Gustavo Petro no la ha tenido nada fácil, durante las tres décadas de confrontación con el Statu Quo; le ha correspondido “bailar con la más fea”. Ha tenido que enfrentarse ásperamente con una de las burguesías más entroncadas y sólidas, pero a la vez mas cerreras del continente. En la constitución de esa burguesía concurren un conjunto de fuerzas que no guardan muchas afinidades en su origen y composición, pero las une la defensa a ultranza de sus diversos privilegios e intereses. Colombia es una nación en la que convergen un conglomerado de haberes ideológicos, económicos, poco afines, a los cuales las circunstancias les hacen coincidir. A pesar de la diversidad e ilegitimidad de algunas de esas fuerzas, se las han ingeniado para coexistir y retroalimentarse, y sobre todo para identificar con absoluta claridad a su enemigo ideológico y de clase.
Al ser Colombia el principal exportador mundial de cocaína, el narcotráfico es uno de los elementos centrales dentro de esa amalgama de intereses, en apariencia opuestos, pero en la realidad enlazados en medio de esa diversidad de fuentes legitimas e ilegitimas que se concitan para sostener un sistema y un modelo económico e institucional que de alguna u otra forma preserva y protege sus provechos fundamentales. En esa abigarrada convergencia coinciden: grandes empresarios legales, latifundistas, contratistas estatales, castas y clanes políticos regionales y sus clientelas políticas, contrabandistas, delincuentes de cuello blanco y por supuesto narcotraficantes. En ese sentido Colombia más que ningún país regional se caracteriza por esas singularidades.
Otra cuestión destacada y en la cual Petro ha tropezado con grandes escollos, es el obstáculo planteado por la matriz mediática. Ha sido una talanquera cuyo efecto es demoledor a la hora de generar angustias, confusiones, temores e indecisiones en el electorado. La tergiversación de sus propuestas es una de las dificultades mayúsculas y que más mella ejerce en muchos de sus potenciales electores. Se le cuestiona, se le malinterpreta impune y descaradamente. Asunto supremamente lamentable, ya que dada la escasa predisposición de los electores a dedicarse a profundizar en el contenido de lo que propone y plantea Petro, lo más expedito y fácil para el ciudadano del común es asumir y agarrarse de lo que surge al desgaire, de lo que emerge y de lo más notable que se desprende de las noticias sesgadas, surgidas de los medios masivos de comunicación, los cuales en el caso colombiano están entrecruzados con los propietarios de los medios de producción. Las cuatro familias más adineradas de la Nacion son a su vez propietarias de los principales medios masivos de comunicación léase: El Tiempo, RCN, Revista Semana, Caracol Radio y el Espectador. No obstante, esa implacable campaña desinformativa, Petro va adelante en las encuestas y todo sugiere que va a ser el próximo presidente.
Si bien en diversos medios alternativos se ha tratado el asunto de la oprobiosa desinformación y manipulación, reseñaré tres en este escrito. 1) cuando afirmó que no iba a renovar nuevas concesiones petroleras, se interpretó como una irresponsabilidad, que iba a dejar al país sin fuente importante de divisas, de impuestos y regalías, siendo que en realidad se estaba alineando con las tendencias mundiales en materia de transición energética que, apunta a la necesidad de ir abandonando poco a poco los combustibles fósiles, 2) cuando al estilo de lo que se hizo en Japón y Corea del Sur propone la democratización de la propiedad rural mediante el incremento del impuesto predial y de la modernización del catastro, para que las tierras fértiles e improductivas sean incorporadas a procesos productivos eficientes o que sus propietarios se vean ante la alternativa de vender, para que sean repartidas, luego de su adquisición por el Estado, a los verdaderos campesinos y productores rurales, sus detractores ni cortos ni perezosos interpretaron que Petro iba a expropiar a los terratenientes y 3) cuando dijo que iba a liberar los cuantiosos recursos de los trabajadores que se encuentran en manos de fondos privados de pensionados, corrió el rumor de que Petro iba a feriar y a hacer populismo con esos recursos que, por lo demás son de propiedad exclusiva de los trabajadores en trance de pensión.
Sus malquerientes se las ingenian para generar una predisposición, muchas personas por mala fe, algunos, por desidia, otros por ignorancia, contribuyen cada cual a su manera a falsear y malinterpretar un magnifico e ingenioso programa de gobierno que, tiene la virtud de dilucidar la trasformación requerida. Un programa cuyas propuestas están articuladas, conexas y sincronizadas. Sobre todo, teniendo en cuenta que los sucesivos y últimos gobiernos colombianos se han dedicado a aplicar y consolidar un modelo económico cuyo eje es el extractivismo. Donde los fundamentos de su supervivencia están basados en la extracción y exportación de petróleo y carbón, con la consecuente desarticulación que ello trae consigo. Entre las más notables, señalamos las secuelas de la “Enfermedad holandesa” que, afecta la competividad de los sectores que tradicionalmente habían sostenido a la economía colombiana, cerrando las puertas a la diversificación productiva y a la dinamización de la economía local.
Petro apunta a recuperar la senda de la producción y de la productividad. Descifrando cabalmente y proponiendo salidas lógicas, sensatas a la desestructuración económica. Sugiere una metamorfosis radical del trasegar económico que ha distorsionado la eficiencia y armonía que debe transitar un modelo económico balanceado, sustentado en la marcha y recuperación simultanea de la agricultura y de la industria y por la misma vía del sector servicios y demás sectores de la economía.
Petro interpreta mejor que ninguno, y entiende hacia donde transita la humanidad en materia de Cambio Climático y por ende comprende todo lo relacionado con la Transición Energética que nos conduce por el sendero de las energías limpias. Es un candidato que comprende perfectamente la importancia de la conectividad, la necesidad de realizar una revolución educativa y del conocimiento. Le apunta a la democratización, masificación y abaratamiento del acceso a las fuentes del financiamiento para usufructo del pequeño y mediano emprendimiento. También comprende la importancia de la redistribución agraria para crear un mundo de oportunidades al pequeño y al mediano productor. En síntesis: la potencialización de la Agroindustria. Todo lo anterior como forma de incrementar la productividad y la producción de riqueza. Esa nueva perspectiva productiva está fundamentada en la conectividad, las energías limpias y en el conocimiento. Petro al igual que lo que sucede en los países escandinavos, estima la necesidad de regular el mercado, ya que el exceso de libertad económica acentúa desigualdades e injusticias sociales. Ubica la vida humana como el meollo de su modelo económico. El ser humano como epicentro.
José Luis Arredondo Mejía