LOS TONOS DE LA PAZ

Este escrito se concibe como una apuesta sensible que llama a la más profunda de las reflexiones para promover un cese a las hostilidades orales que se desprenden de los tonos equivocados, ligeros, agresivos y hasta insultantes. Y es que una teoría popular concluyente ha demostrado que apenas un bajísimo nivel porcentual está asociado a la creación de conflictos por diferencias de opinión; al tiempo que un altísimo porcentaje, generador de esos mismos conflictos, los provoca el uso de tonos no asertivos.

Si esta carga oral, violenta, negativa y hasta perturbadora se escala al discurso político estaríamos entonces frente a una realidad que nos distancia y que no permite entender el valor del disenso en las sociedades democráticas: de extrema gravedad, así luzca como un dato menor.

El lenguaje insultante que se nivela con lo violento, niega la posibilidad a los pueblos de ver a sus líderes ocupados en la tarea de servir y daña a la sociedad en construcción, cuando equipara el insulto con el odio: mezcla volátil que alimenta las vías de hecho, el crimen y hasta la barbarie.

De ese calado es la responsabilidad de quienes conducen lo discursivo alejados de los tonos de la paz.

Esta paz que ha sido usada hasta el exceso y hasta el cansancio y que muchas veces ha sido infortunadamente estéril.

Reivindico los tonos de la paz en aquellos que genuinamente impulsan la acción de la diferencia de opinión, sin comprometer la dignidad ni mucho menos el respeto.

Defiendo los tonos de la paz, los que uso con pasión y obediencia a la hora del debate, de la discusión.

Entiendo los tonos de la paz como componente real y constructor en la esencia de la familia para que, por escala de valores, construya una mejor sociedad.

Un colofón desafiante le apunta a vivir en medio de una sociedad que se respete y que promueva sana convivencia en la que sus líderes materialicen el ejemplo más allá de la retórica.

Aspirar a convivir en medio de los tonos de la paz no puede terminar convertido en una búsqueda utópica sino en una realidad que evite que los niños, los jóvenes le arranquen la vida a quienes plantean visiones democráticas diferentes.

 

Carolina Issa Morales

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