Esta columna nace después de un largo periplo de investigaciones y reflexiones que no tenían en principio la finalidad de volverse propiamente un texto, pero todo ello, ha confluido con la actual situación de persecución los cristianos por parte de anti-teístas, islamistas y creyentes pasivos o activos con idearios rivalizantes contrarios a la existencia misma de la iglesia como comunidad e institución.
A través de los siglos, el cristianismo ha sido perseguido y condenado por causas tan elementales aunque hoy desconocidas en el imaginario colectivo, tales como: el derecho a la libertad de toda persona, la conservación de la paz como elemento permanente dentro de las comunidades sociales, el principio de la “dignidad personal” que debe gozar todo hombre y mujer en el entendido que esta es una gracia divina que nos hace merecedores del mismo respeto y estima que nuestros semejantes, la virtud de la solidaridad como fundamente social que permite el reconocimiento de la dignidad en el otro y por tanto nos hace responsables también de su bienestar, y el fundamento objetivo de la moral como pilar esencial para el sostenimiento de la civilidad y el humanismo que debe imperar; entre otros aspectos.
Es por la construcción de estos valores, virtudes, principios y fundamentos, que la iglesia represento en un primer momento una amenaza para el Imperio Romano, que veía como agitadores a las comunidades cristianas que se configuraban en esa iglesia primitiva y clandestina, ello por mantenerse bajo una postura critica de los comportamientos y concepciones morales imperantes en aquella época, más que por disonancia religiosa aunque este también fue en menor medida un elemento constitutivo de rechazo y odio, ya que los romanos eran por decirlo bastante tolerantes con otras creencias después los miembros de estas aceptasen su inclusión dentro del panteón romano, tal y como fue propuesto en diversas épocas tempranas, sin tener mayor repercusión sobre todo por la congruente negativa de la “iglesia primitiva”, en darle culto y adoración a Dios junto a otras deidades que eran consideradas impuras, como se expuso en aquel momento, por tal razón, ello no fue posible, lo que incidió en una mayor persecución e intolerancia por parte de las instituciones impérales dejando episodios historias como los fue, el del periodo de la tetrarquía con Diocleciano quien llevaría a cabo las más grandes masacres de cristianos, a lo largo y ancho de sus dominios y llevaran a un levantamiento popular.
A esto como es bien sabido le siguió, la conversión de Constantino y por tal el reconocimiento del cristianismo, pero aquí no ceso la persecución, lamentablemente muchos han seguido intentando sepultar dicha fe, con distintos y pomposos argumentos con el afán de justificar idearios odiosos intrínsecos y carentes de toda razón, como aplicación ,además, de una dura disonancia cognitiva, que se ha ejecutado en todos los regímenes autoritarios y totalitarios, los cuales necesitan enemigos internos o externos para mantener el poder.
Mas tarde la iglesia y todo occidente tuvo que enfrentar un enemigo al que nunca busco combatir; el islam y los imperios musulmanes, empeñados luego de su posterior aparición en el siglo VII de catalogar de infieles a aquellos que no compartían su fe, teniendo como objetivo sacro, arrasar con todo vestigio de occidente y sus fundamentos cristianos, por ello la iglesia empezó a ser eliminada en todos los territorios que eran conquistados en el medio oriente por las fuerzas sarracenas, territorios donde habitaban desde siglos atrás grandes comunidades cristianas de las cuales hoy sobreviven algunos pequeños grupos, los que en su mayoría están en plena comunión con el papa(maronitas, armenios, coptos, caldeos, sirio, sirios-malabar). Comunidades que iban desde lo que hoy es la península arábiga hasta Turquía que fue bastión de la cristiandad hasta la caída de Constantinopla(Estambul). Todo ello avoca a una respuesta necesaria para la supervivencia de la fe, materializada en las tan difamadas cruzadas que no fueron otra cosa que la unión de distintos reinos cristianos occidentales frente a lo que era la eventual invasión y conquista islámica de Europa; concluyendo esa temprana vorágine con la batalla de Lepanto en que una debilitada España casi como única nación receptora del llamado se enfrentó, además, fracturado la unidad de occidente por parte del protestantismo que apenas nacía siendo totalmente esquiva a cualquier infortunio de la Europa católica así ellos eventualmente fuesen también perseguidos; pero sin consecuencias de ello, España y los Estados pontificios lograron derrotar a las fuerzas del imperio otomano que doblaban en número a las de sus oponentes, en aquella epopeya de la historia en la que se demostró una vez más que la gloria en la batalla no se encuentra en los números de los ejércitos de los que goza un imperio, sino en la detención con la que se lucha.
Casi a la par de las ultimas incursiones otomanas, como se estuvo exponiendo, se tuvo que lidiar con el surgimiento del protestantismo que como característica fundacional, siempre busco desentenderse de su identidad cristiana-aristotélica, para abrir así, las puertas a intereses, personales, comerciales y económicos que permitiera a las naciones que promulgaron tal separación, convertirse en las nuevas potencias hegemónicas del mundo, y con ello desestabilizar el otro grupo de naciones que compartían como elemento identitario, el orgullo de autonombrarse como las hijas primogénitas de la iglesia(Francia, España, Portugal), este elemento a sido y fue tan poderosos que inclusive las naciones protestantes en muchas ocasiones se aliaron con enemigos de la fe cristiana, que no, propiamente de la iglesia, pero con la finalidad eso sí, según los criterios del momento, de diluir a la iglesia católica y su creciente aceptación en todos los territorios de oriente y occidente.
Mas tarde llegaran distintos movimientos tales como la revolución francesa donde la iglesia será perseguida, principalmente por el sádico líder Robespierre, persecución en la cual murieron aproximadamente 2,000 religiosos siendo recordados con mayor claridad los “191 de parís” que fueron pasados por la guillotina por negarse a prestar juramento al nuevo Estado que surgía y por no apostatar su fidelidad a Roma, pero particularmente por representar la fe católica un obstáculo, a la imposición de una nueva moral y la reconfiguración de las instituciones hacia un modelo rígido con el fin de remplazar valores imperantes, donde la justicia y la libertad estuviesen subyugadas a las consideraciones de un grupo de personas compuesto por burgueses liberales como modelo ideal, del nuevo hombre que gobernaría la tierra.
América Latina y el vaivén de sus políticas religiosas.
América latina, no ha sido la excepción, por haber sido el catolicismo la religión mayoritaria, se cree equívocamente que siempre ha reinado el respeto a la fe y se han vendido un relato de supremacía y control del catolicismo sobre otras instituciones nacionales, nada más incorrecto si vemos de cerca que todas los nuevos Estados surgieron con base en los idearios de la “ilustración” de aquella revolución francesa, autonombrándose “Republicas Liberales” y haciendo de la confrontación con la iglesia una constante. Tan solo en Colombia, en los 200 años de emancipación se han registrado distintos episodios de persecución institucional como la del presidente “Aquileo Parra”, que originaria la Guerra civil de 1876 a 1877, más conocida como la Guerra de las escuelas, de este momento quedaría la anécdota del padre de la única santa que hoy ostenta Colombia, Laura Montoya, el cual moriría asesinado en Jericó(Antioquia) a manos del ejército liberal, defendiendo su pueblo y la parroquia las cuales eran objetivo para ser profanadas. Así mismo, ha habido ejecuciones y asesinatos a religiosos, de las que no se cuenta con registros oficiales, pero donde en tan solo 40 años se evidencia un número aproximado de 83 sacerdotes y 2 obispos victimas a manos de los actores del conflicto armado, a consecuencia de las labores propias del rol que representaban.
Entre otros muchos penosos episodios de la historia contemporánea latinoamericana, se encuentra la persecución a la iglesia en México, que luego de un periodo de creciente anticlericalismo a partir de la revolución, con el fin de expandir la secularización del Estado plasmado en la constitución de Querétaro y con ello acallar las voces disonantes que se hacían presentes dentro de la iglesia frente a la administración pública, las cuales eran en la consideración de los políticos del momento, una circunstancia que afectaba la reconstrucción de la república, sumado al señalamiento de apoyo al efímero gobierno de Victoriano Huertas, entre otras circunstancias, desemboco, una ingente persecución por parte del Estado Mexicano en contra de la Iglesia, que se configuro primero en un atentando en contra de la afamada imagen de la Virgen de Guadalupe, reconocida como símbolo de la identidad nacional, con el objeto de destruir el principal objeto de devoción del pueblo que une a este con la iglesia , y llegando en su punto más álgido los actos de hostigamiento con el presidente Plutarco Elías Calles un espiritista practicante que promulgaría la Ley de Tolerancia Religiosa “Ley calles”, la cual consignaba entre su articulado las siguientes exigencias: “Limitación del número de sacerdotes a uno por cada seis mil habitantes, la necesidad de una licencia expedida por el Congreso de la Unión o los estados para poder ejercer el ministerio sacerdotal, la necesidad de estar registrados ante el gobierno municipal del lugar donde el sacerdote oficiara el culto religioso. Asimismo, no se debe dejar pasar que se creó una iglesia paralela de característica reformada-protestante, que tenia por objeto ser religión nacional controlada por el estado en detrimento de la iglesia católica.
Pues este capítulo mexicano culmino con un levantamiento popular que se torno en guerra civil, conocida por los historiadores como, la “guerra cristera”, dejando alrededor de 300.000 mil fallecidos, pero con la victoria física y moral de los creyentes que al grito de “Viva Cristo Rey” lograron imponerse por sobre el Estado autoritario del presidente Calles, de esto se quedaron para la posteridad las acciones tan execrables que llevo a cabo aquel gobierno y que se están enmarcadas en la memoria del pueblo mexicano, entre ellas, los cristeros colgados del cuello en postes de luz en el estado de jalisco, el fusilamiento de sacerdotes por dar misa o administrar la eucaristía tal y como sucedió para desdicha de sus enemigos con el anciano sacerdote Francisco Vera, quien fuere fusilado en la puerta de su parroquia en posición orante y revestido con los ornamentos, o la circunstancia que llevo al joven José Sánchez del Rio a los altares, el cual por su voluntad inquebrantable hacia sus principios, se negó a apostatar su fe, por lo que oficiales del ejercito le desollaron los pies haciéndolo caminar por la “calle insurgentes” hasta llevarlo al cementerio, donde lo hicieron cavar su propia tumba sometiéndolo al tiempo a ahorcamientos y acuchillamientos hasta espirar su ultimo aliento entre palabras de perdón y esperanza.
Asimismo, podría seguir y seguir historias interminables en América Latina, sobre esta dinámica irracional, profundizando así, por ejemplo, en la persecución en centro américa que con el auspicio de gobiernos extranjeros y sus agencias de seguridad, se llevaron a cabo en estas zonas del continente programas o proyectos de inserción de comunidades protestantes-Evangélicas con el propósito de minar la autoridad de la iglesia católica y aumentar la simpatía hacia países anglosajones, como los Estados Unidos. La situación en Centroamérica, aún sigue tan latente como en tiempos pasados, pues solo en Nicaragua, el Gobierno de Daniel Ortega insiste en perseguir a la iglesia, prohibiendo manifestaciones públicas de fe, encarcelando sacerdotes y obispos, como a Monseñor Rolando Álvarez y enfocando sus acciones en comunidades, tales como, la de las Hermanas Misioneras de la caridad las que fueron expulsadas del país y les fue disuelta sus obras benéficas.
Del otro lado del mundo.
Pues del otro lado del mundo, en Asia, no ha sido diferente, desde el Japón de San Francisco Javier, donde existían aproximadamente 500 mil cristianos, durante el periodo EDO, lo cuales fueron severamente perseguidos y torturados junto con los misioneros que allí permanecían, pasando por la China de Mao con su revolución cultural que busco extinguir cualquier foco de fe, hasta el Vietnam comunista que torturo y desplazo como refugiados hacia otras naciones a gran parte de la población del católica del país. A pesar de lo que hasta aquí se logra contar de forma somera, la fe siempre ha encontrado la manera de sobrevivir de manera discreta pero fuerte, de la cual hoy se yerguen basílicas y catedrales históricas sobre lo que antes fueron los sitios de martirio, y las comunidades que llenan estos templos con décadas o siglos de prohibición de la iglesia en esos territorios, siguieron siendo orgullosamente católicos y esperando el momento en que volvieran los padres, que eran fieles al “papa – sama de Roma” .
Nigeria: ¿Un genocidio en proceso bajo la indiferencia de occidente?
Nigeria es el país más poblado de África con aproximadamente 230 millones de habitantes del cual el 46% son cristianos asentados propiamente en zonas del sur del país. Desde 2009 el Grupo yihadista Boko Haram, ha tenido presencia permanente en el norte del país, realizando acciones directas y sistemáticas con el propósito de crear un “Estado islámico” en África.
En el presente año, esta situación se ha tornado cruenta, lográndose evidenciar la muerte en Nigeria de 3.100 de los 4.476 cristianos asesinados alrededor del mundo, pero esta situación no es nueva, tal y como se había indicado, desde hace casi dos décadas, estos grupos radicales y terroristas, tiene amplia presencia en el país llevando a cabo operaciones que, ha día de hoy, se traducen cifras relativas que según varias ONG las cuales operan en los territorios afectados, se alcanzan registro de entre 50.000 y 100.000 cristianos asesinados en Nigeria, 19.000 iglesias quemadas o destruidas en zonas rurales sobre todo situadas en el “cinturón medio”, como se le llama a la franja étnica que separa el norte musulmán del sur cristiano, y 16,2 millones de desplazados en toda el África subsahariana de acuerdo a informes de “Open Doors”.
Solo en los últimos meses se han registrado masacres como la de Gouma en el estado de Benue, según la “ACN Internacional” en la noche del 13 de junio de este año, fueron atacados incluso con machetes, un grupo de desplazados cristianos que se refugiaban en esas inmediaciones, pues de las 500 personas que dormían 200 fueron asesinadas disparándoles y encendiendo con combustible las salidas de los alogamientos. Pero lamentablemente este no es el único ejemplo, y con ello se sigue evidenciando lo que sería una persecución sistemática en contra de los cristianos en Nigeria, que no es mas que uno de los síntomas mas visibles, de un fenómeno que se viene reproduciendo en gran parte del continente africano sin que existan voces disonantes.
Hoy en día, el mayor reto que afrontan los cristianos en Nigeria es el desinterés, indiferencia o el beneplácito solapado de Occidente sobre la situación que viven los seguidores de esta fe no solo en Nigeria sino en todo el mundo, siendo el grupo denominacional mas perseguido en el siglo XXI. Por tanto, particularmente la iglesia día a día, afronta retos de magnitudes sin precedentes, en cada región y continente, solo es observar la persecuciones contra las comunidades apostólicas de oriente medio, especialmente en Siria y el Líbano, el ataque indiscriminado de Israel contra el enclave de refugiados cristianos en gaza(Parroquia de la Sagrada Familia), la persecución en contra de la iglesia en Nicaragua y Venezuela y la hiper-secularización europea acompañada de ataque discursivos concreto en contra de los estamentos e instituciones con enfoque cristiano y eclesial.
Mientas tanto, a pesar de todas la inclemencias sufridas, la iglesia permanente firme en su rol histórico como entidad no gubernamental con más prestación de servicios de educación, salud y acompañamiento en el mundo; asimismo, lejos de amilanar a las personas la persecución esto solo alimenta el espirito de esperanza y fe, haciendo más fuerte la determinación de miles que son capaces inclusive de ofrendar sus vidas sabiendo que su ejemplo, al contrario de generar miedos en otros y serán catalizadores de una voluntad indestructible, asiendo acrecentar el numero de files, ya que como lo dijera Tertuliano en el siglo II “La sangre de los mártires, son la semilla de la Iglesia”
De esta manera, toda la iglesia seguirá laborante, mientras occidente observa, calla y de manera hipócrita decide minimizar estos hechos como se ha podido evidenciar en las ultimas semanas, en que medios internacionales reputados han llamado a las masacres en Nigeria como eventualidades por “conflictos de tierras”. Así es como la iglesia en resistencia pacífica, sin tomar ninguna acción violenta, seguirá repitiendo aquellas palabras sin paralelo en cualquier otra religión o creencia: “Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen” (Mateo 5:44-48).
Jaime Luis Mejía Solano

