12:12-17
Por escuchar a quien no debía Robaom socavó su reinado en el primer conflicto que debía resolver. En tres días este hombre echó por tierra lo construido por dos generaciones. No escuchó al pueblo y decidió actuar con severidad sin medir las consecuencias. Su gobierno por poco termina antes de comenzar, por su obstinación. Los expertos le sugirieron llevar a cabo un gobierno comprensivo y moderado, pero optó por tener una postura tiránica, lo que derivó en la insurrección y la división de las tribus. En consecuencia, en vez de un rey, hubo dos.
Luego el rey Roboam envió a Adoniram,[b] quien estaba a cargo del trabajo forzado, a restaurar el orden, pero el pueblo de Israel lo apedreó a muerte. Cuando el rey Roboam se enteró, enseguida subió a su carro de guerra y huyó a Jerusalén. Hasta el día de hoy, las tribus del norte de Israel se han negado a ser gobernadas por un descendiente de David. Cuando los israelitas supieron que Jeroboam había regresado de Egipto, convocaron una asamblea y lo nombraron rey de todo Israel. Así que solo la tribu de Judá permaneció fiel a la familia de David. 1 de Reyes 12:18-20
Como Roboam, ¿cuántas veces aun sabiendo que las recomendaciones que recibimos son buenas, escogemos hacer lo contrario? Actuamos de manera caprichosa e irresponsable, creyendo que podemos evadir las consecuencias. Hoy día esto es más común de lo que creemos, le preguntamos a varias personas su opinión respecto de algún asunto, hasta que encontramos a alguien que nos diga lo que queremos oír. Por lo visto Roboam ya había decidido en su corazón lo que iba a hacer, incluso antes de pedir consejo. Esto mismo hacemos nosotros también con Dios, le pedimos dirección y terminamos haciendo lo que se nos da en gana.
Dice la biblia en Proverbios 22:17 Escucha las palabras de los sabios; aplica tu corazón a mi enseñanza. Todos en algún momento necesitamos escuchar un buen consejo, porque nadie lo sabe todo en esta vida; siempre habrá personas con más conocimiento o experiencia que nosotros y eso denota humildad, porque reconocemos que necesitamos ayuda para alcanzar nuestros objetivos. Dios mismo inspiró al Rey Salomón para que escribiera estas palabras: “Con muchos consejeros se consiguen buenos resultados” (Prov. 15:22).
Lo lindo de esta historia es que el Rey Roboam aprendió la lección, posteriormente vemos que siguió el consejo de Dios y no se dejó llevar por sus impulsos. En el proceso ganó sabiduría.
Cuando Roboam llegó a Jerusalén, movilizó a los hombres de Judá y a la tribu de Benjamín—ciento ochenta mil guerreros selectos—para pelear contra los hombres de Israel y recuperar el reino. Ahora bien, Dios le dijo a Semaías, hombre de Dios: «Diles a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, y también a toda la gente de Judá y de Benjamín y a todo el resto del pueblo: “Esto dice el Señor: ‘No peleen contra sus parientes, los israelitas. ¡Regrese cada uno a su casa, porque lo que ha sucedido es obra mía!’”». Entonces ellos obedecieron el mensaje del Señor y cada uno volvió a su casa, tal como el Señor había ordenado. 1 Reyes 12:21-24
En conclusión, la imprudencia y la falta de escucha nos puede conducir al fracaso, la contienda, la ruina o la destrucción. Este capítulo nos enseña que:
- Debemos escuchar el consejo de los sabios
- La arrogancia y la insensatez no son buenas consejeras.
- La unidad y la armonía, dependen de pensar en el beneficio de todos y no de unos cuantos.
- Es nuestra elección a quien decidimos escuchar
- Dios usa todas las cosas para cumplir su propósito.
Dios nos creó con la capacidad de escoger entre lo bueno y lo malo. Genesis 4:7 Serás aceptado si haces lo correcto, pero si te niegas a hacer lo correcto, entonces, ¡ten cuidado! El pecado está a la puerta, al acecho y ansioso por controlarte; pero tú debes dominarlo y ser su amo».
Pero si no le pedimos sabiduría a Dios para decidir, pues siempre tendremos la tendencia a hacer lo malo. Al necio le parece bien lo que emprende, pero el sabio escucha el consejo. Proverbios 12:15