LA SATISFACCIÓN DEL DEBER CUMPLIDO

Cuando los israelitas terminaron de repartir la tierra, le dieron su parte a Josué.  Por orden de Dios le dieron la ciudad que Josué había pedido, es decir, Timnat-sérah, en la región montañosa de la tribu de Efraín. Josué reconstruyó la ciudad y vivió allí. Josué 19: 19-50

El capitulo 19 del libro de Josué, refiere parte de la distribución de la tierra que Dios les había prometido a los israelitas, luego de tantas batallas, de la espera, de enfrentar muchos desafíos, finalmente recibieron lo que por gracia Dios les asignó. A cada tribu se le asignó un territorio conforme a la directriz de Dios como lo dice en el verso 51: Josué, el sacerdote Eleazar y los jefes de los grupos familiares consultaron a Dios antes de hacer el sorteo de cada uno de estos territorios. Para esto se reunieron a la entrada del santuario, en Siló. Y así terminó el reparto de los territorios.

Sin embargo, dice en el verso 50 que a Josué le entregaron lo que pidió, es decir, los demás recibieron lo que Dios consideró, pero Josué tuvo el privilegio de pedir lo que quiso.

Algo supremamente importante es que, Josué esperó hasta que todos los demás hubiesen recibido su parte y eso muestra un corazón humilde. No pidió el primero, ni siquiera cuando Caleb hizo la solicitud de su porción específica. Caleb y Josué sirvieron al Señor desde el momento en que cruzaron el Mar Rojo hasta la repartición de la tierra. Fueron fieles a Dios y recibieron recompensa por ello.

Pero no me voy a detener en lo que Josué recibió materialmente, sino en la complacencia que debió haber sentido al ver al pueblo recibiendo su parte de la tierra, asentados en el lugar que Dios dijo que les daría, experimentando la satisfacción por el deber cumplido. Fue un largo camino, pasaron aproximadamente entre 20 y 25 años desde que Josué tomó el liderazgo sobre el pueblo de Israel hasta el momento en el que se dio la distribución de la tierra, tiempo durante el cual seguramente tuvo que soportar dificultades, criticas, desánimo, oír necedades del pueblo, aun así, vivió un día a la vez siguiendo las instrucciones de Dios.

Josué es la perseverancia hecha carne, fue fiel en lo poco y Dios lo puso sobre lo mucho. El camino recorrido no fue fácil, primero vago por el desierto con el pueblo al mando de Moisés 40 años, luego recibió la asignación más importante de su vida y la sacó adelante con creces.

Sin duda alguna, de las sensaciones más gratificantes que puede experimentar una persona es la satisfacción por el deber cumplido.

Que es la satisfacción: puede entenderse como el cumplimiento de un deseo o la resolución de una necesidad, de manera tal que se produce sosiego y tranquilidad. Las personas se sienten satisfechas, cuando logran cumplir un deseo o alcanzar una meta trazada, esto a su vez genera un estado de bienestar.

Aunque no es lo mismo satisfacción que felicidad, sí es necesario sentir satisfacción para poder entender qué es la felicidad plena.

¿Cuántas veces hemos experimentado esa sensación en la vida? Por lo general, tendemos a hacer de lado metas personales por que en algún momento se nos volvieron irrelevantes, tal vez porque no las consideramos como un deber con nosotros mismos. Es posible que por momentos se nos facilite un poco más cumplir con los deberes cuando son laborales, por ejemplo, pero cuando son personales o son para Dios se nos dificultan más.

Actualmente, vivimos rodeados de gente insatisfecha, incluso nosotros mismos experimentamos esa sensación, algunos experimentan insatisfacción sus trabajos, sus matrimonios, sus circunstancias y con ellos mismos. No obstante, la Biblia enseña que nuestra satisfacción se deriva de tener una relación con Dios a través de Cristo, esto es lo que hace que podamos disfrutarnos los procesos y esforzarnos por hacer lo que debemos sin queja, con agradecimiento y contentamiento.

Es innegable que, tanto en lo terrenal como en lo espiritual todos tenemos obligaciones y deberes que cumplir, sea en la sociedad, en el colegio, en la universidad, en la familia, en el trabajo, en la iglesia. Etc. Para poder cumplirlos a cabalidad debemos tener en cuenta los siguientes aspectos:

  1. Amar lo que hacemos. Cuando lo hacemos así, no vamos a necesitar que nadie esté detrás de nosotros recordándonos lo que debemos hacer, como lo dice en Colosenses 3:23 Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. Porque entendemos, que todo lo que hacemos lo estamos haciendo ante Dios que nos mira, y nuestra mayor recompensa es saber que El se agrada en nosotros.
  1. Evitar las distracciones. Para lograr cualquier objetivo en la vida debemos concentrarnos en ello, identificar aquello que nos aleja de ese propósito y hacer de lado esas cosas. Esto es determinante, por que es posible que hagamos las cosas con amor y pasión, pero si hay algo urgente que resolver, tendemos a dejar lo importante de lado. 1 Corintios 7:35 Les digo esto para su propio beneficio, no para imponerles restricciones. Mi deseo es que hagan todo lo que les ayude a servir mejor al Señor, con la menor cantidad de distracciones posibles.

 

  1. Hacer lo que debemos voluntariamente. Cuando Dios le asignó a Josué la tarea de liderar al pueblo de Israel, este simplemente aceptó y comenzó sus deberes ordenando la preparación del pueblo para cruzar el Jordán como lo vemos en Josué 1:10. Todo lo que se hace voluntariamente se hace con gusto, no es una carga, incluso sin darnos cuenta disfrutamos tanto lo que hacemos que incluso hacemos mas de lo que se nos pide.

 

  1. Ser diligentes. Cuando Dios nos pide hacer algo, es mejor ponernos manos a la obra colocando especial cuidado y empeño en cada detalle para que todo funcione. Lo opuesto a la diligencia es la negligencia, pensaríamos que la negligencia esta asociada solo con no hacer algo, pero la realidad es que también está relacionada con el hecho de hacer las cosas por salir del paso, sin prestar atención a las instrucciones recibidas o sin analizar todas las variables. Es decir, se cumple con la obligación sin realizar los esfuerzos requeridos para garantizar su éxito. Proverbios 21:5 Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.

 

  1. Trabajar en equipo. Josué no logró guiar al pueblo solo, como buen líder logró cohesionar al pueblo para alcanzar el objetivo final. Muchas veces, lo que más nos dificulta cumplir nuestros deberes es que, a veces requerimos la ayuda de otros, esa es una gran limitante, por que no queremos que otros se lleven el reconocimiento, queremos que se nos reconozca lo que hicimos en solitario.

Es importante que podamos desarrollar esta capacidad, por que cuando se trabaja en equipo, las personas se animan entre sí, la carga es compartida, promueve la formación de nuevos liderazgos y se da continuidad a la visión de Dios. Como Moisés en algún momento fue relevado, así mismo Josué. Hasta el mismo Jesús cuando vino a la tierra escogió 12 personas con las que trabajar y extender el reino de Dios.

En fin, cumplir con nuestro deber muestra la fidelidad de nuestro corazón hacia a Dios, independientemente de cual sea la tarea, si nos parece grande o pequeña, la actitud de humildad y la disposición de servicio deben ser siempre nuestra respuesta hacia las tareas asignadas.

Pensemos cuales son esos deberes que tenemos asignados, si los estamos cumpliendo a cabalidad, cuales hemos dejado a medio hacer o cuales hemos realizado sin la suficiente atención. Necesitamos desarrollar un sentido del deber como lo desarrolló Josué, y no es algo que se pueda hacer parcialmente o solo en algún área en particular, sino que se debe extender en todo lo que hacemos; dado que, es posible que estemos comprometidos con Dios, pero no con nuestra familia, o que respondamos bien ante los compromisos laborales, pero no ante Dios. Nuestro compromiso para cumplir con nuestros deberes a ser integral.

Finalmente, la fidelidad del corazón de Josué le permitió disfrutar de la provisión abundante de Dios. De hecho, el nombre Timnat Sera tierra que pidió Josué significa significaba “la provisión abundante de Dios”, pero el pudo recibir esto, gracias a que cumplió a cabalidad su tarea. Dios no es deudor de nadie, si queremos realmente recibir nuestra Timnat Sera, debemos cumplir a cabalidad con nuestra asignación.

El gozo más grande de Josué no fue recibir su porción, su deleite estuvo en hacer lo que se le había encomendado con éxito, su enfoque no estuvo en la recompensa, sino en no defraudar la confianza de Dios. Su compromiso de Josué con la visión de Dios fue inquebrantable ¿podemos hoy nosotros decir lo mismo? ¿Será que queremos recibir la promesa sin cumplir con lo asignado?

Vicky Pinedo 

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