“Yo soy el gallo javao que a ninguno tengo miedo, ejecuto mi acordeón con entusiasmo y requisito, en la valla de Villanueva o en cualquier valla que sea puedo hacer una pelea con el gallo más guapito, toco los pitos bonito, toco los bajos sabroso, soy el gallo peligroso con la espuela y con el pico”
Hoy está en mi mente “El Gallo Javao” una de las obras pendencieras y de reto a la oposición que hizo seguro de lo que sabía Luis Enrique Martínez a la cual corresponde el aparte preliminarmente transcrito.
Nada más oportuno que se supo en Patillal cuando en un Acto de justicia fue declarado el 2023 como “EL AÑO DEL CENTENARIO DE LUIS ENRIQUE MARTINEZ”, por eso cuando mi amigo Carlos Diaz me compartió la Resolución 0235 calendada 25 de julio reciente pasado firmada por la Ministra de La Cultura, como dice la Diva de la eterna juventud Amparo Grisales me ericé, porque no es usual que los reconocimientos se hagan por méritos sino por adulación, acertó el Ministerio con esa conmemoración tan oportuna para el epónimo hijo de un pueblo que hoy se encuentra injustamente atormentado por una inseguridad evidentemente importada que nada tiene que ver con lo pacifico, generoso y buena gente que son los Fonsequeros raizales.
Tienen los Hatiqueros y su cabecera Municipal justificadas razones para andar mas orgullosos que puerco en tiempo de aguacates, uno de sus coterráneos más notables, que brilló con luz propia por su inteligencia natural, creadora y melodiosa ha dado y seguirá dando cima y altura a su buen nombre a nivel nacional e internacional, Luis Enrique Martínez con su vida y su obra musical es prenda de garantía de su propia inmortalidad, por eso lo que se esta haciendo para que nunca se olvide es justo y meritorio, en su museo en El Hatico esta mi modesto pero significativo aporte discografico porque al Pollo Vallenato no se le puede dejar morir.
Estamos ante un testimonio de gratitud con el hombre que después de haber dado sus primeros pasos emulando a sus antecesores generacionales Chico Bolaños y Pacho Rada evolucionó, descubrió todos los secretos del acordeón y termino creando su propio estilo que ya se constituyo en escuela para los nuevos ejecutores del preciado instrumento, y así como dejo buenos ejemplos con los pitos y los bajos, fue con su comportamiento, un buen colega, caballero y particularmente respetuoso y respetado, decente y complaciente con sus amigos, y a pesar de su grandeza, nunca perdió la humildad, fue andariego y prolífico en la grabación de su música pero nunca ambicioso porque lo hacia por placer y para alegrar a la gente no en busca de dinero, no fue rico porque nunca lo ambicionó, tampoco dio lastima porque su dignidad estuvo incólume hasta el final de sus días.
Era “El Pollo vallenato” un musico completo que comenzó tocando las maracas y el redoblante al lado de su padre Santander, uno de los primeros acordeoneros que hubo en la región, y terminó superando al profesor digitando el Diatónico como Dios manda, hacia sus canciones con destreza, buenas letras y hermosas melodías y era afinado para el canto, no necesito copiarle nada a nadie para imponerse como un revolucionario en el toque, con transportes y combinaciones infalibles lo que le permitió ser el primero en tocar el acordeón de tres hileras, eran inéditos sus arpegios, y renombrados los interludios adornados en dulce juego entre los pitos y los bajos, en un dialogo en el cual fu vital su pulso sostenido y el buen manejo de sus dedos grandes y voluptuosos fogueados por el hacha y las hachuelas de su época de aserrador de madera en los montes de Fundación durante su durísima primera juventud.
Indudablemente, la exaltación y los actos conmemorativos que en cabeza de Luis Enrique a la música vallenata habrán de sobrevenir, serán un gran aporte para el impulso de relanzamiento al Plan de Salvaguardia de la Música Vallenata Tradicional aprobado por el Consejo Nacional de Patrimonio, así será siempre y cuando se asuma el tema por todos los sectores sin cálculos mezquinos, celos, egoísmos, o afán de provecho o protagonismos individuales, sino es así, júrelo terminara el asunto en manos de los sepultureros de la misma, que fue declarada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad no por capricho si no por lo que todos ya sabíamos, que estaba en peligro de desaparecer.
Se constituyo Luis Enrique Martínez Argote, no solo en figura emblemática sino en referente para todos los competidores en los Festivales de Música Vallenata, prueba de lo que estoy diciendo es que todo el que aspira a coronarse Rey canta y/o toca alguna canción de Luis Enrique Martínez, exhibe algún arreglo de rebusque de su cosecha o rememora un pase característico de su briosa nota picada, cosa que algunos critican pero creo que los muchachos no tienen la culpa, lo que pasa es que lo bueno nunca se olvida.
El homenajeado fue buen musico, discreto y modesto al extremo, dueño de una inmensa capacidad de resiliencia, así quedo establecido cuando, como bien lo dijo Luis Francisco Mendoza Pitre, El Pollo salió del cuarto Festival Vallenato en 1971 en las garras del jurado, no se desanimó, nunca renegó del Festival, persistió con más fuerza y así fue coronado Rey en la Sexta edición en 1973, se dio cuenta que seguro mató a confianza y fue ganador incontrovertible porque los tiempos de Dios son perfectos.
Fueron muchos los que aportaron ideas, e impulsaron este gran homenaje, recuerdo que el primero que me hablo del tema fue Félix Carrillo Hinojoza, ¡debe estar más contento que avispa potrocita sobre matica de tomates!
Luis Eduardo Acosta Medina