Acaba de pasar la Semana Santa, una época en que la iglesia invita a no consumir carne roja; muchos fieles siguen esta tradición ya que, la carne, especialmente la de la vaca, representa el cuerpo de Cristo.
La Semana Mayor, sobre todo, el Viernes Santo, es un día de duelo y conmemoración de la crucifixión de Jesús, este día de abstinencia nos recuerda su sacrificio y nos invita a reflexionar sobre su muerte y su significado: El perdón de nuestros pecados y el regalo de la salvación.
Sin embargo, si nos vamos a Las Escrituras, no se encuentra en ella versículo que nos aconseje hacer este sacrificio para esos días, esto es un mandato de hombres, no un mandamiento divino, lo que sí lo es y no solo para esta época del año, es: AMA A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO, segundo y gran mandamiento que encontramos en Mateo 22:39.
Si vamos a ver el cuerpo de Cristo reflejado en algo, qué mejor que verlo en nuestros semejantes. Amar al prójimo va más allá de nuestras creencias personales o religiosas, es tratar con bondad, compasión, misericordia, sin distinción de raza, sexo, estatus social o religión.
Es absurdo no comer carne, pero devorar al prójimo con chismes, mentiras, calumnias, insultos, envidias y todo tipo de acción que atente contra su dignidad y buen nombre; independientemente que el otro sea “bueno” o “malo”, según nuestro parecer, no es nuestra tarea juzgar a nadie, estamos llamados a ofrecer ayuda, a consolar en tiempos difíciles, a apoyar en la necesidad y a conservar la paz con todos, mientras de nosotros dependa. Si bien, también debemos exhortar, no es menos cierto que el llamado es a predicar, a tiempo o fuera de tiempo, a redargüir a reprender y alentar, pero con paciencia e instrucción (1 Timoteo 6:2, 2 Timoteo 4:2), no con el ánimo de ofender o destruir, sino para edificar y hacer volver al perdido al camino que es Jesús.
Recordemos que solo podemos ver lo que está delante de nuestros ojos, pero Jehová mira el corazón (Samuel 16:7), es decir, solo él conoce nuestras verdaderas intenciones, nuestro carácter y no se deja influir por apariencias externas.
Tan importante es el mandamiento de amar al prójimo, que, según Gálatas 5:14, toda la ley se cumple en esa sola palabra. Increíble ¿No?
Muchos son los versículos que nos hablan del amor al prójimo: no tomar venganza, ni guardar rencor (Levítico 19:18);, tatar a los demás como queremos ser tratados (Lucas 6:31); agradar al prójimo en lo que es bueno con el fin de edificarlo (Romanos 15:2); en toda oportunidad hacer el bien, en especial a los de la familia de la fe (Gálatas 6:10); amar a nuestros enemigos, hacer el bien a quienes nos odian, bendecir a quienes nos maldicen y orar por quienes nos calumnian (Lucas 6:27-28); perdonarnos unos a otros como Dios nos perdonó (Efesios 4:32), vivir en amor (Efesios 5:2) y he aquí uno de los que más me gusta:
“No hagan nada por contienda o por vanagloria. Al contrario, háganlo con humildad y considerando cada uno a los demás como superiores a sí mismo. No busque cada uno su propio interés, sino cada cual también el de los demás” Filipenses 2:3-4
Así pues, este año que comienza, antes de que llegue la Semana Santa 2026, tengamos como propósito abstenernos de devorar al prójimo. Para la próxima Semana Mayor, no coma cuento y coma carne.
Jennifer Caicedo
Totalmente de acuerdo contigo mija,que columna tan ajustada a la realidad