NO HAY QUE JUSTIFICAR LO INJUSTIFICABLE: LA MUERTE DE VALENTINA TRESPALACIOS

No es que los hombres no mueran de forma violenta. No se desconoce tampoco su condición de víctima en «crímenes pasionales», ni se niega que también son agredidos por su pareja. Pero la realidad, señores, es que, una de cada 3 mujeres sufre violencia física, psicológica o sexual en el mundo, de acuerdo con cifras establecidas por la OMS en el 2022. Esta vez fue Valentina Trespalacios, la que asumió — injustificadamente — las consecuencias de una pareja agresiva, quien, al parecer por celos, decidió — presuntamente — acabar con la vida de su novia. Ni la infidelidad más dolorosa, ni la injusticia más frustrante puede justificar lo injustificable: su muerte.

El pasado domingo 22 de enero, fue hallado en una maleta dentro de un contenedor de basura en el barrio Los Cámbulos, al occidente de Bogotá, el cuerpo de Valentina Trespalacios, una DJ colombiana de música electrónica, quien se encontraba enamorada e ilusionada de iniciar una vida junto a su pareja, John Poulos, un hombre con nacionalidad estadounidense al que conoció a través de una aplicación de citas.

La crónica de una muerte no anunciada para unos y más que anunciada para otros, no inicia en el apartamento que rentó John Poulos y en donde – presuntamente – cometió el crimen. Hubo señales que antecedieron a tan escabroso acto, las cuales pasaron un tanto desapercibidas. Resulta que en la aplicación Indriver, utilizada para uno de los trayectos realizados en la madrugada del 22 de enero, Valentina envió un mensaje preseleccionado en la app: «Ayuda, me encuentro en peligro», mensaje que despertó la atención del conductor y quien le preguntó a Valentina si se encontraba bien. Al escuchar de la pasajera que todo estaba en orden, lo tomó como un error de digitación y continuaron su recorrido. La segunda señal fue el mensaje que Trespalacios envió a su mamá por WhatsApp esa misma noche: «Mami, la vida no es fácil, todo tiene un precio».

Los anteriores mensajes hoy dan sentido a lo sucedido: Valentina olía que algo iba mal e intentó hacerlo saber, seguramente con miedo. Posterior a ello, ocurre lo que ya se ha deslumbrado en los medios de comunicación: Poulos sale del apartamento con el cuerpo de la joven en una maleta, lo arroja a un basurero, huye del país a Panamá, es capturado en el aeropuerto estando próximo a tomar un vuelo a Turquía y es devuelto a Colombia para enfrentar las consecuencias judiciales en el país en el que cometió – al parecer – el crimen.

El famoso refrán que dice: «el amor es ciego» a veces sí que lo es. Hoy se habla mucho de las «red flags» haciendo referencia a esas señales que vemos y nos dicen que algo va a salir mal y que por amor las ignoramos, pero que son más evidentes de lo que parecen. Valentina hoy ya no está viva. No sabemos si ignoró esas «banderas rojas». Seguramente sí. También fueron ignoradas por el conductor y su madre (sin desconocer lo difícil que debe ser imaginar que la iban a matar). Familiares y amigos describen a Poulos como un hombre posesivo, celoso e intimidante. Incluso el hermano de Trespalacios dice que contrató un detective privado para vigilar a Valentina. ¿Hubo algún episodio de celos que llevó a Poulos — según parece — a matar a su propia novia? ¿Valentina le fue infiel? ¿Se dañaron sus planes de irse a vivir juntos? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que nada justifica lo injustificable: su muerte.

Hoy hablamos de Valentina Trespalacios, pero como ella hay muchas. De acuerdo con cifras establecidas por Medicina Legal de Colombia, para noviembre del 2022, se presentaron 140 casos de feminicidios; se realizaron 15.823 exámenes en medicina legal contra menores de edad, de los cuales, el 87,53% fueron practicadas a niñas y mujeres adolescentes.  De las 659 alertas de feminicidio que ha remitido la Procuraduría, se registraron mayores reportes en Bogotá, con 202 alertas; 76 en Ibagué, 39 en Arauca y 30 en Pereira. Las mujeres no estamos seguras. Pero lo que es más doloroso aún, es que las niñas no lo están tampoco. Ser mujer en Colombia es un acto diario de valentía.

Más allá de la indignación colectiva, del morbo que puede generar el caso de Valentina, del asombro de otro feminicidio más, hay que resaltar el hecho de que en Colombia las mujeres estamos más unidas, con menos miedo, con redes de apoyo más fuertes, con ganas de denunciar, dejando de normalizar lo que antes era normal y con la profunda convicción de rechazar actos violentos en contra de la mujer y de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que los responsables asuman las consecuencias, como un acto de amor propio, coraje, resiliencia y empatía con otras mujeres, porque señores: nada justifica lo injustificable.

Adenda. Los simbolismos dan fuertes mensajes. A John Poulos, dos mujeres le pusieron esposas color púrpura en el momento de oficializar su detención en Colombia, el color que simboliza la lucha de la violencia contra la mujer. Un mensaje que deja un fresquito en medio de tan horrible tragedia.

PAULA CALDERON BUITRAGO 

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