Como todos, he enfrentado muchas batallas y tengo que decir que no en todas en salido vencedora, muchas de esas batallas ni siquiera las enfrenté por sentiré infeliz, insegura, con miedo, desconfiada, frustrada, enojada o simplemente sin fuerzas, rindiéndome sin siquiera enfrentar los obstáculos.
Amo a Dios y asisto a la iglesia regularmente, pero a veces me cuesta superar heridas, luchar con las injusticias diarias, incluso luchar con esas partes oscuras de mí, que quiero cambiar, pero que me son difíciles de manejar; en esos momentos recuerdo que mi Padre no quiere que viva así, pues él promete darnos vida en abundancia (Juan 10:10) y nos exhorta a mantenernos confiados en Jesús aún en la aflicción, pues él ha vencido al mundo (Juan 16:33)
Muchas personas creen que, como hijos de Cristo, debemos vivir vidas frágiles, pero no, poner la otra mejilla, procurar la paz, hacer el bien y obrar con misericordia no significa que tengamos que mostrarnos débiles; no estamos llamados a tener vidas lamentables o inspirar lástima, podemos y debemos ser fuertes, sin exceder en la grosería; valientes, sin exceder en el abuso; astutos, sin convertirnos en seres malvados; prudentes, sin exceder en la pasividad, contamos con el favor, gracia y poder de Dios para todo lo que queramos en la vida siempre que sea bueno, agradable, perfecto y que esté alineado con su voluntad
No hay una vida sin tribulación, estar con Dios no nos exime de tristezas, angustias, problemas, injusticias y sinsabores.
En Juan 16:33, Jesús dice: “… En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo”.
Una cosa es saber que puedes tener el poder de Dios para vivir en este mundo y otra es creer y vivir bajo esta verdad. Filipenses 3:10 dice que podemos experimentar el mismo poder que levantó a Cristo de entre los muertos.
Esta es una palabra que debemos atesorar en nuestro corazón porque todos tenemos batallas que nos debilitan y muchas de ellas no podemos enfrentarlas con nuestras propias fuerzas, pero si confiamos en Dios, en todo momento, podemos pelear la buena batalla de la fe por su gracia.
En Romanos 8:37 dice que somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Esto significa que, antes de pasar por la prueba debemos estar seguros que tenemos todo lo necesario para superarla a través de nuestra relación con Jesús, reconociendo que nuestra humanidad es frágil y con limitaciones, pero que todo los podemos en Cristo que nos fortalece.
Por ello, lo más sabio que podemos hacer para tener una vida en victoria es buscar en todo tiempo a Dios, con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas. Ora, estudia su Palabra diariamente, entonces, cuando lleguen las tormentas, tendrás la seguridad de que el Él tienes todo lo que necesitas para vencerlas.
Jennifer Caicedo