“Lo peor que le puede ocurrir a un gallero, es que su gallo se corra” esta frase del recordado Cesar “Checha” Urbina Jiménez (Q.P.D.) define a la más recóndita relación que se establece entre el gallero y su gallo, así como la esencia y propósito de esa actividad, para algunos un deporte, para otros simplemente una afición y para los más, su razón de ser. «Es que es vergonzoso y apabullante para el gallero el momento cuando ves la sonrisita y miradas burlonas de los amigos y apostadores», manifiesto Urbina Jiménez, fue un aficionado y agudo observador que le siguió la historia a las principales cuerdas de gallos de la región del Cesar, La Guajira y Magdalena.
Evolución de la riña
Las peleas de gallo han ido evolucionando, aunque lentamente. En cuanto a la duración de las mismas, se conoce que en el pasado eran más prolongadas. Se sabe que el tiempo de las riñas llegó a ser de una hora, y con el paso del tiempo y el uso de las espuelas cada vez más letales, su duración fue bajando hasta llegar a los 15 minutos, que es el tiempo reglamentario de hoy para los combates. Las riñas son reguladas por un juez de valla (que es el redondel donde pelean) el cual es el único que tiene potestad de intervención durante todo el transcurso de la pelea.
Una vez casados los gallos, los dueños de estos no vuelven a tener contacto físico
con los mismos en ningún momento (ya que los gallos pasan a las jaulas de exhibición para que el público los aprecie antes de estos pelear) excepto cuando llaman a los dueños para que calcen sus gallos (calzar o armar es ponerle las espuelas en las patas para que hieran a su contrario) y en todo momento estos son supervisados por otro juez.
Después los entregan al juez de armadera para que sean limpiadas sus plumas y patas para evitar cualquier contaminación con alguna sustancia extraña prohibida que se le pueda poner al gallo para sacar ventaja. Luego de la limpieza son conducidos a la valla por dos empleados del juez de armadera y entregados al juez de valla con las postas. Los gallos los meten en dos cajones de plástico para luego soltarlos a pelear y el público apostador tiene un tiempo prudencial antes de comenzar la pelea, para realizar las apuestas al gallo de su preferencia.
Comenzada la pelea, el público seguirá apostando a cualquiera de los gallos y la pelea no podrá extenderse por más de 15 minutos o puede terminar en cualquier momento por muerte del otro gallo. Huida (significa que luego de pasado el primer minuto de la pelea uno de los gallos no quiere continuar) o tumbe (cuando cualquiera de los dos gallos no esté parado en sus dos patas por espacio de un minuto) el cual perderá la pelea.
Si los gallos llegan al tiempo reglamentario de 15 minutos y ambos están parados en sus patas o están acostados la pelea será declarada tabla (empate) y el dinero es devuelto a los dueños en partes iguales.
Historia de las riñas
Antes de adentrarnos a explorar lo que ha sido la riña de gallos en la región, de la que no se cuenta con bibliografía ni información alguna organizada o sistematizada, iniciaremos por presentar algunos datos que se refieren al origen de las riñas de gallos.
Crónicas publicadas en diferentes periódicos y revistas del siglo XIX indican que el gallo de pelea fue introducido por los españoles a Puerto Rico, Cuba, así como al resto del caribe, al parecer desde los inicios de la colonización en los siglos XV y XVI.
La historia de las peleas se remonta a la época antes de Cristo. Sin embargo, antes de que se convirtiera en un deporte, el gallo era visto como un ave admirable, respetado por el hombre. El gallo de pelea era tema de adoración religiosa. Según Diodorus Siculus, los antiguos sirios adoraban al gallo de pelea. Los griegos y romanos antiguos lo asociaron con los dioses Apolo, Mercurio y Marte. Magallanes informo que en Borneo el ave era tan sagrada que nadie podía comer su carne.
La Canara del Sur, el gallo alejaba a los demonios malvados. En Sumatra, era adorado; fueron construidos templos en su nombre, y realizados rituales en su honor. Se celebran peleas de gallos en los templos y el gallo que perdía la batalla era preparando para ser presentado a los dioses.
con cuándo se convirtió en un deporte oficial. En los tiempos antes de Cristo, hace aproximadamente tres mil años, tiempos de los Fenicios, Hebreos y los de Canaán, las peleas de gallos a eran populares. Criar gallos para pelear en un ruedo era considerado un arte, y negociar los mismos era provechoso.
A la altura de la civilización griega, Temistóceles, general que se preparaba para combatir a los persas invasores, decidió llevar a cabo una pelea de gallos la noche anterior a la batalla, para inspirar a sus hombres demostrándoles la natural valentía del gallo de pelea. En el primer siglo después de Cristo, Julio César introdujo a Roma el deporte de las peleas de gallos y luego lo hizo en Inglaterra. Durante la época del Rey Enrique VIII se llevaban a cabo peleas en el palacio de Whitehall. El jueg se convirtió en un deporte nacional a tal punto que a ciertas escuelas les fue requerido enseñar a los estudiantes sobre las peleas de gallos, tales como crianza, traqueo y acondicionamiento del gallo. Durante el tiempo de más popularidad, el mismo clero las patrocinaba. El deporte declinó en Inglaterra durante el reinado de la Reina Victoria en el siglo XVII, cuando prohibió las peleas con un decreto real. Hoy, las peleas de gallos son casi inexistentes. Sin embargo, en las Islas Británicas aún existe una casta de gallos de Pyles de Charles II que son muy cotizados por criadores.
Durante la Edad Media en Francia, las peleas de gallos eran muy populares. Eventualmente, Francia adoptó el gallo de pelea como emblema nacional. Hoy, las peleas de gallos han pasado a la clandestinidad. En España, las peleas han existido por más tiempo. Las teorías señalan que los llevaron los viajantes fenicios o los moros conquistadores. Hoy, las peleas de gallos son un deporte popular en Bilbao, Oviedo, Madrid, Barcelona y Valencia. En los Estados Unidos, presidentes famosos eran amantes del juego: George Washington, Thomas Jefferson, Andrew Jackson, y Abraham Lincoln. Era socialmente aceptable y alentaba a un caballero a tener su crianza de gallos y ser un experto en el deporte. Hubo un momento cuando ‘La Casa Blanca’ se convirtió en centro para la celebración de las peleas de gallos. Incluso, fueron sostenidas en los cuartos del comité del presidente.
Hermes Francisco Daza